¿Merece el Tren Maya el beneficio de la duda?
Hace unos días el Tren Maya inició operaciones. Según trascendió, lo habría hecho con un retraso de cinco horas saliendo desde Cancún. En todo caso, su inauguración ha sido un motivo de festejo para AMLO y para los que durante cinco años se han jactado de presentar este proyecto como una de las obras insignes del gobierno. La obra, a todas luces, está inconclusa y seguramente no se terminará durante la presente administración.
Desde mi punto de vista quizá el Tren Maya merece el beneficio de la duda. Echando a un lado por un momento el daño tremendo provocado a los ecosistemas naturales (se calcula una nada desdeñable pérdida de biodiversidad en el sureste mexicano) los proyectos de infraestructura ha sido desde siempre recetas pertinentes para el desarrollo. En otras palabras, ningún país puede aspirar a la viabilidad económica si no son impulsados, desde el Estado, proyectos ambiciosos de largo aliento.
A diferencia de otros proyectos que merecen poco o nada reconocimiento público, como la refinería de Dos Bocas o el aeropuerto de Santa Lucía (el primero en contravención del consenso del cambio climático y en violación del Acuerdo de París y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y el segundo en detrimento de un proyecto avanzado y viable como lo fue el Aeropuerto de Texcoco) el Tren Maya podría resultar detonante para el impulso del desarrollo de la región. Sí, así lo he escrito, el Tren Maya podría convertirse en el proyecto rescatable de la 4T.
Podría resultar rescatable desde la óptica económica ( insisto, no minimizo en ningún momento el daño ecológico) pues los proyectos de infraestructura regional suelen conducir a un impulso del crecimiento económico. A diferencia de lo que durante muchos años hizo el PRI, léase, el dispendio en gasto corriente, el ambicioso Tren Maya merece el beneficio de la duda de ser evaluado en el tiempo.
En suma, a mi juicio, el Tren Maya presenta algunos elementos divergentes. En primer lugar ha sido catalogado como un proyecto ecocida. AMLO prestó oídos sordos a las múltiples voces de los grupos ecologistas que se alzaron contra lo que demominaron un “ecocidio”. Sin embargo, en segundo lugar, un proyecto de infraestructura que incentivará el turismo, que facilitará la conectividad terrestre y que tiene el potencial de promover el desarrollo económico debe ser evaluado con base en resultados. Al tiempo.