IATA en la búsqueda del Net Zero

En opinión de Ximena Garmendia, la IATA ayuda a las aerolíneas en la identificación, cuantificación y priorización de la reducción de las emisiones de Co2, así como en el ahorro de combustible

Desde Ginebra, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), insiste en el tema de la aviación sostenible, a raíz de los últimos resultados que arrojó el análisis de la brecha de la eficiencia de combustible (FEGA) elaborado por la propia IATA, con miras a tener una aviación totalmente descarbonizada para el año 2050.

El FEGA identificó que la línea aérea LOT Polish Airlines tiene un gran potencial para reducir el combustible, y con esto obtener una menor huella de carbón. Y es que desde el año de 2005 FEGA, ha sido el responsable de auxiliar a las líneas aéreas a identificar ventanas de oportunidad para la reducción del uso de combustible fósil.

De hecho, Marie Owens Thomsen, vicepresidenta senior de sostenibilidad y economista jefe de la IATA, declaró: “Cada gota cuenta… FEGA ha ayudado a las aerolíneas a identificar ahorros acumulativos de 15.2 millones de toneladas de carbono al reducir el consumo de combustible en 4.76 millones de toneladas. LOT es el último ejemplo de una aerolínea que explora todas las oportunidades para lograr toda la eficiencia incremental posible en el consumo de combustible. Eso es bueno para el medio ambiente y para el resultado final”.

Vamos a aterrizar en qué consiste el trabajo de FEGA, pues es muy probable que para quienes no pertenecen al medio de la aviación, estos temas sean áridos, pero no por ello menos interesantes. Déjenme explicarles:

FEGA auditó a la línea aérea LOT, y logró identificar ahorros de combustible de más de 4%, ¿cómo logró esto? con la optimización del peso y balance; cuando se aborda un avión, se contempla tanto el peso de los pasajeros como el de la carga; con los pasajeros se usa un promedio, pero con la carga que va en “la panza del avión” se tienen datos más precisos.

Es todo un arte acomodar el equipaje de forma que el peso del avión este perfectamente bien distribuido en todo el espacio, y con esto, se logra que el avión en cuestión consuma menos combustible.

Otro rubro donde se pueden obtener ahorros económicos es en la propia planeación de los vuelos, así como en el reabastecimiento de combustible. Evidentemente no es lo único, pero también se generan ahorros por el uso de combustible sostenible para la aviación (SAF por sus siglas en inglés).

Es importante saber que estas auditorías realizadas por FEGA tienen la finalidad de ayudar a la industria a lograr la meta de cero huella de carbón para el año 2050, de la mano con impulsar la transición del uso de turbosina a SAF por parte de las aerolíneas.

Ahora que la aviación de nuestro país regresa a la Categoría 1, tendremos que ser sumamente cuidadosos en cómo las líneas aéreas van a manejar el crecimiento de sus operaciones, de manera que seamos congruentes con el compromiso que se tiene de reducir la huella de carbono o las emisiones de Co2 a la atmósfera, que son los gases responsables del efecto invernadero y por consiguiente del calentamiento global.

Se dice muy rápido, pero de verdad es todo un reto. Y es que por un lado la aportación que la aviación nacional tiene con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) ronda el 3.5%.

Así que se presiona a la industria para crecer “lo más que se pueda”, pero evidentemente que no podemos crecer como “animalitos salvajes en el bosque”, tenemos que hacerlo de forma coordinada y en conjunto con las aerolíneas, los aeropuertos, los distintos niveles de gobierno: federal y estatal.

Esto requiere hacerse de forma ordenada, y como ustedes se podrán imaginar, lo más complicado es ponerse de acuerdo.

Porque coincidirán conmigo, cada aerolínea del país tiene sus propios planes de crecimiento, y muchas veces esos planes no coinciden con lo que buscan los gobiernos; y pongo de ejemplo el vuelo a Durango.

Primero fue la queja de que el destino solamente lo cubría Aeroméxico Connect, la aerolínea alimentadora de Aeroméxico, pues no hay otra línea aérea que preste ese servicio. José Antonio Ochoa, exdiputado federal de la bancada del PAN, afirma que esto además eleva el precio del boleto, según declaraciones hechas al medio “El Siglo de Durango”, que ronda entre los 8 mil y 9 mil pesos.

Pero ahora la queja es porque a partir del 5 de octubre el vuelo de Durango aterrizará en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Ya no es la queja de que solamente el servicio de transporte lo oferta Aeroméxico, sino porque además ahora la mitad de las frecuencias de vuelo se irán al AIFA.

Los que están en contra temen que no puedan tener la misma conectividad que ahora se tiene en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Y lo que no cambia es que por el momento las otras líneas aéreas no tienen interés de volar a Durango.

Por eso digo que no es fácil ponerse de acuerdo entre tantos actores; y en este caso solamente estamos hablando de un vuelo a Durango, ahora imagínense cómo se van a poner de acuerdo gobiernos, aerolíneas, aeropuertos y demás miembros que intervienen dentro de la industria aeronáutica para crecer de manera ordenada, pero sobre todo sostenible con el medio ambiente.

Las aerolíneas de nuestro país son miembros de la IATA, que representa al 83% del tráfico aéreo mundial (más o menos 300 aerolíneas de todo el mundo), además de que nuestro país es uno de los 193 países miembros de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que firmaron el “Acuerdo de París” sobre lograr cero emisiones para el 2050.

La IATA a través de su Programa de Eficiencia de Combustible, ayuda tanto a las aerolíneas que son miembros como las que no son, en la identificación, cuantificación y la priorización de la reducción de las emisiones de Co2, así como en el ahorro de combustible.

Todo con la ayuda de equipos de expertos, para lograr una especie de pinza, y mientras se consigue una mejor rentabilidad en la industria aérea, al mismo tiempo se reduzca la huella de carbono.

Hay mucho trabajo por delante. Lo importante es no perder la disposición de cumplir en tiempo y forma con los acuerdos adquiridos. No se trata de “taparle el ojo al macho”. El planeta no lo soportaría.

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