“Era periodo de elecciones; era, en consecuencia, periodo de violencia”

Hostis publicus

He leído la novela de Santiago Posteguillo Roma soy yo. La verdadera historia de Julio César. El capítulo Senatus consultum ultimun empieza con la expresión del título de este artículo. Busqué en Google el significado de senatus consultum ultimun. Encontré un trabajo de fin de grado de Jorge Rodríguez Rodríguez, de la española Universidad de Compostela. Entendí lo siguiente:

Senatus consultum ultimun era “una declaración senatorial empleada por primera vez en el 121 a.C. en la ciudad de Roma”.Se trataba de una medida de excepción, utilizada por el Senado, que atentaba “contra los derechos de los ciudadanos, con el pretexto de la salvación de la república”.El o la senatus consultum ultimun tenía su complemento en la declaración hostis publicus.Mediante el procedimiento de hostis publicus se decidía quiénes eran enemigos del Estado y se les condenaba a perder automáticamente sus derechos ciudadanos, “pudiendo ser reprimidos sin ninguna limitación ni control” (esto afirma una síntesis del libro Los espacios de la esclavitud y la dependencia desde la antigüedad, de Alejandro Beltrán, Inés Sastre y Miriam Valdés; por cierto, es una obra curiosamente dedicada a Plácido Domingo).En resumidas cuentas —vuelvo al trabajo de Jorge Rodríguez Rodríguez— tanto la declaración de senatus consultum ultimun como la de hostis publicus fueron utilizadas por la oligarquía romana como su “principal mecanismo de represión frente al adversario político”.

En la novela de Posteguillo, el escritor, después de afirmar eso de “era periodo de elecciones; era, en consecuencia, periodo de violencia”, añade lo siguiente:

“La brutalidad, la muerte y la locura parecían campar a sus anchas cuando se acercaba el momento de elegir a los hombres que debían ocupar los cargos más importantes de la república”.

ROMA SOY YO

Queda claro que el Senado en la antigua Roma era represivo. ¿Puede decirse lo mismo del actual Senado mexicano? Creo que no. Sus integrantes tienen poco poder y el principal reproche que merecen senadores y senadoras de México —con excepciones— surge de que son personas maleducadas e incultas que perdieron el miedo a presumir su ignorancia.

Violencia política, violencia mediática

¿Podríamos decir ahora mismo, en nuestro país, que por estar ya bien metidos en el periodo electoral, estamos en un periodo de violencia política?

Tristemente, sobran razones objetivas para pensar que hay gente interesada en generar condiciones para la violencia política. Gente que no participa en el Senado, sino en los medios de comunicación. Esto es grave ya que los y las periodistas con experiencia en utilizar la calumnia y la mentira son bastante más influyentes —y mucho más peligrosos— que senadores, senadoras, diputados, diputadas.

En una conferencia de 1999 en el entonces llamado Instituto Federal Electoral, el expresidente español Felipe González dijo que “la democracia se ha vuelto mediocracia”. Él afirmaba que la prensa no es el cuarto poder, sino “el poder que filtra cualquier tipo de poder”. Y apuntaba que las personas dedicadas a la política habían cedido “a los medios, a los periodistas, el privilegio de decidir nuestra agenda”.

La comentocracia mexicana, entonces, como el Senado en la antigua Roma, se siente con el derecho de condenar a quien considere atente contra la república. Es un derecho que la prensa no se dio a sí misma, sino que recibió de una clase política decadente que renunció a sus responsabilidades.

Eso explica que en febrero de este año la derecha diera a la periodista Beatriz Pagés el principal liderazgo al invitarla a ser oradora en la más importante marcha a favor del INE cuando lo controlaba un niño mimado de la política, hoy bastante marginado: Lorenzo Córdova, en efecto.

No tenía Beatriz Pagés méritos intelectuales ni periodísticos, mucho menos políticos, para que fuera aclamada como dirigente del movimiento de la derecha mexicana que combate a la 4T —esto es, a AMLO y a Sheinbaum—. ¿Por qué tres partidos e importantes empresarios conservadores le dieron tanta relevancia a una persona de segunda división en los medios? Respuesta: por tontos.

