Andrés Manuel López Obrador, ¿un hombre de paz?
Últimamente, los arrebatos de AMLO han ido en escalada. Un presidente de una nación que no garantiza un clima de paz es un presidente que nos hace sentir una desprotección infinita.
El ambiente en el país está dividido y hay demasiada polarización. Como si se tratara de un partido de futbol soccer, los ciudadanos se han convertido en parte de las barras de las porras.
Sin lugar a dudas el presidente debería de hacer un llamado a la paz. Son tiempos electorales. Hay apasionamientos y arrebatos. Hay enojo, López Obrador ha fomentado el acoso a quienes escriben o hablar en contra de su gobierno. No son tiempos fáciles.
Pero hoy, Andrés Manuel López Obrador arrancó su mañanera con un comentario que francamente preocupa, que está cargado de hostilidad y amenaza, dijo textual sin dar mayor detalle: “Lo mejor es lo peor que se va a poner.”
¿Es esta una frase correcta y digna de un mandatario en plena época electoral? ¿Qué quiso decir con ello?: Que la guerra está por empezar. Así es como yo lo interpreto. No contienda, no campañas… la guerra.
Saber que algo que viene pondrá peor las cosas ¿alegra al presidente? ¿Lo pone de buen humor?
El presidente ya no filtra lo que va a decir, lo piensa y lo dice. No utiliza la inteligencia emocional para detenerse a pensar si lo que va a decir será apropiado y correcto.
El es el primero que debería de garantizarnos que habrán elecciones pacíficas. Pero hoy nos avisó que no será así.
A veces me parece que hasta le gusta maltratarnos, psicológicamente hablando.
Entiendo que en las campañas políticas las cosas se tornan turbias. Ambas candidatas se encontrarán dentro de un especie de cuartel de guerra. En política el término “war room” es políticamente correcto.
Pero el que AMLO haya salido a decir hoy, muy temprano por la mañana en pleno inicio de semana, que las cosas se van a poner interesantes porque se van a poner peor es muy preocupante.
Psicológicamente, me tiene desgastada don Andrés Manuel. A veces quisiera no estar viviendo esta guerra todos los días y evitar sentirme aludida por sus desprecios y desdenes. Pero los hace y los dice y es imposible que no tengan impacto en los demás.
La difusión de cientos de números de celular de personas dentro de la política el fin de semana es una cosa que él desató. ¿Cuántas más está por desatar?
Esa es la incertidumbre. El miedo a lo que vendrá.
Recuerdo que de niña yo admiraba a mi país porque me hacía sentir que era uno de los países en donde más se disfrutaba la paz. Me alegraba que no fuera como aquellos otros países donde habían guerras y muertos. Me dolía por ello, pero me alegraba porque en el mío eso era cosa inimaginable.
Cómo quisiera recuperar a mi niña interna para decirle que todo va a estar bien.
Pero, ¿qué sentiría esa niña si oyera al presidente decir que “lo mejor es lo peor que se va a poner”?
Abogo por la paz. La quiero, la anhelo; la reclamo. En todas las áreas de mi vida.
Y pido por el presidente. Para que él también la sienta y la tenga. Porque vivir tan enojado no es vida.
Es cuánto.