Colosio y los idus de marzo

“Cuídate de los idus de marzo”. ¿Frase nunca pronunciada? Probablemente la respuesta sea afirmativa, pero no importa: William Shakespeare la inmortalizó en su obra Julio César.

¿Idus de marzo? Los días 15 de este mes. Días de buena suerte en Roma, pero no para César, quien se negó a atender la advertencia que le había hecho un adivino.

Cuando la fecha llega, Julio César se encuentra con el adivino y, creo que en tono burlón —así lo entiendo de la lectura de la obra de Shekespeare—, le dice al augur: “¡Ya han llegado las idus de marzo!”. Era una manera de subrayar que su predicción había fallado. El adivino replicó: “Sí, César; pero no han pasado aún”. Ese día lo asesinaron.

Hace 30 años Luis Donaldo Colosio no quiso escuchar —o no tomó en serio— a quienes había preocupado su espléndido discurso de unos días antes en el Monumento a la Revolución, en el que pareció romper con el neoliberalismo extremo del gobierno de Carlos Salinas:

“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada…, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”.

“Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos”.

“Me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas; el México de las esperanzas, el que exige respuestas, el que ya no puede esperar”.

“Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan”.

“Frente a Chiapas los priistas debemos de reflexionar. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros”.

LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA

Enrique Krauze, quien trató bastante a Donaldo Colosio, publicó en marzo de 1999, cinco años después del magnicidio, el artículo titulado “Los idus de marzo”:

Dijo Krauze: “Llegaron los idus de marzo. El día 4 por la noche recibí en un sobre sellado el discurso”. Mi comentario: Donaldo, me consta, envió a varias personas del mundo intelectual su discurso que pronunciaría el 6 de marzo de 1994.Dijo Krauze: “Lo corregí levemente con plumón rojo, le agregué dos o tres pequeñas frases, taché las tres menciones que hacía de Salinas. Sonó el teléfono. Era Colosio en persona. ‘No me lo mandes, yo te caigo a las doce en tu casa’. Al día siguiente lo recibí. Yo estaba solo. Le leí mis propuestas. ‘Ya quité las menciones’, me dijo”. Mi comentario: No mencionar a Salinas era seguramente lo correcto en la lógica del mensaje electoral, pero también era imprudente por la naturaleza del presidencialismo mexicano.Dijo Krauze: “El 15 de marzo por la noche nos invitó a cenar junto con dos matrimonios: Octavio y Marie Jo Paz, Alejandro y Olbeth Rossi. Venía con el rostro descompuesto por una nueva puñalada: en su mismísima alma mater, el Tecnológico de Monterrey, lo habían increpado”. Mi comentario: pensaba que el abucheo en el Tec había ocurrido el 16 de marzo; Krauze apunta que fue el 15, precisamente en los idus de marzo. Probablemente Enrique tiene razón.

De lo que estoy absolutamente seguro es de que el 15 de marzo —o el 16, el 14, el 13, el 10— Donaldo escuchó al menos a una persona decirle “cuídate”. La totalidad de quienes le rodeaban sentían la necesidad de pedirle que se cuidara, aunque solo unas cuantas se atrevían a hacerlo. No era adivinación mágica, como en el escrito de Shakespeare, sino pronóstico basado en hechos: los del ambiente enrarecido de aquella campaña electoral presidencial.

El propio Krauze — lo confiesa en el artículo citado— le pidió dejar la candidatura presidencial:

“Luis Donaldo, tú eres un hombre bueno, tienes a tu mujer y a tus hijos chicos. La presidencia es muy importante, pero no a cualquier costo”.

Enrique cuenta que después vio al fundador de Proceso. Se pusieron de acuerdo:

“A la mañana siguiente desayuné con Julio Scherer. Le narré la cena de la noche anterior y él me confió su último encuentro con Colosio. No era yo el único en advertir su quebranto. Scherer también lo había notado… Yo tenía un viaje inminente a España, pero Scherer y yo convenimos en un plan para el regreso: nos reuniríamos con Colosio y procuraríamos convencerlo de retirar su candidatura. Le ayudaríamos a liberarse de un destino injusto que no tenía por qué asumir”.

ENRIQUE KRAUZE en ‘Los idus de marzo’

Hace un par de meses, en un viaje vi la película española El maestro que prometió el mar. Ignoro si se ha exhibido en México. Es la historia del maestro catalán Antoni Benaige, desparecido en Burgos durante la Guerra Civil. Un extraordinario maestro que, como leí en la página de internet de las Librerías Antonio Machado, aplicaba “en su pequeña escuela rural la técnica Freinet, una innovadora metodología pedagógica basada en la participación de los alumnos y el uso de la imprenta”. Benaige era ateo y republicano, pero enseñaba muy bien a los niños y a las niñas. Cuando la dictadura llega, por tales pecados lo torturan, lo matan y lo desaparecen.

En un artículo de RTVE sobre Antoni Benaige el periodista Sergio Serrano menciona dos expresiones del guionista y productor de la película Francesc Escribano:

1. “Hay conflictos del pasado que siguen en nuestro presente. Este es uno de ellos”.2. “El crimen del pasado es evidente, pero el del presente es haberlo olvidado”.

Entre nosotros la tragedia de Colosio resulta absolutamente actual. El magnicidio fue evidente, no caigamos en la falta grave de olvidar dejar de buscar al autor intelectual. Hace 30 años se truncó el futuro de México. Ahora mismo nos esforzamos para corregir todo lo que desde entonces se echó a perder. No ha sido fácil.

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