De lunas y de trenes

IRREVERENTE

Me gusta el tren porque no sabe ir para atrás. De la Luna, ya leerán…

Les platico:

Los nacidos en Cáncer somos hijos de la Luna.

Bueno, unos más que otros, sobre todo quienes venimos a éste mundo a las 5 de la mañana en julio.

Así como el Sol es paternidad, la Luna es maternidad.

Y al quedar sus hijos huérfanos, la madre Luna le entra al quite. No sé si con el Sol suceda lo mismo, pero con la Luna, sí.

Es mi caso desde hace poco y por eso me abrazo a ella y ella a mí.

Ya se va octubre, que es el mes en que luce más hermosa que nunca.

Por eso, la busco todas las noches, aunque veleidosa como es, le gusta esconderse.

Cuando aparece como musulmana bajo un cielo estrellado (underneath a starry sky), esa franjita sonriente me lleva a preguntar: ¿quién dice que solo llena es ella bella?

¿Y los trenes?

En 1970 apareció un grupo holandés que se llamaba “Shocking Blue” y se hizo famoso con una pieza que se llamaba “Nunca te cases con un ferrocarrilero”.

Mi abuela se casó con un ferrocarrilero alemán. Ya les platiqué su historia.

No sé si alguna vez doña Lupe escuchó esa canción pero para nada aplicaba en ella ni en don Plácido.

Ya les dije. Me gustan los trenes porque nunca van para atrás, siempre hacia adelante, como debe ser todo en esta vida.

Para adelante es el presente y el futuro.

Así soy yo, pero muchas personas no, porque viven, ven y van hacia atrás, atrapadas en el pasado.

Lo bueno se les olvida, pero tienen una memoria prodigiosa para lo ocurrido hace 7, 10 años.

Estaba muy pendiente del eclipse parcial lunar que ocurrió la noche de este sábado.

Quería verlo, pero “se me fue el tren” y de pronto, en la madrugada, por arte de magia, apareció en mi memoria de las cosas buenas, una pieza que a los 5 segundos de empezar sé cómo se llama, quién la toca, el año en que fue grabada y también la letra.

Se las comparto, porque en una noche de luna eclipsada todo puede suceder…

Cajón de sastre:

“—”

Por la paz.