Reunión histórica en Palacio Nacional

En la agenda del presidente López Obrador —el martes por la tarde— estaba programada la visita de los legisladores de ambas cámaras. Y así pasó: muchos senadores comenzaron a moverse rápidamente para ser recibidos por el presidente de la república y máximo exponente del movimiento de izquierda en nuestro país. De hecho, al filo de las 6 de la tarde, encabezados por Ricardo Monreal, viajaban los senadores en grupo, como un gesto de unidad que, al final de cuentas, retrata el trabajo en equipo y, desde luego, la sinergia que se generó para marcar un precedente importante en la vida pública del territorio nacional. Fue, en palabras más simples, un hecho que ha marcado un antes y un después, sobre todo por lo que se aprobó en políticas públicas.

Siendo así, estamos convencidos de que, hoy por hoy, el Senado de la República fue un motor de impulso y el pionero para cimentar las bases del proyecto de nación. Es verdad, el mismo Monreal reconoció que hicieron falta algunas leyes y modificaciones que, por el tiempo, no salieron a flote. Sin embargo, la larga lista de cambios al marco constitucional son, ni más ni menos, los pilares que hoy sostienen este avance sustancial en distintas materias. Tratándose de temas de mucho interés, tenemos que reconocer al protagonista principal de estos largos seis años de quehaceres que, justo en ese lapso, se vivieron apasionantes y acalorados debates. Hablamos de Ricardo Monreal, pieza clave del engranaje.

En el Senado de la República, no es un secreto a voces, hubo momentos de mucha tensión. Es, hasta cierto punto, un hecho normal tomando en cuenta todo lo que se juega en el pleno. Hace unos días, en efecto, el propio Monreal recordó que, en su gran mayoría, se aprobaron leyes y reformas constitucionales. Para ser más exactos, más del 70 % salieron en consenso. Desde luego, el diálogo y la negociación fueron mecanismos infalibles que, a la postre, sirvieron de impulso para sellar acuerdos con la oposición. Recuerdo que, en momentos decisivos como el tema de la reforma militar, se generó un clima de polarización. Aun así, se logró el objetivo de llevar a buen puerto una de las prioridades del presidente.

Si tomamos en cuenta la relación tan sólida que se generó entre el ejecutivo federal y el legislativo, fue algo así como la combinación perfecta. La llegada de Adán Augusto marcó una nueva etapa cuando fungió como secretario de gobierno para operar, a la par con el líder de la fracción, el cabildeo con las distintas fuerzas que integran el pleno. De esta manera, se cumplió la meta que se trazó a principios de la gestión del mandatario federal. Durante seis años, queda claro, todos los legisladores, comprometidos con la causa, se entregaron al máximo y, de paso, defendieron a capa y espada toda la andanada que la oposición puso en marcha desde el pleno. Todos ellos, sin excepción alguna, han cumplido al pie de la letra la encomienda que el pueblo de México les otorgó para dar un giro total a las políticas públicas que tanto le hacían falta al país.

Y como los tiempos se acortan y los ciclos se cierran, fue un hecho histórico la reunión que sostuvo el presidente López Obrador con los legisladores. De hecho, ha trascendido que, en medio de todo ello, fluyeron los sentimientos encontrados y, desde luego, el agradecimiento total de viva voz del mandatario. En términos políticos, fue un acompañamiento en un momento trascendental que se vive a nivel nacional. Eso mismo sucedió con la proclama que lanzó Andrés Manuel. Él, de hecho, habló de lo fundamental que fueron estos seis años para sentar las bases de un gobierno democrático, pero también para apuntalar el desarrollo.

Desde mi punto de vista, esa fue la esencia de la visita a Palacio Nacional. Lo que se juega, sabemos, es la continuidad de las políticas de transformación que inició AMLO, razón suficiente para no tener excesos de confianza y, como se planteó desde un principio, ganar la elección presidencial y la mayor parte de las gubernaturas. Del mismo modo, seguir empujando fuerte para tener mayoría en ambas cámaras legislativas. De hecho, la lectura de los protagonistas como Monreal fue muy clara: continuar por el país y continuar profundizando la transformación.

Con mucha claridad, sabemos, Claudia Sheinbaum ganará la elección presidencial. De la misma forma, Morena está en condiciones de ganar Puebla, Morelos, Yucatán, Jalisco, Veracruz, Tabasco, Ciudad de México y Chiapas. Por eso la importancia que tuvo el encuentro en Palacio Nacional. En palabras más sencillas, fue un mensaje de despedida y, de paso, el llamado a respaldar el irrestricto compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación. De hecho, todo el trabajo que se ha venido haciendo, a lo largo y ancho del país, dará como resultado el triunfo contundente del lopezobradorismo. Aunque AMLO no aparezca en las boletas, su figura está latente para cobrar mucha fuerza a la hora de tomar decisiones en las urnas.

Mientras eso sucede, hace unos días, en Palacio Nacional, atestiguamos un hecho histórico.

Ricardo Monreal, por cierto, compartió la mesa principal con el presidente López Obrador en Palacio Nacional. Eso, además de un gesto de reconocimiento por su labor en el Senado, es una clara señal de lo importante que es el zacatecano. Sin ir más lejos, Monreal será el próximo coordinador de los diputados en San Lázaro. Está cantado.

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