La religión y la estrategia política

Con motivo de un día más de la celebración de la Virgen de Guadalupe, el día de ayer miles de mujeres, hombres y niños, provenientes de toda la geografía nacional, acudieron a la basílica para cantar las mañanitas. Una vez más el pueblo mexicano demostró cuán fervientes guadalupanos son y cómo expresan a la Virgen morena su mayor devoción.

El fervor mexicano supera ampliamente a otras devociones marianas practicadas en el mundo católico, tales como la peregrinación al Santuario de la Virgen de Lourdes en Francia, al de Fátima en Portugal,  las visitas a Nuestra Señora de Czestochowa en Polonia o la Virgen del Pilar en Zaragoza.

Sí, el pueblo mexicano es religioso. Sin embargo, su devoción quizá se limita a la Virgen. Pueden olvidar los preceptos dictados por la Iglesia católica, los principios cristianos y los mandamientos de la ley de Dios, e incluso pueden echar a un lado el verdadero significado de la Navidad, pero no dejan de sentirse orgullosamente guadalupanos. Se trata, si se quiere, de una práctica de la religión católica a la mexicana.

Los políticos lo saben. AMLO lo sabe y lo ha explotado espléndidamente. Desde su rompimiento con el PRD tras los acuerdos de éste en el seno del Pacto por México, el líder tabasqueño buscó fundar una nueva agrupación política que fuese plenamente atractiva para la mayoría del pueblo mexicano. Pensó -cierto- en un movimiento de regeneración nacional que sirviese como contrapeso a los partidos dominantes y que infundiera en los mexicanos un sentido de esperanza.

Pero no únicamente por eso llamó Morena a su partido. Sin el ánimo de buscar penetrar en los pensamientos de AMLO o de los que fundaron la agrupación, pretendieron llamarlo así para evocar a la Virgen de Guadalupe; aquella dignísima mujer morena que hizo su aparición frente al indio Juan Diego en el siglo XVI, y que vendría a simbolizar al pueblo: un sincretismo entre el catolicismo llegado de Europa y el fenotipo de la mayoría de los mexicanos.

Por tanto, AMLO y sus aliados, sabedores de la necesidad de pertenencia de los mexicanos, fueron exitosos en la transmisión de su mensaje. Con un partido nuevo que prometía el renacimiento de la vida pública y el cambio verdadero, sumado al apelativo de “morena” con referencia implícita a la Virgen de Guadalupe y a la tez de la mayoría, sembró las semillas de la “esperanza”, y con ello alcanzó el cenit del poder político en 2018.

Como ha sido señalado reiteradamente, AMLO es un político extraordinario. Es un gran lector del sentimentalismo personal y religioso del pueblo mexicano. Jugó bien sus bazas y continúa siendo el presidente más popular de los tiempos recientes.

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