Hacer de los jueces… diputados

Recupero rápidamente algunos de los elementos de la interesante columna intitulada “El acoso al Poder Judicial” de Jesús Silva Márquez, publicada hace unos días en Reforma. En ella, el politólogo expone y describe espléndidamente la embestida de AMLO contra el Poder Judicial. En opinión de Márquez – y estoy convencido que la mayoría de los analistas serios coinciden- el discurso de la reducción de los costos del Poder Judicial es un vulgar disfraz para hacer lo que él presidente mexicano se ha propuesto desde un inicio: destruir la independencia del Poder Judicial.

Como bien señala Silva Márquez, los que se pliegan a los designios de AMLO “se portan bien”, son honestos y miran por el interés público, mientras que cualquier hombre o mujer osa levantar la mano para criticar, contravenir o echar para abajo alguna voluntad presidencial son corruptos, conservadores, miembros de la mafia del poder y merecen ser destruidos.

AMLO se hizo del poder del Ejecutivo gracias a la mayoría de los votos de los mexicanos. A partir de aquel momento, buscó incansablemente fortalecer el poder presidencial con la desaparición de los organismos autónomos para que las competencias de estas instituciones volviesen a la órbita del Ejecutivo. Se ha quedado, pues, con todo el poder Ejecutivo.

Sobre el Poder Legislativo, la mayoría morenista ha servido como una oficialía de partes del Ejecutivo, o en el mejor de los casos, como una extensión del Ejecutivo. Mientras el nada carismático Mario Delgado tejió exitosamente las redes partidistas en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, con algunas reticencias ocasionales, hizo lo propio en la Cámara de Senadores para articular los cambios constitucionales que darían contenido a la autoproclamada 4T. Los diputados y senadores se convirtieron, en los hechos, en legisladores servidores del poder presidencial.

Y ahora van contra el Judicial. Mientras la Suprema Corte bajo la égida de Arturo Zaldívar se comportó como convenía a AMLO, este optó por guardarse los ataques para más tarde. Sin embargo, una vez que el máximo tribunal eligió a Norma Piña, y una vez que ella tomó las riendas de la institución, la Corte optó por no convalidar en automático las disposiciones del Ejecutivo. Por el contrario, plantó cara, defendió la constitución e hizo valer la división del poderes.

Es por ello que el presidente les ataca sin cuartel. Atrás han quedado pues los tiempos de “distensión” entre la Corte y el presidente. Ahora, AMLO, con el peso de su popularidad y del aparato del Estado, se ha lanzado abiertamente contra el Poder Judicial con el propósito de disminuirlo, y, como bien apunta Silva-Herzog, convertir a los jueces en diputados.

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