La periodista incómoda

Tremenda polémica se armó con el último libro de Anabel Hernández “La Historia Secreta: AMLO y el Cártel de Sinaloa” en donde escribe sobre los vínculos no contados entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el Cártel de Sinaloa.

En su libro, que fue presentado en la Universidad de Harvard, una de las universidades más prestigiadas del mundo, acusa que desde 2006 y hasta 2018 las campañas del ahora presidente fueron financiadas por operadores del cártel.

De paladines a pasquines

Fiel a su costumbre de retar y descalificar, AMLO aseguró que varios periodistas lo han querido vincular con grupos del narcotráfico sin presentar pruebas, dijo que Anabel Hernández es una “vil calumniadora”, así como otros comunicadores y medios como Carmen Aristegui, el NYT o Reforma.

El presidente es un gran conocedor del funcionamiento de la prensa en México, algo que le parece útil, siempre y cuando no sea él a quien se investigue o señale. Pasó con Carmen Aristegui, una periodista que se ha caracterizado por ser crítica sin distingo de partido. Para el AMLO opositor, Carmen y algunos otros eran verdaderos paladines del periodismo, de hecho, fue de su ejercicio crítico y autónomo del que se nutrió para armar su narrativa y golpear a sus opositores, pero cuando arribó al poder y empezó a ser el cuestionado o investigado, estos se convirtieron en pasquines inmundos, en instrumentos del conservadurismo y empleados del PRIAN.

AMLO como opositor, destacaba la labor crítica de medios como El Universal, Reforma, Milenio e incluso a TV Azteca de Ricardo Salinas y su conductor estrella de noticias., del NYT, Washington Post, Financial Times y muchos otros, con Fox, Calderón, Peña Nieto y por supuesto, ahora con AMLO, quien hoy los descalifica.

Intolerancia y miedo

De todos los expresidentes aludidos, el único que entabló una batalla frontal contra periodistas y medios ha sido Andrés. No soporta las críticas, no soporta que con datos reales se contradigan sus dichos y sus “otros datos”, con alarde de cinismo niega contundentemente la realidad del país, una de las razones por las que prefiere no hacer giras internacionales, pues tendría que enfrentar a una prensa que no controla.

Cabe mencionar que existen investigaciones periodísticas que derivaron en investigaciones judiciales, que han hecho cimbrar a poderosos empresarios, políticos y hasta presidentes, uno de los casos más famosos, fue el Watergate, una investigación del Washington Post que a la postre provocó la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de los Estados Unidos.

Doble moral

AMLO conoce perfectamente el poder de la prensa y también sus “Joseph Goebbels” cuatroteros. El periodista Héctor de Mauleon en su columna narra lo que hace algunos años hizo Fernández Noroña, actual vocero de Claudia Sheinbaum: “En diciembre de 2010, Gerardo Fernández Noroña repartió en la Cámara de Diputados 320 ejemplares del que era por entonces el nuevo libro de la periodista Anabel Hernández: “Los señores del narco”. El diputado petista recorrió curul por curul, depositando el libro entre los legisladores presentes, entre otros, los panistas Josefina Vázquez Mota y César Nava”.

También relata que otros personajes del obradorato como Epigmenio Ibarra, John Ackerman o El Fisgón buscaron a la periodista para elogiar su trabajo.

La periodista Anabel Hernández basa parte de su nuevo libro en los testimonios de narcotraficantes detenidos y en investigaciones de la DEA, pero, en la doble moral de AMLO y sus corifeos, el presidente asegura que cómo se le puede creer a un narcotraficante que dirá lo que sea para negociar su sentencia y que la DEA solo actúa con fines políticos y que lo quieren fastidiar.

Sin embargo, toda su administración se ha dedicado a hacer una apología de Genaro García Luna, quien fue detenido a partir de investigaciones de la DEA basadas en testimonios de narcotraficantes, a los que, para eso sí, AMLO les dio total y absoluta credibilidad para poder acusar, enjuiciar y sentenciar a quien fue secretario de seguridad pública en el periodo de Calderón.

Tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe

El problema para Andrés es que las acusaciones sobre su presunta vinculación con el crimen organizado suben de tono, desde sus deferencias y condescendencia con la mamá y la esposa del Chapo Guzmán, las fotos con los Abarca y los señalamientos que pesan sobre la mayoría de los gobernadores emanados de Morena en Sonora, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz, Colima, Guerrero, Michoacán, Morelos y demás estados.

Cuando convino a sus intereses AMLO se montó en el periodismo crítico y de investigación, y los supo utilizar muy bien; ahora que él y su gestión son sujetos de escrutinio, investigación, cuestionamientos o señalamientos de los medios, son el diablo, vendidos e inmundos que orquestan campañas en su contra.

Es la actitud de un régimen populista, autoritario y con “cola que le pisen”. Pero, dejémoslo claro: yo no le creo a ningún narco, ni cuando señala a Calderón, ni cuando hace lo mismo con Andrés.

X: @diaz_manuel

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