¿El salario real es tan esperanzador como el denominado salario mínimo?
El anuncio reciente sobre el aumento del salario mínimo realizado por Claudia Sheinbaum vuelve a poner sobre la mesa un viejo debate económico que, por años, estuvo cargado de inercia y resignación. Durante décadas, la discusión parecía reducida a formalidades: ajustes pequeños, incrementos apenas por encima o incluso por debajo de la inflación, y un salario mínimo que perdía relevancia como instrumento de bienestar. Sin embargo, el giro político y económico que inició en 2018 transformó el panorama, convirtiendo al salario mínimo en un tema central de política pública.
Hoy, ante un nuevo aumento anunciado, resulta indispensable revisar lo que realmente ha ocurrido con el poder adquisitivo del salario, qué significa el salario real, cómo hemos llegado hasta aquí y qué implicaciones tiene la continuidad de esta política en un contexto económico distinto al que le dio origen, cuando un gobierno anuncia un aumento del salario mínimo, la reacción inmediata suele ser positiva: más pesos implican, intuitivamente, más ingreso. Sin embargo, la economía enseña que esta lectura es incompleta. Lo relevante para el bienestar no es el monto nominal, sino el monto real.
El salario nominal es únicamente la cifra monetaria. El salario real, en cambio, mide cuántos bienes y servicios puede comprar ese ingreso. La diferencia entre ambos conceptos cambia por completo el diagnóstico. Un salario nominal que sube 10% puede ser una ilusión si la inflación sube 10% o más, la historia económica moderna de México ofrece suficientes episodios para ilustrar cómo los salarios pueden verse profundamente afectados por la inflación y por decisiones de política económica.
Durante casi dos décadas, los incrementos salariales fueron insuficientes para generar una recuperación real. El salario mínimo apenas se movió en términos reales respecto al año 2000. La estabilidad macroeconómica fue positiva, pero no se tradujo en un avance sustantivo del ingreso laboral.
A partir de 2018, México inició una nueva política de recuperación del salario mínimo. Los incrementos nominales fueron deliberadamente superiores a la inflación. Esto permitió un aumento sostenido del salario real, especialmente visible en 2019, 2020, 2023 y 2024.
De acuerdo con la reconstrucción de datos del periodo 2000–2025, el salario real de 2025 equivale a aproximadamente 250% del nivel del año 2000. Esta es la recuperación más significativa registrada en el México contemporáneo.
Un análisis por administración permite dibujar un panorama general:
En términos comparativos, el salto del salario real después de 2018 marca un antes y un después. No existía precedente reciente de una recuperación tan pronunciada.
El planteamiento de un aumento importante al salario mínimo para 2026 confirma la intención del nuevo gobierno de continuar la tendencia reciente. No obstante, el entorno macroeconómico es distinto al de años anteriores:
La inflación general ha bajado, pero aún existen presiones latentes.El entorno internacional presenta riesgos: volatilidad del tipo de cambio, tasas de interés elevadas en países desarrollados y riesgos geopolíticos.La economía mexicana tiene rezagos históricos en productividad y formalidad laboral.
Por ello, la viabilidad del aumento no depende únicamente de la voluntad política, sino de una evaluación técnica que asegure que el incremento nominal se traduzca en un aumento real sostenible.
Un aumento del salario mínimo puede mejorar el bienestar, pero debe estar acompañado de políticas complementarias, y productividad laboral, porque salarios altos sin productividad generan riesgos inflacionarios y pueden afectar empleos en sectores de baja competencia.
También debe existir formalización debido a que casi la mitad de los trabajadores están en la informalidad; allí los efectos del salario mínimo son más difusos.
Finalmente, no se puede dejar por separado la política macroeconómica para que un aumento sea sostenible, debe acompañarse de estabilidad monetaria y fiscal.
Los datos muestran que México ha recuperado poder adquisitivo de forma significativa en los últimos años. Este avance no es menor y debe reconocerse. Pero también exige responsabilidad técnica.
En mi opinión, el anuncio del nuevo aumento debe leerse con optimismo moderado, puede fortalecer aún más el salario real, pero sólo si se mantiene la disciplina inflacionaria y se acompaña con políticas de productividad, el salario mínimo es más que un número: es el cimiento del ingreso de millones. Cuidarlo no es sólo subirlo, sino garantizar que cada peso valga lo que promete.