AMLO y el descontento de los militares

El presidente AMLO se ha jactado de contar con el apoyo de los miembros de las Fuerzas Armadas. Con el eslogan de “pueblo uniformado”, con aquella máxima lopezobradorista dirigida a polarizar a la nación mexicana, ha pretendido utilizar a los soldados para su proyecto político.

Sin embargo, según ha trascendido, un importante número de militares, desde el escalafón de soldados hasta oficiales, rechaza profundamente al gobierno de Morena.

Un amigo cercano me relató hace unos días lo que se discute en los pasillos de las oficinas y sitios de entrenamiento de las Fuerzas Armadas.

Según me contó, los militares han rechazado abiertamente el proyecto del aeropuerto de Santa Lucía. En primer lugar, porque la conversión de ese espacio en un aeropuerto de carácter civil supuso que los militares no contasen con sitio de entrenamiento para las brigadas de fusileros paracaidistas y que hubiese presencia de civiles en áreas militares, en una suerte de invasión civil a espacios de uso exclusivo del Ejército.

En segundo lugar, un buen número de militares habrían manifestado descontento por haber sido involucrados en la construcción y administración del Tren Maya, pues de acuerdo a sus funciones y entrenamiento, no están capacitados para tales actividades.

Por lo otro lado –me contó el relator– los aviadores habrían expresado un rechazo al hecho de haber sido obligados a operar los aviones de la nueva Mexicana. En este contexto, lector seguramente recordará la peregrina ideal de AMLO de buscar resucitar a la aerolínea. ¿No deben los pilotos militares operar aviones de combate?

Otro factor de descontento ha sido la desaparición del Estado Mayor Presidencial, pues ha trascendido que sus antiguos cuadros fueron obligados al retiro honorario, en un tipo de cese de sus funciones.

En otras palabras, a diferencia de lo que ha asegurado AMLO en relación con el “pueblo uniformado”, un número creciente de soldados de distintos rangos han manifestado tras bambalinas su repudio hacia un régimen que les ha obligado a desempeñar funciones que caen fuera de sus competencias y entrenamiento.

Resultaría imposible, empero, vaticinar el voto de estos valiosos mexicanos rumbo al próximo 2 de junio. No obstante, lo que sí es un hecho es que la próxima presidente tendrá el deber de velar no únicamente por sus intereses políticos inmediatos, sino por el bienestar de todos, incluidos los miembros de las Fuerzas Armadas.

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