Arturo Zaldívar: el peor ejemplo para los jóvenes abogados mexicanos
El ex ministro Arturo Zaldívar ha traicionado al poder Judicial, a la Corte, a la Judicatura y al pueblo de México. Atrás han quedado aquellos valiosos momentos cuando el magistrado lucía sus grandes talentos como abogado con su enorme conocimiento de la ley.
Atrás han quedado también los chuscos momentos cuando Zaldívar llevaba aquellos coloridos brazaletes alusivos a Taylor Swift, mientras el ministro cantaba alegremente los éxitos de la cantante estadounidense.
Y sí, debemos reconocerle que durante su paso por la Suprema Corte, Zaldívar demostró que es un gran abogado y que sentó un buen precedente en materia de interpretación de la ley y en el avance de los derechos de las minorías.
Sin embargo, a la postre, le traicionó la ambición política. No contento con haber dejado la Suprema Corte para sumarse a la campaña de Claudia Sheinbaum, en una clara traición al espíritu de la Suprema Corte y de la Constitución, hace un par de días concedió una entrevista al El País, donde acusa al máximo tribunal jurisdiccional de estar capturado por intereses “conservadores”, por la derecha y por el PRIAN.
Sí, con los mismos apelativos y descalificaciones propios de los correligionarios de la 4T, Zaldívar despotricó contra la institución en la que sirvió durante 14 años como ministro y 4 años como presidente de la misma. En vez de retirarse dignamente y salir por la puerta grande – y pasar a la historia como un juez ejemplar- decidió formar parte de un proyecto política caracterizado por su desdén hacia la ley y el orden consitucional.
Estas declaraciones provocan una serie de cuestionamientos que ponen en tela de juicio la integridad ética, moral y personal de Zaldívar: si efectivamente la Corte está capturada por intereses contrarios al pueblo, ¿por qué no lo denunció durante 14 años mientras percibía un cuantioso salario y apetitosas prestaciones? ¿Por qué no alzó la voz mientras fungía como ministro de la Corte? ¿Por qué ha esperado hasta ahora para denostar a sus colegas cuando estos, a la luz la evidencia, se han ceñido a interpretar la ley?
Al final, así como Zaldívar ha traicionado al pueblo de México, él mismo fue traicionado por sus intereses políticos. Quizá cansado de su labor en la Corte, decidió dedicarse a un empleo más “jugoso” en el que él mismo pudiera estar más directamente bajo los reflectores y participar en la “grilla” política. Sólo él lo sabe.
Lo que sí que ha quedado claro es que Arturo Zaldívar representa todo aquello en lo que NO debe convertirse un abogado mexicano. Para su propia vergüenza, vivirá en la historia del constitucionalismo mexicano como un ministro que dio la espalda a su propio legado. Es una pena.