El junior y la descomposición social
“Nuestra realidad está mucho más cerca a la de Comala porque somos un pueblo de muertos.”
HIRAM RUVALCABA
“Seremos tan fuertes como unidos estemos, y tan débiles como lo divididos que estemos.”
J.K. ROWLING
Un patético mirrey, morelense radicado en Puebla, arremetió contra el guardia de seguridad del fraccionamiento donde vive. Cobardemente lo arrió a golpes solamente porque quien cumplía con su deber le solicitó se cambiara de carril para poder abrirle. El púber al saberse grabado se puso a llorar y mintiendo aseveró que el guardia le había pegado primero. Prepotente, cobarde y encima mentiroso.
Algunos sostienen que el padre del menor comparte la misma nula educación, pues amenazó a otro guardia de seguridad: “puedo pagar la multa que sea y partirte tu madre”. En ambos la prepotencia, el cinismo y nula educación.
Un soberbio mirrey, ¿pero cuántos más hay en Puebla? ¿Cuántos en el país? ¿Es esa la juventud de las redes sociales, la que tiene como modelo a seguir al gobernador con licencia de Nuevo León, pensando pueden salir indemne de sus errores? Patricio Pereyra, el cobarde estudiante de la prepa Anáhuac Puebla (donde ya, por cierto, lo han suspendido de manera temporal), es una prueba más de la descomposición social en la que vivimos. Y si bien esta obedece a diversas razones y abarca muchas variables, culpar a todos y a todo de la actuación de este chico es diluir la responsabilidad al grado de que ya nadie sería culpable.
La descomposición social usualmente tiene componentes radicados en un entorno cercano. En el caso de Patricio, sus padres tienen antecedentes de violencia.
¿Pero sólo la familia es culpable? Si bien esta constituye el núcleo primario de cualquier sociedad, nada positivo aporta una sociedad que no reprueba enérgicamente el maltrato y que permite que la impunidad campeé sin un costo social. Su falta de respeto y el delito (las lesiones que ocasionó) los lleva a cabo porque piensa que nadie se enterará. ¿Patricio hubiera hecho lo mismo en la caseta de su escuela? Seguramente no porque ahí sí sabía que le estarían grabando.
Hay diversos síntomas que muestran la descomposición social por la cual atravesamos como sociedad. Algunos de estos síntomas incluyen la incertidumbre sobre el rumbo del país que a su vez afecta en lo personal… por ejemplo, la condición y la incertidumbre relacionadas con el empleo (o la falta de este).
En cualquier caso, la sociedad no puede debiera pasar sin más los actos de violencia contra quien tan solo cumple con su deber.
Tiene razón el gobernador poblano Sergio Salomón al condenar el delito cometido. Condenar el clasismo es correcto, pero aún más encomiable son siempre las acciones de las autoridades para combatir la descomposición social, desde el prepotente que puede golpear a un guardia de seguridad por hacer su trabajo, hasta los policías asesinados, la violencia, los desaparecidos (más de 100,000) y los 173,000 homicidios en el que va del presente sexenio.
El resquebrajamiento social no inició en este sexenio y tampoco terminará en el mismo. Atravesamos una complicada crisis social, de ejemplos y de valores. Se piensa se puede violentar la ley sin consecuencias.
El resquebrajamiento social lo vivimos todos los días, son casos como el de Puebla que nos recuerda que la violencia está más cerca de lo que nos imaginamos y se dan niveles de violencia altísimos.
Un país rayando en la esquizofrenia, con un gobierno que vive “en los otros datos”, y hace frente al crimen al crimen organizado con abrazos.
El junior morelense afincado en Puebla es una muestra más de la descomposición social. Afrontemos la cruda realidad e impidamos la impunidad en casa, en la calle y no permitamos que quienes se sienten por arriba de la ley gocen de impunidad.