Si amas a los conejos, deja de usar tampones por favor

Una patente de tampones registrada en 1997 ante la oficina de patentes de Estados Unidos (USPTO) por sus siglas en inglés, contiene que para comercializar este producto, “se utilizaron conejas hembras sexualmente maduras de la raza New Zealand White, de más de 7 meses de edad y con un peso de entre 4 y 5.5 kg, a lo largo del estudio.”

Me he enamorado del tema de marcas y patentes, pero recorrerlo es un tormento. Una de las principales fuentes de ingresos multimillonarios en el mundo, reside en las alteraciones genéticas de animales o especies vegetales que son comercializados con distintos fines. Hoy me da escalofríos específicamente, las patentes de animales alterados genéticamente y “producidos” con la única finalidad “científica” de sufrir innumerables torturas para probar calidad en el mercado que ningún usuario final imagina en los productos que consume.

Existe una raza alterada de conejos blancos con los ojos más grandes que los de su especie natural patentada exclusivamente con fines de experimentación. Nacidos para sufrir, mucho peor que en el cortometraje “Save Ralph”.

Aunque típicamente imaginamos a los animales como objetos de prueba en la industria estética de maquillajes, shampoo, cremas, etc, la realidad es mucho más cruel. Productos de gestión menstrual como los tampones pueden ser probados directamente en animales o contener blanqueadores, antibióticos, químicos y fragancias que fueron probados en vaginas de hembras mamíferas.

En el caso de los tampones, comencemos por saber que en agosto, se reveló con una investigación publicada en la revista Environment International que sus componentes incluyen todo químicos dañinos y potencialmente cancerígenos en pequeñas dosis, desde metales pesados como el plomo, el arsénico y el cadmio; plastificantes, también conocidos como ftalatos e inclusive, fragancias.

¿Pero cómo es que las industrias que desarrollan estos productos pueden determinar el mínimo posible que no les generará algún tipo de responsabilidad civil o penal por intoxicación?

Las vaginas de las conejas, así como de primates llamadas babuinas.

La forma de experimentación que debería denominarse tortura animal está contenida en la patente de EU. Número 5641503 A.

Supuestamente, el aditivo creado para tampones es capaz de disminuir la posibilidad de desarrollar el síndrome de shock tóxico. La patente se encabeza diciendo que: “Los productos absorbentes, especialmente los tampones catameniales [que se utilizan] para absorber fluidos corporales, como el fluido menstrual, la sangre y los exudados de heridas, comprenden una cantidad de un compuesto eficaz para inhibir la producción de la toxina del síndrome de choque tóxico-1 por las bacterias Staphylococcus aureus cuando los productos entran en contacto con las bacterias…”

Sin embargo, desarrollada la investigación, en el punto 77 comienza la narración atroz: “La evaluación de la eficacia in vivo se realizó de la siguiente manera. Tanto los tampones de control como los tampones con GML fueron enviados por correo al Southwest Research Institute en San Antonio, Texas, para ser evaluados en cuanto a la reducción de la formación de TSST-1 por *S. aureus* en la vagina de los babuinos. Se identificaron doce babuinas hembras mediante inmovilización con Ketamina HCl y examen vaginal para detectar evidencia de infección visible.”

Los babuinos son primates que viven principalmente en África y en algunas partes de la Península Arábiga. Las hembras de babuino han desarrollado prácticas muy parecidas a las de las mamíferas humanas cuando se trata de maternidad y cuidado de sus crías. Tienen hábitos tanto terrestres como arbóreos y son altamente sociales, viviendo en grupos organizados como tropas o tribus. Los babuinos son omnívoros y la ciencia los describe como primates muy inteligentes con complejas estructuras sociales que incluyen jerarquías establecidas.

Pero en este mundo enfermo, su destino es enfermar: “Los tampones de control sin terminar tenían 5 ml de una cepa toxigénica de *S. aureus* cultivada en caldo de infusión cerebro-corazón durante 24 horas a 37°C, absorbidos en sus extremos distales (los extremos alejados de la cuerda). Los tampones prepesados fueron introducidos inmediatamente en la vagina del babuino, sin el uso de un espéculo, y la cuerda de extracción fue cortada. Se tomó y registró la temperatura rectal y la presión arterial sistólica indirecta. Se tomaron muestras de sangre de 5 mililitros de la vena cefálica, y el suero fue almacenado a -70°C hasta que se pudiera realizar el análisis para la presencia de anticuerpos anti-TSST-1 y la química clínica.”

“Después del periodo de exposición de 48 horas, se insertaron tampones en todos los animales suplementados con 5.0 ml de su propio suero sanguíneo debido a la disminución del flujo menstrual.”

Hacia el punto 104 de la patente registrada por los inventores Brown-Skrobot y Susan Kay en 1997, se detalla que para el “Estudio vaginal” se utilizaron conejos de forma similar.

“Los conejos fueron anestesiados con ketamina 35 mg/kg y xilazina 6 mg/kg. Se insertó un tampón a través del seno urogenital en la vagina, por encima de la uretra, mediante un aplicador de plástico. Cinco ml de fluido ±1 cc de suspensión estafilocócica (S. aureus cepa FRI-1169) se aplicaron al tampón a través del aplicador. Un hilo para la extracción del tampón quedó en la abertura vulvar. Se obtuvo sangre para estudios de referencia a través de la vena marginal de la oreja. Después de 4 horas, el animal fue nuevamente anestesiado, el tampón se retiró mediante una suave tracción del hilo, y se insertó un segundo tampón. Se aplicaron otros 5 ml de fluido estéril sin estafilococos al tampón, y el segundo tampón se dejó en su lugar durante 4 horas y luego se retiró bajo anestesia como antes. Se insertó un tercer tampón, y se inyectaron otros 5 ml de fluido estéril.

Los tampones (de prueba o tratados con monolaurato de glicerilo) se dejaron en la vagina durante 14 a 16 horas para simular el uso nocturno. Se obtuvo sangre para cuantificación de TSST-1, estudios hematológicos y de química clínica. Al retirar los tampones, se determinó el peso y se extrajo el fluido. La concentración de TSST-1, el pH y las UFC de estafilococos se midieron mediante radioinmunoensayo, medidor de pH y el sembrado de diluciones en agar sal manitol.”

En resumen, hay tres conclusiones preliminares que deberían crear conciencia de la brutalidad que implica el hecho de que animales como los conejos o las babuinas sean inmovilizadas, infectadas y violadas con tampones en sus vaginas hasta por 16 horas o 48 horas:

1. Las hembras de todas las especies son torturadas sexualmente de maneras específicamente crueles en razón a lo que nos identifica como hembras, es decir, la menstruación y tener vagina. La explotación tiene género y el feminismo anti especista es más urgente que nunca;

2. La industria estética es la punta del iceberg sobre la experimentación en animales y pocos países restringen o prohíben productos que fueron testeados en animales, si es que hay un etiquetado con sellos sobre el impacto a la salud ¿Por qué aún no tenemos un etiquetado libre de maltrato animal y una prohibición de que circulen en nuestro país ese tipo de productos?;

3. Mientras sigamos consumiendo tampones o productos de gestión menstrual sin saber que fueron parte de esta atrocidad, seremos parte del problema. Si los gobiernos no los sacan del mercado, ¿Acaso un mercado consciente no los podría sacar?

Deja de usar tampones, busca productos libres de crueldad y veganos.

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