¿Por qué la izquierda se ha vuelto tan antisemita?

Un hombre admirablemente de izquierda, inteligente e idealista, Pedro Miguel, colaborador de La Jornada, dijo el pasado 20 de octubre que no son equiparables, “por abominables que resulten”, los crímenes cometidos por los terroristas de Hamás “que el sábado 7 lanzaron cohetes contra poblaciones israelíes en forma indiscriminada” y la durísima respuesta castrense de Israel que tanto daño ha hecho entre la sociedad gazatí.

En opinión del articulista mencionado “la violencia de los oprimidos no es moralmente equiparable a la de los opresores por la sencilla razón de que sus incubadores son los segundos, no los primeros”.

Pedro Miguel no aplaude lo que hizo Hamás —tampoco lo condena abiertamente—, pero sin duda considera que existen dos niveles de violencia en la guerra entre Israel y Gaza:

Primer nivel, el de la violencia más cruel, por así llamarla, provocada por los israelíes opresores, que paradójicamente en este caso —las cosas como son— fueron los agredidos.Segundo nivel, el de la violencia que en opinión del columnista de La Jornada es la menos cruel, generada por los oprimidos —representados por los terroristas de Gaza—, que atacaron a israelíes inocentes e hicieron algo terrible, no lo niega el intelectual de izquierda citado, pero de alguna manera justificado por tantos atropellos sufridos por la población gazatí durante demasiado tiempo y que han obligado a algunos de sus integrantes a convertirse en terroristas, esto es, combatientes que actúan en forma brutal comprensiblemente poseídos por “una furia ciega e irracional” que les ha llevado a agredir, “sin ningún freno, no sólo a sus opresores, sino a quienes perciba como diferentes”.

¿Por qué la izquierda es antisemita? En un texto publicado en Reforma Enrique Krauze ha explicado que ello ocurre así en Latinoamérica desde los años setenta del siglo pasado. Antes de esa década el antisemitismo era una bandera de la derecha; en México, específicamente del PAN, cuyos dirigentes apoyaron en la Segunda Guerra Mundial a la Alemania nazi.

No estoy diciendo que la derecha mexicana haya dejado de ser antisemita. Las recientes ofensas de Vicente Fox dirigidas a la “judía búlgara” Claudia Sheinbaum demuestran que el antisemitismo sigue siendo muy fuerte entre la clase política conservadora. Pero los prejuicios contra los judíos son más fuertes, o se manifiestan con mayor intensidad en los comentarios de la izquierda, si no por otra cosa, porque la gente más progresista suele tener más credibilidad.

Los estudios descoloniales

Vale la pena el artículo “Cómo se refina intelectualmente el odio a Israel” publicado en estos días en Spiegel. Pude leerlo con la ayuda de un traductor de internet.

Ese texto responde a una pregunta que mucha gente se hace desde el 7 de octubre pasado, cuando terroristas de Hamás atacaron a la población civil en Israel, sobre todo a muchachos y muchachas que se divertían en un festival de música. Tal pregunta es: ¿Por qué los jóvenes de izquierda en Alemania —seguramente es lo mismo en buena parte del mundo— de repente se parecen al famoso neonazi Björn Höcke?

Precisemos las cosas, esa pregunta no se origina en la terrible matanza de inocentes en Israel, sino en la falta de condena al terrorismo de Hamas en círculos de izquierda de no pocas naciones.

René Pfister, autor del libro Una palabra equivocada. Cómo una nueva ideología de izquierda de Estados Unidos amenaza nuestra libertad de expresión, responde que el odio a Israel en los sectores izquierdistas de Estados Unidos y Alemania “se debe a una teoría muy popular en las universidades” de tales naciones.

Antes de ir a esa teoría recordemos el reciente episodio de antisemitismo en la universidad más prestigiada del mundo, Harvard, no sancionado por sus autoridades.

El periodista de Spiegel demuestra, con un ejemplo, que Harvard no ha sido tan tolerante en otros casos de discriminación.

En 2019 la Universidad de Harvard “retiró la admisión  de Kyle Kashuv porque el joven de Florida había hecho comentarios racistas en un grupo de chat interno cuando era adolescente”.El aspirante a estudiar en tal universidad se disculpó en público, pero Harvard “no tuvo piedad”.

¿Por qué Harvard no fue tan dura con los estudiantes que en público culparon solo a Israel —a los terroristas de Hamás no— por la guerra entre ese país y Gaza?

Los y las estudiantes que solo culpan a Israel advirtieron que debían “adoptar una posición clara contra las represalias coloniales en los próximos días”. ¿Represalias coloniales? Ya vamos entendiendo.

A la presidenta de Harvard, Claudine Gay, lo anterior no le importó gran cosa. Ella tardó varios días en condenar el terrorismo de Hamás, “pero al mismo tiempo declaró que su universidad era un paraíso para la libertad de expresión”.

La verdad de las cosas es que la Universidad de Harvard no supo cómo enfrentar un problema, dice el periodista de Spiegel, “que comenzó hace años en los círculos académicos de izquierda y que ahora se está volviendo visible frente al horror en Israel”.

¿Qué pasa en tales círculos intelectuales izquierdistas de Estados Unidos? Respuesta: Que en los mismos “se considera un deber legitimar incluso el crimen más repugnante si sirve a una buena causa”.

