Zaldívar y el menosprecio por el Poder Judicial

El Poder Judicial en México, y en particular, la Suprema Corte de Justicia, vive la más acuciante crisis de su historia. Por un lado, se ha visto envuelta en un espiral de acusaciones y descalificaciones por parte del presidente de la República, a la vez que ha sufrido un desprestigio institucional tras darse a conocer el plagio de la ministra Yasmín Esquivel.

En adición, AMLO no ha cejado en su empeño de utilizar los ataques contra la Suprema Corte como signo de identidad de la autoproclamada 4T, llamando a sus votantes a pronunciarse en las urnas en favor de un plan C, mismo que en los hechos conllevaría el desmantelamiento del Poder Judicial como se le conoce y daría paso eventualmente a una dictadura de partido en manos del jefe del Ejecutivo surgido de las siglas de Morena.

Sin embargo, a esta crisis institucional se ha sumado otra. La renuncia de Arturo Zaldívar a la Corte y su inmediata reunión con Claudia Sheinbaum como miembro del “movimiento de transformación” encierra en sí misma un desprecio profundo hacia el Poder Judicial y a su responsabilidad constitucional como garante del respeto de la Carta Magna.

Zaldívar, con su acto, no únicamente ha dañado su prestigio personal tras haber dejado el “barco que se hunde” tras la buscada desaparición de los fideicomisos y la “eventual” reforma al Poder Judicial, sino que ha puesto en tela de juicio los principios inalienables de la separación de los Poderes de la Unión.

¿Se ha olvidado Zaldívar que ser ministro de la Suprema Corte representa el máximo honor que un jurista puede ostentar? ¿O ha preferido quizá olvidarse de los honores y sumarse a un proyecto político que promete un mejor futuro personal? ¿O estuvo motivado por presiones surgidas de Palacio Nacional para dejar un espacio libre en la Corte y que el presidente AMLO pudiese nominar nuevos ministros para el máximo tribunal, y así violar el derecho parlamentario y contravenir la Constitución sin que la Corte suponga un freno a sus ambiciones?

En todo caso, si bien Zaldívar es un mexicano libre que puede profesar libremente sus creencias y filias, el acto de haber renunciado a la Corte para sumarse a un movimiento político trasluce un profundo desdén hacia el Poder Judicial, una posible violación a la Constitución y, sobre todo, una traición a la rama judicial.

Sobre este último punto, el lector deberá recordar que AMLO y su movimiento buscan, mediante sus repetidas estratagemas políticas, desmantelar a ese Poder Judicial que tanto estorba para la consecución de su autoproclamada 4T.

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