Al diablo con sus candidaturas: Juventud, destino criminal y el indignante silencio de movimientos estudiantiles

El último movimiento estudiantil reciente que se puede recordar es el feminista, que vive bajo amenaza por las carpetas de investigación abiertas a quienes han protestado, junto con el antiguo Movimiento 132 y la causa por encontrar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa que ahora ya son más de 156 mil, con menos de 12 mil reconocidos. Todos ellos, cooptados por el oficialismlo, ya sea con cargos, plazas, empleos o becas, o simplemente, absortos con la rutina cotidiana por necesidad de subsistir ante la precariadad.

Este fin de semana, paradójicamente, mientras la próxima presidenta decía que la transformación es de jóvenes y que los mismos deberían apropiársela con “alegría”, eran asesinados al menos 12 menores de veinte años que disfrutaban una posada con otros invitados. El saldo de 11 heridos acumulando las defunciones no se compara con la tendencia juvenicida de México: ser joven es condena de muerte. Intentar llegar a ser adulto, es cuello de embudo en el que tan solo pasan los más privilegiados.

La memoria de los menores fallecidos es transgredida en público y colectivamente tras las muertes. “Guanajuato es uno de los Estados en donde hay mayor consumo de drogas”, dice el presidente. “Habían consumido sustancias” las víctimas anteriores inmediatas, también dice López Obrador.

No importa que unas horas después, la madre de uno de los asesinados en otra masacre, también de Guanajuato, pudiera aclarar que el examen toxicológico dio como resultado un contundente negativo, o sea, que no consumió ningún tipo de drogas como el ejecutivo “justificó”.

Hoy no se explica el silencio de los movimientos juveniles y estudiantiles. A menos que sea por el miedo de terminar igual en un país que asesina sin preguntar, es inexplicable que los lamentos por el asesinato de los nuestros venga de opositores y adultos. ¿Cuántos estudiantes más tienen que ser levantados? ¿Acaso los guanajuatenses o queretanos pueden aceptar que, por ser gobernados por la oposición, los crímenes sean entendidos, aceptados o justificados?

¿Y donde están las voces que protestan por cada joven, mujer, adolescente desaparecido en las carreteras? ¿Nos da tranquilidad que en el caso de tener 30 años o menos, nuestra muerte será justificada por un supuesto consumo de lo que sea? ¿Acaso consumir drogas merece como sanción ser asesinado sin juicio previo ante tribunales competentes, como cualquier democracia? ¿Acaso consumir drogas merece justificar la ausencia del Estado y su total incapacidad para brindar seguridad ?

Porque la carnicería no consume drogas ni los estudiantes ni los restaurantes ni los comercios ni las familias de Texcaltitlán, y aún así fueron ultimados. ¿Entonces el crimen organizado es la nueva inquisición fáctica que puede sancionar nuestros comportamientos morales como la infidelidad o la drogadicción? ¿Entonces los consumidores de cualquier tipo de droga merecen la muerte antes que atención psicológica o rehabilitación?

Me da vergüenza que las únicas que marchen por los jóvenes desaparecidos, sean sus madres. Y no me avergüenza por el enorme amor y coraje de ellas que, al maternar, exigen justicia como parte de sus múltiples deberes de madre, aceptados con el amor que tan solo una madre sabe tener. Me da vergüenza por los gobiernos y por los otros jóvenes, compañeros de clase, amistades, parejas de los ultimados o desaparecidos. Me da vergüenza que tener miedo sea el último recurso. Y aceptar becas o “alegrarse” sea el otro último recurso para esta generación devastada.

Me da vergüenza que el activismo haya sido comprado y tan solo por esa vergüenza monumental, me atrevo a rechazar cualquier candidatura que venga de ese lugar. Nadie que se diga joven y activista podría aceptar postularse por cualquiera de los partidos juvenicidas del “mercado político”. Ni los que lo provocaron, el PRI y el PAN, ni los que lo mantienen. Que ya sabemos quienes son sin necesidad de ser mencionados en esta triste columna.

Al diablo con sus candidaturas.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *