La COP28 y la participación de México

El pasado 13 de diciembre concluyó la vigésima octava Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) misma que tuvo lugar en la ciudad de Dubái, en Emiratos Árabes Unidos.

Como es bien sabido, Naciones Unidas encabeza, desde hace muchos años, la cruzada en favor de acciones internacionales dirigidas a combatir la amenaza existencial del cambio climático. A la luz de la evidencia, y de acuerdo a los consensos científicos, esta problemática exige esfuerzos transversales. No se suficiente, pues, las políticas de uno o dos países, sino que exige la participación de todos los Estados.

México, por su parte, en tanto que miembro de Naciones Unidas, está obligado a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los Acuerdos de Paris. Los principios de estos instrumentos internacionales incluyen las acciones dirigidas a reducir el impacto climático, tales como la reducción de la utilización de combustibles fósiles y el tránsito hacia energías limpias, entre otras.

El gobierno de México, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, con motivo de su participación en la COP28, expresó: ” La participación de México se enfocó en impulsar una acción climática basada en la justicia social, el respeto a los derechos humanos y la equidad de género… México se unió al compromiso mundial sobre energías renovables y eficiencia energética, que busca triplicar la capacidad de generación de energía renovable…”

El curioso que lee esta declaraciones consideraría que México es un país comprometido con los consensos en materia de cambio climático, que respeta los acuerdos internacionales, que prioriza el cumplimiento de las acuerdos y que coordina políticas de Estado dirigidas a atender la crisis.

Nada más falso. AMLO, lejos de buscar contribuir a la lucha contra la cambio climático, ha desdeñado la importancia de la problemática con su consabida refinería de Dos Bocas y con la construcción del Tren Maya. Mientras la primera atenta abiertamente contra los objetivos de eliminación de los combustibles fósiles, la segunda ha conllevado la pérdida de biodiversidad en el sureste mexicano, traduciéndose en la muerte de especies animales y en la destruccion de ecosistemas naturales.

El gobierno de México ha contravenido los acuerdos. Sin embargo, se atreve a pararse frente al mundo argumentando que sigue al pie de la letra los lineamientos en materia de cambio climático. Una vergüenza.

La próxima presidente de México, despojándose de consideraciones meramente ideológicas, deberá adoptar políticas de Estado que miren hacia el respeto y cumplimiento de lineamientos emanados de los consensos. No es una tarea postergable sino que exige un actuar inmediato. De lo contrario, nuestro país continuará contribuyendo a la destrucción del planeta y a la violación de los acuerdos internacionales.

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