Entre rosarios y cardenales

La intromisión del arzobispo emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, en un vociferante video en donde pide no votar por el partido que actualmente gobierna porque “nos encaminará al comunismo”, fuera de la locura que representa este jerarca de 91 años, famoso por sus desplantes y violación de la ley electoral (es lugar común que hable contra el comunismo), declaraciones contra derechos humanos y un dogmatismo (rayando en el fanatismo medieval más conservador) violento, lo ha condicionado a dejar de ser un referente pastoral para volverse un triste opositor que no hace sino enrarecer el ambiente religioso en donde el clero ha intervenido como nunca antes; de paso, opaca los esfuerzos de los Jesuitas y del Episcopado mexicano por dar propuestas sensatas de políticas públicas urgentes. Queda claro que el Episcopado carece de disciplina entre sus miembros y la corrección fraterna no es opción con estos pastores que, otrora alérgicos a la democracia, hoy la defienden como si la pastoral social no hubiera estado ausente cuando el pueblo padecía gobiernos opresores.

La senadora Lilly Téllez, famosa por su histrionismo (quizá debido a su escasa formación académica o su precaria curiosidad intelectual), realizó un acto religioso en el Senado de la República. Imprimió una lona gigantesca con el logotipo de la santa muerte y un mensaje que alude al presidente López Obrador. Con un toque dantesco, como si hiciera falta, se tomó una serie de fotos mientras sostenía un rosario frente a esta lona (no rezó, solamente lo sostuvo en alto para que los medios capturaran el triste ritual). Habló de “signos diabólicos”, promoviendo la duda sobre su salud mental y la necesidad de reforzar el Estado laico. Es cierto que últimamente hemos visto que estas dos esferas se tocan sin miramientos ni señalamientos, somos una nación sincrética en donde lo político tiene algo de fe y la fe tiene mucho de política. Curiosamente estos esfuerzos por “exorcizar” al presidente, solamente le ratifican como autoridad moral y lo invocan en esta coyuntura electoral. ¿Será benéfico para la candidata del PAN y del PRI que se le relacione con estos personajes ultraconservadores como Josefina Vázquez Mota o Lilly Téllez?

En esta maraña religiosa cabe preguntarse por la presencia del INE, de la Secretaría de Gobernación (por el tema de asuntos religiosos), dónde está la clase política que nos merecemos y dónde está el siglo XXI en estos grupos de conservadurismo duro y retrogrado. Cuidado, viene una oleada de estos personajes, encumbrados por panfletos ideológicos de extrema derecha (Gloria Álvarez, Agustín Laje, etc.) con una traducción real en el grupo de líderes latinoamericanos procapitalistas como Daniel Noboa, Javier Milei o Nayib Bukele. En México es un grupo incipiente, representado por Eduardo Verástegui, sin embargo, estén alertas porque no se sabe ni el día ni la hora. Entre cardenales anticomunistas y senadoras rezanderas, esta surreal patria habrá de enfrentarse en las elecciones para determinar nuestro futuro: toda una lucha entre el bien y el mal.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *