Revista Contemporáneos: Polémica en torno al nombre y su contenido

I. Conferencia “La poesía de los jóvenes de México”

En mayo de 2024 se cumplirán cien años de la conferencia “La poesía de los jóvenes de México”, ofrecida por Xavier Villaurrutia en la Biblioteca Cervantes de la Ciudad de México, donde, sin decirlo abiertamente, presentaba a la generación conocida como Contemporáneos; por el nombre de la revista representativa de ese grupo.

Poetas nacidos a principios del siglo XX, desde 1917 y hasta 1923, muy jóvenes, participan en las revistas Pegaso (1917), San-ev-ank (1918), Revista Nueva (1919), México Moderno (1920-23), Policromías (1920), El Maestro (1921-23), La Falange (1922-23). Posteriormente, en publicaciones de madurez como Ulises, Forma, Examen, y la emblemática, la revista símbolo, Contemporáneos (1928-31).

Por otra parte, la mayoría de ellos trabaja en torno a José Vasconcelos -la Universidad y la SEP creada en 1921- y a Jaime Torres Bodet, el integrante más avezado de la generación, empeñado en asuntos públicos.

En dicha conferencia se da sentido a la idea de que los poetas agrupados en proyectos literarios comunes durante los años recientes, conforman una generación artística y cultural. La conciencia individual y la colectiva convergían y se afirmaría al fin. A ello contribuía no sólo la obra acumulada y los tácitos acuerdos, también las críticas y crudos ataques que habían recibido. Si bien algunos del grupo –José Gorostiza, por ejemplo- se mostraron poco afectos a la idea de verse etiquetados, la mayoría asumió el sentido no tanto en las palabras como en los hechos. Y esto es lo que trascendería.

En “Notas sobre poesía”, posterior a la conferencia y reconociendo de cierta manera el concepto, Gorostiza escribió: “Los poetas de mi grupo -…- nos complacíamos en reconocernos individualmente distintos de cada uno de los demás y, en conjunto, algo así como extraños a la generación que nos había precedido”.

II. La generación de Contemporáneos

Contemporáneos no fue un grupo creado por acto deliberado; no existió manifiesto artístico o programa de acción como bandera de presentación pública. La generación se expresa virtualmente a través de los intereses particulares de sus integrantes. No obstante, debido a los antecedentes poéticos del modernismo, sus gustos literarios afines (autores franceses, españoles y también estadounidenses, de quienes recibieron marcada influencia), su cultura de clase media ilustrada y también a causa de las circunstancias históricas del país, el grupo llegaría a coincidir en diversos puntos de encuentro. Estos elementos -involuntarios en principio, objetivos-, permitirían consolidar una generación poética, literaria y crítica trascendente de/para la cultura mexicana del siglo XX.

III. Integrantes de la generación

¿Quiénes integran la generación? -”grupo sin grupo”, como le llama Villaurrutia, “generación sin drama”, como la califica Gorostiza, o “archipiélago de soledades”, como la denomina Torres Bodet-. De acuerdo con Guillermo Sheridan, que en 1985 publicó el ensayo Los Contemporáneos ayer, se complementa por un núcleo compuesto por “un primer grupo formado por Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo y José Gorostiza; y un segundo grupo formado por Xavier Villaurrutia y Salvador Novo…, primero, y después por Jorge Cuesta y Gilberto Owen”. Hay quien incluye a Carlos Pellicer, Rubén Salazar Mallén, Celestino Gorostiza, Octavio Barreda, José Alfredo García Loya y Elías Nandino; Octavio Paz incorpora incluso a Samuel Ramos.

Y bien, ¿cuál es la importancia de la conferencia ofrecida por Villaurrutia en mayo de 1924 y publicada en septiembre de ese año en la revista Antena?: El hecho de que el sentido de generación queda definido. Aunque pasarían cuatro años más antes de que la revista distintiva saliera al público en junio de 1928.

IV. Polémica sobre el nombre Contemporáneos

Dos obras importantes preceden a la revista. Antología de la poesía mexicana moderna (1928), firmada por Cuesta aunque todos participaron en su propia inclusión. Antología muy estricta con los poetas del pasado pero muy laxa para con ellos, los antologadores. La otra, Contemporáneos: notas de crítica, de Torres Bodet; 1928 también. Notas útiles para difundir y consolidar la idea de que su autor es la autoridad primigenia en la concepción y caracterización de Contemporáneos como entidad definida, específica, independiente y diferenciada de otras.

La polémica sobre el nombre de la revista y, por tanto, de la generación, surgió desde el principio. Sheridan propone que Torres Bodet aprovechó el título del fracasado proyecto de fundar la revista en 1925, pues se había comentado entre los poetas y en la conferencia de Villaurrutia desde 1924; afirma que había sido una idea grupal, no individual.

Con la aparición de su ensayo, Torres Bodet dio un golpe de autoridad. Por ello a él se atribuye normalmente el surgimiento y el nombre de Contemporáneos. Así lo deja ver en Tiempo de arena, primer tomo de sus Memorias, donde, tras un viaje como conferencista a Nueva York y La Habana, consigna que regresaba a México “con una esperanza más: la de vigorizar la acción que requería –de mis amigos y de mí mismo- una revista que, desde hacía tiempo, deseábamos publicar”. Apenas desembarcó en Veracruz, empezó a trabajar en ello. Existe también el registro de dos cartas de Torres Bodet a Reyes (1925) en que habla de la revista. En una lo invita a colaborar (3 de junio); en la otra le informa que ha “muerto antes de nacer” (26 de octubre).

Tengo para mí que quien fija la cuestión es Miguel Capistrán en un magnífico libro de 1994, Los Contemporáneos por sí mismos. Ahí nos dice que la palabra y el concepto “contemporáneos” anidaron en la predilección verbal del adolescente Jaime Mario (Torres Bodet), en la biblioteca familiar, con la consulta de la colección Les Contemporains –Maison de la Bonne Presse, de 1895, y otra colección con mismo nombre de Éditions du Capitole, de 1923-, y del diccionario Biographie Nouvelle des Contemporains, de 1825. Sin duda, Torres Bodet capitalizó la empresa no sólo con su ensayo, también con la fundación y dirección de la revista al lado de Ortiz de Montellano.

Contemporáneos. Revista Mexicana de Cultura, apareció en junio 1928 con patrocinio inicial de Bernardo Gastélum, desde el Departamento de Salubridad. No obstante, al cambio de gobierno, el mecenazgo lo ejercería Genaro Estrada -subsecretario de Relaciones Exteriores- hasta el fin de la publicación, en 1931, con un total de 43 números. Participaron, de una u otra forma, todos los poetas de la generación e invitados extranjeros, y se identifica como la revista del grupo a pesar de que entre ellos existieran diferencias. La sección principal era la de Poesía, también había Ensayos y Prosa (cuentos, fragmentos de novela, teatro), y las secciones “Motivos”, “Letras de México y sobre México”, “Los últimos libros mexicanos”; el volumen final con los números 42 y 43 inauguró aún la sección “Libros de América”.

V. Polémica sobre características de la generación y el contenido de la revista

Más allá del nombre, lo que importa es la caracterización de Contemporáneos, la generación y la revista. Aquí sólo llamaré brevemente la atención sobre dos asuntos: 1. La presencia de México como tema. 2. La polémica sobre los escritores nacionalistas contra los extranjerizantes que se dio en la década de los 20′s y principios los 30′s del XX.

En cuanto al primer punto, ante la acusación de no estar interesados en el país, que su mirada e inclinaciones estaban exclusivamente puestas en el extranjero, una revisión detallada del contenido de la revista ha revertido la acusación. Y es que si de hablar de México se trataba, en Contemporáneos se hacía. En el tercer aniversario de la revista, Ortiz de Montellano, su director, afirma que la palabra que más advierte en sus páginas “es M – – – – o, con x o con j, escrita, siempre, con pluma-fuente de marca universal”. Sin duda, esta sentencia sintetiza la aspiración y la característica de esta generación crítica. Sucede que ellos deseaban ubicar su cultura y su producción artística y la de México a la altura de las mejores del mundo.

