Las tijeras de rombitos

IRREVERENTE

Les platico:

¿Se acuerdan de aquellas tijeras que cortaban como en rombitos?

Así, como cortadas de esa manera, eran las tres barras que adornaban los costados de los tenis Adidas que causaron furor hace muchos años.

Si ya eran moda, se volvieron una locura cuando Fredy Mercury comenzó a lucirlos en sus conciertos con la banda de rock inglesa, Queen.

Todos los querían tener pero solo los ricos los tenían, porque costaban bien caros.

Había una vez un chavo que se moría por tener esos tenis, pero no le alcanzaba ni juntando todos los “domingos” de un año que a duras penas su papá y su abuelita le daban de vez en cuando.

Como su mamá era costurera y la abuela tejía una máquina Singer, había en su casa unas tijeras de esas, que cortaban en rombitos.

Entonces, había dos Singer en la casa: donde cosía su mamá los encargos de sus vecinas y el adelanto tecnológico de aquella época, la que su abuela usaba para tejer ropa de estambre.

El chavo aquel ahorraba y ahorraba y nunca le alcanzaba para comprarse sus amados Adidas.

De pronto, se le ocurrió una idea:

Cortó con la tijera de rombitos un par de franjas blancas de cartoncillo, al ancho exacto de las de los Adidas.

Con Resistol se las pegó a los costados exteriores de unos viejos y baratos tenis negros que tenía.

“¡Me quedaron con madre!”, se dijo, al vérselos puestos frente al espejo.

Y salió con ellos a estrenarlos en sus diarias caminatas.

Vivía en el Centro de Monterrey y todos los días, al terminar de hacer la tarea y de comer -en ese orden- agarraba la avenida Colón por donde antes había rieles, y se iba caminando hasta el Hospital Civil, que hoy es el Universitario.

Le gustaba mucho esa ruta porque al poniente de dicho Hospital estaba la que en ese entonces era la colonia más acaudalada de Monterrey: la Vista Hermosa, donde vivían judíos y árabes.

Decía que un día se iba a casar con una muchacha rica de esa Colonia.

Para regresar, tomaba la Calzada Madero, por donde antes había palmas.

El día de su caminata de estreno con los “Adidas”, volvió a casa con las seis tiritas blancas en la bolsa de su pantalón.

Con el trajín, se le despegaron y hasta ahí llegó su emoción de traer los tenis de moda.

“Ni modo, algún día podré comprarme unos de verdad”, se dijo al llegar a su casa por la noche.

¿Y qué creen?

No solo se le cumplió ese deseo.

También se casó un día con la muchacha más bonita que vivía en la Vista Hermosa.

Cajón de sastre:

Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván, la Ardorosa y Ardiente Lady Cachanilla y la Infame Ramle.

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