Tan lamentable situación se presenta en todas partes. René Pfister comenta que Yanis Varoufakis, “ex ministro de Finanzas de Grecia y breve representante de la izquierda europea, dijo que ‘nunca’ condenaría los ataques de Hamás”.

El colaborador de Spiegel menciona más casos de personas y organizaciones que condenan a Israel y no a Hamás, como el capítulo de Chicago de Black Lives Matter y a su cofundadora Patrisse Cullors.

Me parece impecable el razonamiento de René Pfister:

“Una cosa es criticar al gobierno israelí por el cierre de la Franja de Gaza que viene practicando desde hace años. O su política de asentamientos en Cisjordania, que claramente apunta a impedir una solución de dos Estados”.Como se sabe, “son asuntos que también están siendo objeto de acalorados debates en Israel”.Pero otra cosa, completamente diferente, es “denunciar a Israel como un Estado colonial blanco cuyo objetivo es subyugar y explotar a los palestinos”.Y es que “una vez que se llega a un acuerdo para ver a Israel como un Estado colonial y racista, entonces cada atrocidad se convierte en autodefensa”.

El articulista de Spiegel dice que estudios poscoloniales “es el nombre de una disciplina que se ha vuelto enormemente popular en las universidades estadounidenses y alemanas en los últimos años”. En América Latina —desde luego en México— también existe la especialización en estudios poscoloniales.

René Pfister asegura que el fundador de los estudios poscoloniales es el autor del libro Orientalismo, el crítico literario estadounidense-palestino Edward Said.

Para el señor Said “la descolonización no es sólo la retirada de los estados coloniales de África y Asia”, algo que ya había ocurrido en 1978 cuando publicó Orientalismo, sino también que las sociedades colonizadas se separen abiertamente del conocimiento occidental.

Eso le parece una barbaridad al articulista de Spiegel, y tiene razón:

“Quienes piensan en lo poscolonial no ven el empirismo y el racionalismo de la Ilustración como formas de generar conocimiento, sino más bien como garrotes en manos de una casta gobernante blanca y masculina”.Lo absurdo de tal posición ideológica se evidencia con desarrollos occidentales hoy tan comunes como “los fertilizantes artificiales y la penicilina, que han salvado la vida de millones de personas en África y Asia”.

Se entiende, entonces, que la gente experta en estudios poscoloniales —por lo tanto comprometida con la resistencia antiimperialista— cegada por una ideología sin fundamentos lógicos, resulte incapaz de condenar algunos de los peores crímenes, como los de Hamás en Israel.

René Pfister critica a los teóricos poscoloniales convencidos de que Israel extiende la era del colonialismo hasta el presente, esto es, que los israelíes son colonos europeos que se propusieron esclavizar a la población local. Esa es una idea llena de errores porque:

Israel no es un Estado colonial, ya que su existencia se basa en una decisión de la ONU.Tampoco es un pueblo absolutamente dominado por el supremacismo blanco, ya que “en Israel viven alrededor de dos millones de árabes con pasaporte israelí, es decir, alrededor de una quinta parte de la población”.Y, además, “hay alrededor de 170 mil judíos de raíces etíopes que, ni con la mejor voluntad del mundo, pueden ser calificados de supremacistas blancos”.

Los argumentos anteriores, objetivos, no son siquiera analizados por el pensamiento poscolonial, que “ve en Israel un sistema de gobierno blanco que debe ser destruido para que prevalezca la justicia”.

Lo grave de tal confusión ideológica es que tiene partidarios en todo el mundo, y son no solo agresivos, sino suficientemente irreflexivos como para celebrar cada masacre de judíos.

Es una locura que debe ser detenida con mejores argumentos que aquellos de los estudios poscoloniales. Urge hacerlo para evitar que lo inimaginable vuelva a parecer posible en la tierra del Holocuasto, Alemania, como termina su articulo el analista de Spiegel.

Creo que en Alemania se trabaja para que no crezca el antisemitismo. Hoy, miles de personas se reunieron en la Puerta de Brandenburgo en Berlín para una manifestación de solidaridad con las víctimas del terrorismo de Hamás.

El riesgo está en otra parte. En Harvard, por ejemplo. Una explicación de las manifestaciones antisemitas en la universidad mejor calificada del mundo tal vez pueda encontrarse en su historia: el administrador que quizá más hizo por la reputación de tal centro de estudios superiores, James Bryant Conant, apoyaba a Hitler. Wikipedia dice que “varios altos oficiales nazis visitaron el campus y pronunciaron discursos, incluyendo el discurso de graduados brindado por Ernst Hanfstaengl, mientras se restringía el ingreso de estudiantes judíos y la contratación de profesores de ese origen”.

El reisgo también podría estar en México, donde hoy se celebrará una marcha en apoyo a Palestina con un fuerte olor antisemita, ya que, esta vez, sin duda, la sociedad agredida fue la israelí. ¿Que su ejército ha respondido con violencia excesiva? Me pregunto si era esperable otra cosa después del terrosrismo contra demasiada gente inocente que no sabe ni quiere saber de colonialismo o descolonialismo; numerosas vidas se perdieron para absolutamente nada, excepto para aumentar el sufrimiento de más personas inocentes en la sociedad en la que se ocultan los terroristas.

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