La democracia en riesgo en América del Norte
Con miras a las elecciones presidenciales en Estados Unidos y México, la democracia está en peligro. Con la clarísima excepción del Canadá, los países que integran el bloque de América del Norte deberán enfrentar un enorme desafío frente a las amenazas representadas por las principales facciones políticas.
Estados Unidos
A pesar del relativo crecimiento económico en Estados Unidos y del mesurado control de la inflación por parte del gobierno y de la Reserva Federal, el presidente Joe Biden y el Partido Demócrata están mal parados. En el caso del jefe de Estado, su edad es, a la luz de los sondeos de opinión, el principal detonante del rechazo y del escepticismo del votante estadounidense para concederle cuatro años más en la Casa Blanca.
Donald Trump está presente. A pesar de las múltiples acusaciones y los cargos presentados en su contra por parte de fiscales federales y en los estados de Georgia y Colorado, el ex presidente avanza inexorablemente hacia la nominación del Partido Republicano, y con ello, tras el descenso de los niveles de popularidad de Biden, a la presidencia. Sí, efectivamente, aquel presidente que vergonzosamente azuzó a la turba aquel 6 de enero de 2021 en frente del Congreso para atacar al Senado, puede convertirse nuevamente en el líder del “mundo libre”.
Por lo tanto, si Trump lograse por segunda vez la hazaña, el golpeteo contra las instituciones democráticas podría recrudecerse, pues un presidente que no podrá buscar la reelección cuatro años más tarde, y desatado de todo elemento moderado en el seno del gabinete, estaría tentado a intentar destruir la democracia estadounidense.
México
El caso mexicano es ampliamente conocido. Claudia Sheinbaum, que encabeza cómodamente los sondeos de opinión, pretende implementar el llamado el plan C; el cual consiste abiertamente en una reforma del Poder Judicial, lo que provocaría en los hechos la sujeción permanente del Ejecutivo sobre la Corte y la nominación y ratificación de los ministros del tribunal.
La embestida ha empezado. Primero, con los múltiples ataques de AMLO contra la legitimidad de la Corte, luego, con la intentona de destruir los fideicomisos, y más tarde, con la nominación de Lenia Batres como nueva integrante en sustitución de Arturo Zaldívar.
Con las anheladas dos terceras partes del Congreso, la nueva presidente y sus aliados en el Legislativo buscarían una reforma constitucional que, bajo el eslogan de una “transformación”, socavarían la independencia del Poder Judicial, y con ello, lograrían la ansiada captura del máximo tribunal jurisdiccional del país.
Conclusión
Si bien las democracias mexicana y estadounidense pertenecen a latitudes distintas, comparten, rumbo a sus respectivas elecciones presidenciales (junio y noviembre, respectivamente) rasgos que las identifican: el riesgo de ver disminuido, o si se quiere, destruido, el edificio democrático. En el caso de los Estados Unidos bajo un presidente que no cree en la ley, y México bajo un régimen todo poderoso que buscará por todos los medios aniquilar los contrapesos.