En el segundo asunto, sí, hay polémica, pero sobre todo matices que merecen destacarse, pues ni los de Contemporáneos son “tan” extranjerizantes ni los “nacionalistas” son todos folklóricos.

Resulta una dicotomía simplista de la crítica contraponer a escritores nacionalistas –la “moda” o tendencia posrevolucionaria-, contra los “extrajerizantes”, es decir, los Contemporáneos. Frente a esta perspectiva, son sumamente reveladoras las observaciones que surgen de la agudeza de Alfonso Reyes; ¡sí, otra vez Reyes!

La publicación de Capistrán –extraordinaria colección de notas, correspondencia, ensayos, artículos,…- arrojaría claridad sobre este debate entre nacionalismo y extranjerismo o cosmopolitismo en la literatura postrevolucionaria. En particular, por la inclusión de los textos del periodista y político precoz de gran importancia y muerte prematura, Héctor Pérez Martínez, y su intercambio epistolar con Reyes, que muestran la existencia de una tercera línea desprendida de la dicotomía simplista. Arrastrado al debate por Villaurrutia y el periodista, acusado por este de alejamiento de lo nacional, Reyes responde afirmando su interés en el país no obstante la distancia. Escucha a Pérez y defiende a los Contemporáneos tratando de conciliar hasta llegar, me parece, a una conclusión feliz.

Contrario a lo establecido por la mayoría de los críticos, incluyendo a Krauze, Sheridan y Paz (literatura de “guitarra y canana”, la ha calificado el premio Nobel), había matices peculiares entre los llamados nacionalistas. Escribe Pérez a Reyes el 16 de agosto de 1932: “Es un error considerar que cuando nosotros pedimos un arte mexicano pensemos en la jícara, en el charro, en Pátzcuaro o en Olinalá. Nada más extraño a nosotros que lo anecdótico. Nuestro afán no es turístico ni ‘mexicanante’. Al decir mexicano pensamos en la gravedad de nuestros paisajes –apuntados por usted en la Visión de Anáhuac y en el Discurso por Virgilio- pero olvidados neciamente y repudiados en esta fase de la literatura que se produce actualmente en México… Nuestra situación social no permite referirse ahora a la vida individual porque… somos todavía un hecho patético y nos debemos íntegramente a nosotros mismos; porque todavía no somos un país de vuelta de su historia… aquéllos a quienes impugnamos son los más artificiosos ya que conciben de manera previa su obra –imitando de una manera tan vil- y se complacen en desnaturalizarla robándole ese íntimo sentido de lo mexicano que pudo manifestarse por donde menos nadie lo pensaba… Nuestra verdadera impugnación es esa: libertad; que lo mexicano subirá a flote con sólo dejar correr lo sincero”.

Reyes responde el 25 de septiembre de 1932, no sin divertirse un poco un día antes, el 24. Desde Río de Janeiro escribe unos versos satíricos alusivos inéditos hasta 1994:

Deja que a comer te invite,

para que te ofrezca, ufano,

este plato mexicano

de huauzontle y de quelite

y de papaloquelite.

Argumenta Reyes:

“¿Se trata de un verdadero encuentro de tendencias espirituales, o de incompatibilidad entre dos modas, o de un simple choque de antipatías personales? Porque yo empecé por creer lo primero, y luego pasé a lo segundo, y al fin me voy inclinando a lo tercero… ¿Quiénes son ustedes? ¿Y quiénes son los del otro bando? ¿Los de Contemporáneos? Porque entre estos yo encuentro muchos que hacen esfuerzos de mexicanismo… se han ocupado mucho de arte y letras mexicanas… Yo nunca he disimulado el ansia con que espero la producción de una literatura verdaderamente nacional… y tal vez estamos llegando al día anhelado… Héctor, entre usted y yo, aquí a solas, yo me temo que en el fondo se trate de que tales o cuales individuos se han vuelto antipáticos a los ojos de otros, porque han hecho alarde de tales o cuales cosas… Yo creo percibir que ustedes difieren de los otros más bien por una cuestión de temperamento… No deje que un sentimiento de incompatibilidad personal (si es que lo hay) se le vuelva conflicto estético… ¿Quién sabe qué es lo mexicano? Lo que importa es que sea sincero, y que esa energía se traduzca en la obra de ustedes, los muchachos, los queridísimos poetas y escritores que despuntan y en quienes yo aprendo a rejuvenecerme y confiar.”.

