Que una tragedia no dé paso a otra
En algún lugar, la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López, escuchó que en Morena no hay problemas sino áreas de oportunidad y, entonces, para esta autoridad local hoy el puerto guerrerense no enfrenta un problema sino un área de oportunidad.
La retórica que nutre el populismo del actual régimen queda al descubierto cuando funcionarias como López Rodríguez niega que en Acapulco haya habido actos de rapiña, sino de “cohesión social”.
Este es el nivel con el que se enfrenta una de las más grandes tragedias derivadas de un fenómeno natural y que garantiza que las horas de terror de un huracán categoría 5 golpeando las costas de Acapulco, pueden convertirse en meses de una lenta y negligente atención de la emergencia y años sin lograr la recuperación.
Nadie ha podido determinar dónde se encontraba la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, al momento del impacto de Otis en las costas de ese estado. Vamos, hoy mismo no está claro su papel.
Nadie ha visto tampoco al Presidente en sus múltiples “visitas” a la zona devastada, como lo han asegurado sus voceros. La imagen presidencial más cercana al puerto es aquella de un todoterreno militar atascado en el lodo, nada más.
El uso de los medios del Estado para que el presidente López Obrador se ponga al nivel de sus opositores y deje ver que su prioridad es lo electoral polariza y alimenta otros intereses que hoy deberían estar supeditados a la urgencia nacional de rescatar a cientos de miles de damnificados.
La falta de un liderazgo nacional, de una voz que olvide su agenda, los agravios y alusiones personales, para que tome el control de un rescate masivo de cientos de miles de personas, es algo que llevará a Acapulco y con ese puerto al resto del estado de Guerrero a una condición de la que difícilmente podrán salir en muchos años.
Cuando el mensaje de la autoridad local es que se permite el robo y la rapiña porque es “cohesión social” y que en Acapulco con el huracán Otis “no nos fue tan mal” como dijo el Presidente la semana pasada, lo que queda es un desánimo generalizado para volcarse a ayudar.
Hay mucha desinformación en torno a la forma como se reparte la ayuda humanitaria, lo que sí es un hecho es que hay un ejército de funcionarios con chalecos guinda que son los únicos autorizados oficialmente a contar víctimas y prometer apoyos para el futuro.
El Presidente llama buitres a los medios de comunicación, viles a los periodistas, usa un video presidencial para pelear con los opositores, cuando López Obrador es el Presidente y debería estar al frente de una respuesta masiva, apartidista y desinteresada de rescate de la gente del puerto.
Es comprensible si alguna condición médica le impide al Presidente estar en esas condiciones insalubres, de extremo calor y terreno dispar, pero un primer mandatario que use todo el carisma y liderazgo que tiene de manera positiva sería un cambio indispensable para salvar la emergencia y la viabilidad futura de uno de los puertos turísticos más emblemáticos e importantes de México.
@campossuarez