La UNAM, el CEU y el nuevo rector

Esta semana, la junta de gobierno de la UNAM entrevistará a los diez aspirantes a la rectoría. Se trata de la última y definitiva etapa del proceso de elección del rector. Ritual de claustros académicos que han garantizado la estabilidad de la máxima casa de estudios por un siglo.

Al nuevo rector o rectora le corresponderá las relaciones institucionales con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en su último año y los tres primeros años del siguiente gobierno. Una relación que desde ahora se antoja complicada e intensa, pero necesaria para el país y la UNAM.

He escuchado con atención las entrevistas de los aspirantes, particularmente a las mujeres. Los siete hombres y tres mujeres son universitarios honorables, dignos representantes de nuestra comunidad.

Me parece un acierto que Imanol Ordorika Sacristán sea uno de los diez finalistas.

Imanol Ordorika cuenta con los méritos para ser rector de la UNAM. Las cosas como son. Representa un proyecto de universidad pública diferente a las visiones que prevalecieron en la educación superior del último medio siglo.

Recordemos brevemente que la primera línea de contención al proyecto neoliberal del gobierno de Miguel de la Madrid fue el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), del cual Imanol fue uno de sus principales dirigentes.

Fue Imanol Ordorika quien en aquella sesión del Consejo Universitario que aprobó las reformas del entonces rector Jorge Carpizo, realizó una defensa de la universidad pública y sentenció “Volveremos y seremos miles”. Así fue. Meses después el CEU se movilizó, recuperó las calles y las plazas de la CDMX; con argumentos confrontó y ganó el debate a los representantes del rector en los primeros diálogos públicos transmitidos en vivo por Radio UNAM, algo inédito en los sexenios priistas.

En el Congreso Universitario de 1990, literalmente, hubo un empate de fuerzas. El CEU logró detener el proceso de privatización de la UNAM, como se dijo en aquellos momentos, pero las autoridades universitarias impidieron cualquier reforma construida desde la comunidad universitaria. En la huelga estudiantil de 1987 y en el Congreso Universitario de 1990, Imanol Ordorika fue una de las voces más lúcidas e insistentes en la transformación universitaria.

De esa generación de dirigentes, Imanol Ordorika se inclinó por la investigación y la docencia, con estudios en el extranjero y después incorporándose a la UNAM como investigador en donde ha desarrollado una consistente trayectoria.

Recuerdo al Imanol activista en cientos de asambleas y mítines en la UNAM, con su abundante cabellera, cerrada barba, ojos de furia y palabras contundentes. Ahora veo y escucho al Imanol investigador y aspirante a la rectoría.

En estas tres décadas, la visión y propuestas de Imanol respecto a la UNAM se fortalecieron con la experiencia y el estudio, pero la esencia sigue viva: una universidad pública, autónoma, humanista, solidaria, cuyas funciones de docencia, investigación y difusión de la cultura contribuya al bienestar de México.

El proyecto de universidad pública que una generación de estudiantes soñamos y defendimos desde la movilización y la razón, tiene un buen representante en Imanol Ordorika. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?

X: @onelortiz

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