Somos un equipo de trabajo: Claudia Sheinbaum… ¿en serio?
La presidenta Claudia Sheinbaum, en su mañanera de ayer, y ante pregunta formulada por una reportera, negó la existencia de un grupo de poder político ejercido por Ricardo Monreal y Adán Augusto López en el Congreso. Según expresó la jefa del Estado mexicano, Morena está más unido que nunca y son un “equipo de trabajo”.
Vamos a ver. Nadie se ha olvidado que Adán Augusto López, hoy líder de la mayoría morenista en el Senado y principal operador detrás de las traiciones de los Yunes, fue el más serio oponente de Sheinbaum en la contienda interna de Morena. No contento con presentarse como el continuador de la autoproclamada 4T, su campaña rebasó los límites permitidos por el INE en términos de gasto electoral.
Monreal no se ha quedado atrás. Detrás de su apariencia de ser fiel a la letra constitucional y de ser “catedrático” de derecho, ha dado señales de una voraz ambición y de buscar incansablemente acumular poder y algún día alcanzar la presidencia de la República.
A pesar de ello, y no obstante los golpes de realidad que llegan todos los días desde el Legislativo, la presidenta Sheinbaum pretende hacer creer que no existe un jaloneo de poder entre la propia presidencia y el Legislativo; como si se tratase, según busca comunicar la presidenta, de una cordial y sana relación entre tres colegas de trabajo.
La presidenta quizás piensa que los mexicanos se han olvidado cómo una buena parte de las iniciativas legislativas han surgido del propio Congreso; o cómo el Senado rechazó sin ambages la candidatura de Nashieli Ramírez para encabezar la CNDH, en favor de Rosario Piedra: la favorita del morenismo.
En este tenor, a diferencia de lo que sucedía durante el gobierno de AMLO, cuando las grandes iniciativas legislativas eran anunciadas por el propio presidente, ahora la presidenta Sheinbaum parece compartir con sus “colegas” en el Congreso la potestad exclusiva de dirigirse al pueblo de México.
En adición, lo que sí que debería recordar Claudia Sheinbaum es que las súper mayorías legislativas, a la luz de la letra constitucional, cuentan con el poder de superar el veto presidencial en caso de una desavenencia entre el Congreso y el Ejecutivo.
En suma, pocos se habrán creído la historia romántica de que el Ejecutivo y el Legislativo andan de la mano en cada decisión; como si la política y la lucha por el poder no despertasen los más perversos y mezquinos instintos.