En el post debate se llegó a una decisión unánime: ¡que el INE cambie el formato!

“Es mejor corregir tus propios fallos que corregir los de los demás.”

DEMÓCRITO

“El debate es masculino; la conversación es femenina.”

LOUISA MAY ALCOTT

La comentocracia volcada al debate. También políticos y candidatos, naturalmente. Pero ahora que este ya ha quedado atrás, es momento que los ciudadanos señalemos lo que se requiere cambiar en anticipación a los dos próximos ejercicios.

Creo todos estarán de acuerdo con sustituir el cronómetro y con colocarlo en otro sitio, donde sea más visible para los participantes y los moderadores…

Vayamos, entonces, a lo principal: el formato: fueron demasiadas preguntas; imposible responderlas todas, particularmente si, además, se quiere formular propuestas, debatir con los oponentes y también darse tiempo para responder a críticas y acusaciones. Después de todo, esto último es lo que constituye un debate.

Así que menos preguntas, menos temas. Dar tiempo para que los moderadores se presenten, presenten a los candidatos y digan brevemente qué ha hecho cada quien. Es lo cortés, lo adecuado, lo esperable.

Denise Maerker y Manuel López San Martín hicieron bien su papel dado el esquema de intercambio que se estableció. Considero, sin embargo, que las funciones de los moderadores deberán girar en futuras ocasiones en torno a tres elementos: (1) hacer cumplir tiempos en la participaciones; 2) llevar a que los candidatos contesten a las preguntas y, en la medida de lo posible, presenten propuestas (‘los qués’ y ‘los cómos’); 3) permitan que los contendientes disputen sin que se enfrasquen en riñas. Se dice fácil, no lo es.

No deja de haber algo de “morbo” político de cara a los debates (se busca el traspiés, el hecho jocoso, el golpe bajo o contundente por parte de algún contendiente; algo que permita dejar apreciar el verdadero carácter de los postulantes), pero es menester que los candidatos respondan también a los cuestionamientos planteados y que el elector tenga elementos para poder contrastar propuestas.

A diferencia de lo anterior, habrán notado ustedes que en el debate del domingo las preguntas fueron mucho mejores que las respuestas —digo, las pocas veces que hubo estás últimas—… Y si bien la idea de incorporar en el debate preguntas de la ciudadanía fue algo fresco y novedoso, el hacerlo para tantas quitó la posibilidad de una verdadera discusión y llevó a una de dos cosas: (1) a una mezcolanza de argumentos y a una guerra de acusaciones bastante caóticas o (2) a una suerte de monólogos donde poco importaba lo que el otro dijera (por momentos, el nombre del juego fue el soliloquio y el apostar a quién ignoraba a los adversarios de manera más evidente). La característica fundamental de un debate es contrastar ideas.

La cuestión de la logística se cuece aparte, pero también se requiere abordarla: el INE era responsable del manejo de las cámaras. Estas muchas veces se vieron perdidas o enfocando a los candidatos desde absurdos ángulos. ¿Por qué no contratar a los productores de antes? ¿A los de siempre?

Hay solución para los próximos debates, pero se requiere que el Instituto Electoral se dé manos a la obra inmediatamente. Si el veredicto popular es que forma y fondo del debate no fue el adecuado, creo que sería un suicidio para el órgano electoral no hacer cambios en la planeación para los próximos encuentros.

Giros de la Perinola

1.- Para quienes el debate les quedó a deber por cuanto a verdaderas confrontaciones, dense una vuelta por el postdebate que organizó Imagen TV entre Epigmenio Ibarra y Germán Martínez con Ciro Gómez Leyva. Por cierto, ¿Epigmenio ya finiquitó su préstamo? ¡Ah!!! Y que productor de telenovelas ‘aguante vara’…

2.- El debate, los tiempos, el fondo y la forma; los cronómetros caros y poco certeros, los espacios, las diferencias (unos consejeros electorales con acceso VIP y otros no). Todo ello organizado por el INE. ¿Así nos irá en las elecciones?

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