García Harfuch y arriesgar la victoria de Claudia

Andrés Manuel López Obrador prácticamente le entregó la presidencia a Claudia Sheinbaum Pardo.

Aunque la popularidad del presidente no es transferible; no obstante, su más de 60% de aprobación, las más de veinte gubernaturas del oficialismo, la militarización y la coyuntura en cuestiones de crimen organizado sí son una realidad que operará a favor de las candidaturas oficialistas durante los próximos comicios federales. Entre ellas, la presidencial. Por supuesto.

Esto quiere decir que pareciera ser que un triunfo electoral de los oficialistas se antojaría inminente.

Sin embargo, esa victoria tendría que interpretarse desde distintos enfoques.

Para AMLO ganar la presidencia no debería ser suficiente.

Si yo fuera el tabasqueño, junto al Bastón de Mando, mi mensaje hubiera sido en el sentido de que el éxito no radicará únicamente en mantener la titularidad del ejecutivo federal, sino en lograr la ansiada mayoría calificada en el Congreso.

Dicho esto, para Claudia la encomienda no bastaría en que su candidatura venza a la oposición. No. Habrá de encabezar un proyecto electoral amplio y complejo que deberá derrotar a los opositores en doscientos distritos, por lo menos.

Y creo que así lo entendió. Por eso su primer propuesta fue la de afianzar el triunfo en la Ciudad de México.

Es ahí donde entra el nombre de Omar García Harfuch.

A Omar no se le ocuparía en el gabinete. Luego de que el obradorato militarizara la seguridad, no habría cabida para un policía en las distintas secretarías de gobierno. Por eso hacía sentido como el candidato del oficialismo a la jefatura de gobierno capitalina.

García Harfuch hubiera vencido a la oposición en el poniente de la Ciudad de México. Su candidatura hubiera roto la polarización político-electoral-geográfica que se instauró después de las elecciones de 2021.

Omar también hubiera ganado en el oriente.

De esta manera, Sheinbaum hubiera empezado con el pie derecho la empresa del denominado Plan C, preludio a las reformas obradoristas enfocadas en modificar al Poder Judicial y a nuestras instituciones electorales.

Afortunadamente para la República, los oficialistas no sólo no tienen una noción democrática y republicana, sino son entusiastas de la autodestrucción.

Estoy convencido que a Claudia le negarán la candidatura de Omar. A cambio le permitirán elegir a las cinco candidatas que por ley en materia de paridad de género deberán postular a las nueve gubernaturas que se disputarán el próximo año.

Estas son buenas noticias para la oposición en la capital del país; pues podrán sacar beneficio de la polarización antes mencionada y con una candidatura que logre identidad en el poniente y oriente de la ciudad podrá retener los distritos electorales que correspondan y competir con Clara Brugada, quien será la abanderada del oficialismo.

Con Brugada no arriesgan la elección presidencial. Pero sí el triunfo en el contexto extenso al que apela López Obrador.

No cabe duda de que para lo único en que los sectarios obradoristas no ponderan a Andrés Manuel, es para la ambición y el resentimiento social.

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