El silencio
Con gran asombro pero con una profunda indignación y dolor leí y me enteré, en redes y medios de comunicación, de lo que fue catalogado como una “masacre”. Y lo fue, con todas sus letras, aunque el presidente se ría de ello.
Los titulares rezaban así: “Masacre de la Familia Michoacana en Guerrero destapó secuestros sistemáticos para conseguir reclutas”.
Sicarios de dicha estructura criminal asesinaron a numerosas personas —hay quienes estiman en 30 el número de fallecidos— en la comunidad de Buenavista, en la sierra de Guerrero.
La disputa en esta región se debe al conflicto entre Los Tlacos, que controla la región de la Sierra y la Familia Michoacana que ya tiene presencia en la zona de la Tierra Caliente.
El ataque fue con drones, drones que no creo que ni siquiera el ejército cuente con ellos. Ha habido información y videos de los cuerpos más y en verdad es simplemente aterrador.
Por ahí pareciera que existe la versión de que incluso hay niños entre los muertos, pero no ha sido corroborado.
El silencio del presidente ante una masacre como la de ayer es también aterrador. Lo hace pasar como impotente y por lo tanto cómplice involuntario de estas atrocidades, porque simplemente prefiere no emitir ningún comunicado, optando por resguardarse en su palacio sin decir una sola palabra.
Y es que el presidente siempre quiere minimizar la tragedias porque todas le pegan políticamente hablando. Salir a dar un comunicado ayer acerca de estos hechos, para él es sinónimo de derrota y de debilidad. Entonces prefiere callar. La ausencia de su figura, de su investidura, de su postura ante tal masacre la hace todavía más dolorosa.
Y creo que le vino como “anillo al dedo” esto que sucedió en viernes y en Día de Reyes. Así nadie lo perturba en su mañanera cuestionándole nada y así por ser fin de semana todos los altos funcionarios que también tendrían que salir a dar la cara como Luisa Alcalde, Secretaria de Gobernación o Cresencio Sandoval, o Rosa Icela Rodríguez, ¡alguien! Tendría que salir a dar la cara.
Pero si no se trata de aventarle porras al presidente y apasionadamente delirar en sus tuits en “X” por Morena, entonces ya no tienen nada más que escribir y expresar. El silencio del equipo del Presidente y del Presidente mismo es una masacre más. Es desgarrador.
Y aunque ya falta poco para que López Obrador concluya su mandato, desgraciadamente las formas seguirán siendo las mismas. Callar y silenciar, evadir y desviar la atención será la constante ante temas tan trágicos y dolorosos.
Y no, no puede replicar el presidente su dicho de que: “Pues los que se murieron se lo merecían por estar en malos pasos” no, no . Eso no nos da paz, no nos basta, no nos tranquiliza .
Necesitamos más carácter del presidente y de su equipo y vaya que lo tiene cuando trata de aventarse flores y aventarle flores a sus múltiples aliados. Pero “calla como momia” ante la tragedia, la devastación, y la muerte.
Hoy estamos viviendo tiempos inimaginables en donde los malos le van ganando a los buenos. En temporada de Reyes de veras que elevo una oración para que Dios en su infinita bondad, abrace a este país, porque estamos totalmente huérfanos y desprotegidos
Incluso también siento esta sensación de desprotección de nuestras fuerzas armadas. Sí, se ven muy bien marchando y todo pero ¿con qué se defienden? ¿Quién cuida de ellos y los defiende también?
Tampoco le viene bien decir al presidente que “son tiempos electorales” y que todo es un montaje y un pasaje de ciencia ficción.
La masacre de ayer no tiene nada que ver con votos, ni con tiempos electorales, tiene que ver con la destrucción del tejido social que será imposible reparar. O quizá ya perdí la fe.
Que en paz descansen todas estas 30 personas asesinadas. Me imagino siempre que no podrán descansar en paz si fueron masacradas de la manera en que las masacraron pero al menos pedir por sus almas me brinda un poco de sosiego.
Es cuánto.