VI. Trascendencia de Contemporáneos y de Torres Bodet

Lo incuestionable en realidad es la trascendencia literaria de los miembros de la generación, su poesía, novela, ensayos, el ejercicio periodístico y la crítica. Y también el alcance de algunos de ellos como figuras de la vida diplomática y pública de México. Torres Bodet, el primero, como secretario de Educación dos veces, de Relaciones Exteriores, Director General de la UNESCO. Gorostiza como secretario de Relaciones Exteriores. Novo participó en la creación del INBA y tuvo otros cargos.

La influencia de los Contemporáneos se extendería a generaciones posteriores; como asimilación o rechazo (de manera directa aun, por ejemplo, Paz fue discípulo de Pellicer; Monsiváis y Pacheco, de Novo). Sobre todo, a la inmediata, la de Paz, quien por cierto, en su análisis definiría a Contemporáneos como “un gran poeta de muchas voces”. Paz, muy dado a las buenas frases pero un tanto exageradas, como en este caso, generaliza y quizá sea conveniente darle mayor contenido a la misma. Y así, con Gastón García Cantú, considerar que la obra del grupo está, “a más de su revista,… en la prosa de Villaurrutia y en algunos de sus poemas; en Muerte sin fin, en los poemas en prosa de Owen, en las memorias de Jaime Torres Bodet, en la crítica de Jorge Cuesta y en las sátiras quevedescas de Novo”.

Paz, severo crítico siempre de Torres Bodet –”hombre público, poeta secreto”, le ha llamado; y aun ha intrigado sobre asuntos diplomáticos-, en su visión tardía sobre la generación lo coloca en un lugar destacado como poeta, más allá de su condición pública, y elogia un sobrio pero bello poema que él, Paz, considera escalofriante, aterrador, “Dédalo”, magnífico ejemplar de su poesía:

Dédalo

“Enterrado vivo

en un infinito

dédalo de espejos,

me oigo, me sigo,

me busco en el liso

muro del silencio.

Pero no me encuentro.

Palpo, escucho, miro.

Por todos los ecos

de este laberinto,

un acento mío

está pretendiendo

llegar a mi oído…

Pero no lo advierto.

Alguien está preso

aquí, en este frío

lúcido recinto,

dédalo de espejos…

Alguien, al que imito.

Si se va, me alejo.

Si regresa, vuelvo.

Si se duerme, sueño.

—“¿Eres tú?”, me digo…

Pero no contesto.

Perseguido, herido

por el mismo acento

—que no sé si es mío—

contra el eco mismo

del mismo recuerdo,

en este infinito

dédalo de espejos

enterrado vivo.”.

La obra de Contemporáneos, a la cual una y otra vez se vuelve, está viva en el espectro de la literatura mexicana como muestra de trabajo crítico, creativo e ingenio. Como parangón de las posibilidades de realización. Y, ¿por qué no?, como expresión ejemplar de superación intelectual para las inquietudes literarias colectivas o individuales de las nuevas generaciones en un país urgido de la recuperación del pasado cultural y de la conquista asimismo de un mejor futuro social, cultural, artístico y vital.

Ciudad de México; 17 de octubre de 2023.

P.d. Ponencia resultado del Seminario “La Crítica Literaria”, de la Maestría en Literatura Mexicana Contemporánea de la UAM.

Héctor Palacio: @NietzscheAristo

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