Mauricio y su Milarca
He leído numerosas reseñas de prensa del museo La Milarca de Mauricio Fernández. Todas, muy positivas, destacan los techos renacentistas y los arcos góticos, absolutamente impresionantes; la colección de monedas, histórica; las pinturas de artistas oaxaqueños, fascinantes; la gran cantidad de objetos valiosísimos como la espada de Hernán Cortés y el ‘Mauriciosaurus Fernandezi’, plesiosaurio del cretácico, de unos 93 millones de años; las obras de Diego Rivera y Frida Khalo, y el increíble ‘gabinete’ de quien pronto será otra vez alcalde de San Pedro Garza García.
Todo lo que había leído se queda corto. No pueden describirse con palabras y ni siquiera con videos la majestuosidad y la belleza del museo de Mauricio Fernández —porque La Milarca es eso: el museo de Mauricio—. Pronto se inaugurará. Habrá que visitarlo. Volveré, desde luego, con mis nietos. Ayer tuve el privilegio de estar ahí. Después comí con el ya casi candidato a presidente municipal sampetrino y hablamos de política. Al salir del restaurante pensé que Nuevo León tiene mala suerte, ya que dos veces a Mauricio se le negó su aspiración de ser gobernador. Tantas cosas serían distintas en mi tierra si él la hubiera gobernado.