Pagés, directora de la muy venida a menos revista Siempre!, solo había destacado por insultar al presidente López Obrador. Entonces, por esa única razón ella fue coronada como líder de la derecha en una de las manifestaciones más grandes que los partidos conservadores han organizado.

Ahora, los excesos de Beatriz Pagés espantan a analistas de derecha —como el economista Isaac Katz y el historiador Enrique Krauze—.

Pagés decidió que la portada de su revista se ilustrara con una imagen de Claudia Sheinbaum, en la que esta mujer, candidata presidencial de Morena, tiene en la cabeza una diadema con símbolos nazis.

A Enrique Krauze le pareció “infame” esa portada. Tiene razón el historiador. Pero lo que hizo Beatriz Pagés habría tenido mucho menos impacto y no habría escandalizado a nadie si, el pasado febrero, la derecha —incluyendo al propio Krauze—, no hubiera hecho de la calumniadora de la revista Siempre! la líder principal de la protesta contra la 4T.

La siembra de odio y la Virgen de Guadalupe

Es positivo que alguien como Krauze descalifique una publicación que insultó a Sheinbaum. Pero no es la única manifestación de odio contra la candidata de Morena y contra el presidente AMLO, fundador del partido de izquierda.

Han sido muchos años de siembra de odio contra quienes dirigen la 4T, personas honorables —como Andrés Manuel y Claudia, sí— que llegaron a lo más alto del poder después de ganar elecciones limpias, y que con legitimidad aspiran a volver a ganar respetando las reglas de la contienda democrática.

Partidarios de Andrés Manuel han denunciado que en los medios de comunicación está en marcha un proyecto golpista. Ello ante la imposibilidad de derrotar a Morena en las urnas —en la encuesta de MetricsMx Claudia supera a Xóchitl por 40 puntos de diferencia y hay algunas, como la de De las Heras Demotecnia, que le dan ventajas superiores a los 50 puntos porcentuales—.

Hoy, en Reforma, Enrique Krauze sostiene, basado en una cita de Ignacio Manuel Altamirano, que la Virgen de Guadalupe es el único vínculo que une a todos los partidos políticos. Al final de su artículo, Enrique dice correctamente que llegó la hora en Mexico “de invocar el espíritu de la reconciliación”.

Pero Krauze falla en su diagnóstico de que “México lleva demasiado tiempo dolorosamente sumido en una discordia inducida por el poder”, es decir, por AMLO. Enrique Krauze se refuta a sí mismo con su condena a la calumnia contra Claudia Sheinbaum lanzada por Beatriz Pagés, que fue, repito, la dirigente importante de la principal marcha de oposición.

Pienso que Andrés Manuel solo se ha defendido de tantas críticas que ha recibido —algunas objetivas, la mayoría calumniosas—. Su defensa ha consistido en, nada más, argumentar contra quienes le cuestionan. No ha habido represión contra nadie que se exprese en los medios. Porque reducir el gasto en publicidad oficial no puede ser considerado un acto represivo.

La victoria y la derrota que vienen

En su escrito de este domingo en Reforma, Krauze habló de que necesitamos recuperar el “el espíritu de la reconciliación”. Ojalá Enrique recuerde esa frase la noche de las elecciones presidenciales, después de que se cuenten los votos que, muy probablemente, darán la victoria a Claudia Sheinbaum. México necesitará que la derecha acepte rápidamente su derrota. ¿Será posible?

No sé si el español Felipe González sea amigo del mexicano Enrique Krauze. Probablemente, sí. En 2007 González publicó un artículo en el que decía que la “aceptabilidad de la derrota es un elemento esencial del funcionamiento democrático”. Por cierto, la conferencia de 1999 del mencionado expresidente en el IFE tenía este título: “La aceptabilidad de la derrota, esencia de la democracia”.

Aquí dejo la conferencia de Felipe González en el viejo IFE sobre la aceptabilidad de la derrota para que la lean o relean intelectuales que evidentemente detestan a AMLO, como Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda; periodistas que con frecuencia mienten sobre la 4T, como Denise Dresser, Raymundo Riva Palacio, Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola, y empresarios que han sido mencionados entre quienes aportan estrategias a la oposición, como Alejandro Junco de la Vega, José Antonio Fernández, Enrique Coppel, Claudio X. González y Alejandro Ramírez.

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