Ricardo, el hombre que nunca se fue
En el marco de su reunión plenaria celebrada este miércoles, los senadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de cara al último periodo ordinario de sesiones de la LXV Legislatura, el cual arrancó este 1 de febrero, optaron por la lógica y el sentido común al elegir por unanimidad a Ricardo Monreal Ávila como su líder de bancada en sustitución de Eduardo Ramírez Aguilar, quien a su vez solicitó licencia para separarse de su cargo, pues a partir del primer minuto del mes entrante (marzo) inicia campaña en su natal Chiapas en busca de alcanzar la gubernatura de aquella entidad.
Sin duda alguna, los guindas tomaron una decisión congruente, pues tienen en el zacatecano (quien al ser el líder parlamentario de la bancada mayoritaria de facto también asume la presidencia de la Junta de Coordinación Política) a su único especialista en temas parlamentarios y legislativos, quien así retoma una posición en la que ya estuvo gracias al nivel y a la estatura que le reconocen desde Palacio Nacional, la dirigencia nacional morenista e incluso su candidata presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo.
Ricardo es un hombre mesurado, pero sobre todo es un verdadero conocedor de lo que se mueve y cocina en las tripas de la política. Sabe que en este oficio habrá veces en las que se estará adentro, otras tantas se va a estar afuera y en unas más ni siquiera se podrá estar. De ahí la importancia de saberse recargar en la paciencia y en la serenidad, porque uno nunca sabe, valga la expresión beisbolera, cuando llegará el momento de que le llamen para presentarse en la caja de bateo.
Y, le duela a quien le duela, tanto en Morena como en la oposición, hay muy pocos animales políticos como él. Quizá en México él es el único de su especie y ahí es justo donde radica su valía: sabe moverse, sabe negociar, sabe trabar acuerdos, sabe cuándo ceder, sabe cuando hay que apretar (sin asfixiar)… y su trabajo en las últimas legislaturas habla por sí solo. Rindió buenas cuentas y dio excelentes resultados al consensuar la aprobación de todo el marco jurídico que caracterizó a la Cuarta Transformación. Él fue el ariete con el que Morena logró cerrar la pinza en temas de educación, salud, Guardia Nacional y todas las reformas constitucionales que se aprobaron.
Por eso, se entiende y se justifica su regreso… aunque, en realidad, jamás se fue.
En su carácter de hombre que se sabe relevante para los intereses de su movimiento, Ricardo reconoce que esta circunstancia lo tomó desprevenido, porque una vez que salió de la Cámara Alta para ir en busca de la candidatura de Morena a la Presidencia de la República sabía que la posibilidad de reincorporarse a los trabajos del Senado era remota. Improbable. Sin embargo, los liderazgos morenistas, dentro de su propia autorreflexión y, conocedores de los usos y costumbres de la política, reconocieron que en esta importantísima coyuntura, con una elección presidencial a la vuelta de la esquina, sí o sí tenían que ubicar como líder de su bancada y como presidente de la Jucopo a su perfil de mayor peso específico.
Y como bien dice la Biblia en proverbios 17, versículos 27 y 28: “Es de sabios hablar poco y de inteligentes mantener la calma”.
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