Frente al dilema de reconstruir departamentos en Acapulco tras paso de Otis: ¿Inversión o abandono?
La devastación provocada por el huracán Otis categoría 5 en Acapulco, Guerrero, plantea una serie de dilemas profundos y complejos. Este escenario cobra aún más relevancia en el contexto actual de seguridad que es adverso y de cambio climático, donde los eventos climáticos extremos están aumentando en frecuencia y severidad. Los propietarios de departamentos dañados se encuentran en una encrucijada: reconstruir y reinvertir en un lugar que ya era inseguro, o abandonar la zona y tomar un camino más seguro, aunque ello implique retrasar la recuperación estética y turística del puerto.
Acapulco es un mosaico de distintos grupos poblacionales que coexisten: extranjeros con inversiones turísticas o de vivienda categorizada como lujosa; mexicanos pertenecientes a las clases medias y medias altas que tienen departamentos o casas de descanso, tiempos compartidos vacacionales y otro tipo de inversiones en el puerto; grandes inversionistas hoteleros y de Airbnb; mexicanos pertenecientes a las clases trabajadoras, nativos o residentes de Acapulco que trabajan para el gobierno o empresas y mediante créditos de Infonavit o Fovissste tienen inmuebles, por lo regular, asegurados mientras el crédito se encuentra activo y otro grupo amplísimo de pobladores en el Acapulco citadino y el Acapulco rural que ha construido sus casas con recursos propios, láminas, cabañas, chozas, construcción en obra negra, que fueron quienes lo perdieron todo, en dolorosos casos, la vida y que son también las zonas que no contaban con seguros de catástrofes naturales en sus inmuebles.
El dilema ha recorrido las redes cuestionando si es que el primer grupo que describe esta columna, integrado por propietarios extranjeros, clases medias y medias altas o inversionistas estaría dispuesto a volver a invertir en el puerto donde la inseguridad y el crimen azota, el cobro de derecho de piso recorre los anecdotarios y cuya carretera se fue volcando en peligrosa antes de que este huracán destruyera todo.
La primera opción, reconstruir y reinvertir en la zona, podría ser vista como una muestra de resistencia y determinación por parte de los propietarios. Sin embargo, es esencial considerar la realidad del contexto previo al desastre. Este puerto ya era conocido por ser inseguro, peligroso, y marcado por la violencia, con incidentes constantes de balaceras y crímenes espantosos. En este sentido, ¿sería prudente reinvertir en una zona que ya tenía un historial preocupante de inseguridad antes de la catástrofe natural?
El cambio climático es un factor clave a considerar. Los huracanes categoría 5 no son un fenómeno aislado, y existe una creciente preocupación en torno a la probabilidad de que eventos climáticos extremos se repitan en el futuro. Si los propietarios optan por reconstruir en el mismo lugar, ¿estarían simplemente prolongando la inevitable repetición de estos desastres naturales? La seguridad de las personas debe ser una prioridad, y esto significa considerar las perspectivas a largo plazo.
La segunda opción, abandonar la zona y buscar una ubicación más segura, plantea una serie de ventajas evidentes en términos de seguridad y bienestar. Esto permitiría a los propietarios proteger sus inversiones y sus vidas, evitando quedar atrapados en una situación de constante riesgo. Sin embargo, esto también conlleva un costo emocional y económico, ya que podría retrasar la recuperación estética y turística del puerto, dejando a la comunidad local en una situación económica aún más complicada. Prácticamente, sería una forma de abandono a sabiendas de que los esqueletos de edificios podrían simplemente convertir al Acapulco alegre en un puerto fantasma. El éxodo de acapulqueños, de aquellos pertenecientes al grupo más dañado y afectado por este desastre, sería inminente ante una industria turística impactada.
Es importante destacar que el abandono de una zona no significa necesariamente un olvido total. Se pueden buscar soluciones que promuevan la revitalización de la zona de manera sostenible y segura. La reubicación no tiene por qué significar un abandono definitivo, sino una oportunidad para rediseñar y reconstruir en un lugar más resistente al cambio climático y a la violencia.
En última instancia, la elección entre reinvertir en un lugar peligroso o buscar una ubicación más segura depende de un equilibrio delicado entre la valentía de enfrentar desafíos y la responsabilidad de proteger a las comunidades y las inversiones. El cambio climático está alterando la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, lo que exige una reflexión profunda sobre cómo planificamos nuestro futuro. La seguridad y el bienestar de las personas deben ser la máxima prioridad, incluso si eso significa tomar decisiones difíciles y, a veces, dolorosas. Probablemente, nos adelantamos demasiado a cerrar la decisión en tan sólo dos posibilidades, máxime cuando el análisis profundo debe darse propiedad tras propiedad y no sólo de manera privada a través de las aseguradoras sino de forma institucional y gubernamental tras una declaratoria de que los edificios que quedaron en pie, tan dañados, pueden ser rehabilitados para su ocupación o si es que los daños generados por el huracán son estructurales e inhabilitan totalmente cualquier tipo de uso. En ese sentido, es fundamental reconocer la oportunidad de dignificar la vivienda y abrir los espacios a las alternativas de construcción sustentable y económica. El consejo que yo le doy si es que es propietario: paciencia y cabeza fría, que la desinformación y campañas de golpeteo no le hagan tomar decisiones apresuradas. Acapulco volverá a brillar sí y solo sí todos los sectores guardan unión hacia ese objetivo: cámaras turísticas y de comercio, gobiernos, restauranteros, aseguradoras, bancos, propietarios, turistas, autoridades, etcétera. Ante los altos incentivos para el abandono, recuerde que las crisis también son oportunidades y que esta es una compleja oportunidad en donde toca empezar de nuevo, ahora con menos desigualdad y con mayor conciencia climática y social. No dejemos solo a Guerrero ni siquiera por el discurso contra el puerto, su gente ni sus gobiernos.
Por cierto, avanza la justicia contra el maestro abusador sexual de Infonavit Iztacalco
Jaime “N” se encuentra ahora vinculado a un proceso legal, lo que marca el inicio de un largo camino de justicia para la menor que sufrió abuso sexual a manos de este maestro jubilado y pensionado. Este caso pone en evidencia las deficiencias en el sistema de justicia para víctimas menores de edad, un sistema que lamentablemente no siempre se enfoca en perspectivas de género e infancias.
En esta columna se presentó la historia de Jaime “N”, un maestro que impartía clases particulares a niñas de primaria en la colonia Infonavit Iztacalco de la Ciudad de México. A pesar de su pasado como maestro en la zona, Jaime aprovechó su posición de confianza para abusar de las niñas en sus propios hogares. Los padres, preocupados por la educación de sus hijas, confiaron en él sin saber lo que estaba ocurriendo.
Entre las víctimas se encuentra Jacqueline González, quien contrató a Jaime para ayudar a su hija de 8 años con su educación. Tristemente, su hija fue víctima de abuso en su propia casa durante dos años. Jaime la amenazó para mantenerla en silencio y el trauma de estos actos no se reveló hasta años después. Aunque actualmente buscan justicia, el sistema judicial de la Ciudad de México ha fallado en proteger a las víctimas de abuso infantil.
La negligencia y omisión del poder judicial sigue siendo una barrera para la justicia y la protección de las infancias, y en este caso como en miles, son las organizaciones de mujeres y feministas las que brindan el cobijo que las autoridades no pueden. En este caso, Colectiva Deconstrucción Violeta acompañó este lunes la audiencia en la que se anunció que finalmente, Jaime “N” si sería vinculado a proceso por existir elementos suficientes que presumen su responsabilidad. Es importante recordar que debemos proteger a los niños y niñas de los depredadores, recordar que también los abuelos y los adultos mayores pueden agredir sexualmente y lo más importante: reconocer que ninguna niña “provoca”, “enamora”, “seduce” o “disfruta” experiencias inapropiadas e incomprensibles para su edad de carácter sexual con adultos. Es abuso, es un delito, ellas son víctimas, no culpables.