Los nuevos tlaxcaltecas mareados

Dentro de todas las reacciones ante las medidas arancelarias impuestas por Donald Trump a nuestro país, destacaron las de aquellos que no solo culparon a Morena supuestamente de haber provocado la dura decisión, aún cuando el hecho evocado por el mandatario norteamericano fue la condena a Genaro García Luna y el papel del Cártel de Sinaloa en el sexenio de Felipe Calderón. Sino que prácticamente, drogaron la intervención norteamericana y sugirieron más medidas en contra de su propio país.

La lista de simpatizantes del PRI y del PAN es corte pero evidenciadora. Se trata de los nuevos Tlaxcaltecas, que incapaces de tener visión a futuro o mínima consciencia sobre sus propios actos, no logran entender que el país es más que su fracción parlamentaria y actúan en consecuencia.

Se cuenta que el papel de los originales tlaxcaltecas fue clave durante la conquista por su alianza con Hernán Cortés, quien no viajaba con suficientes hombres para amenazar al imperio Azteca. Tenochtitlán, enemigo territorial de los antiguos habitantes de Tlaxcala, sostenía un poderío sólido qué los tlaxcaltecas anhelaban. A pesar de que se dice que desde el centro del territorio se cobraban tributos excesivos y se cometian abusos contra pueblos vecinos, aquellos tlaxcaltecas no anhelaban el fin del supuesto sistema que los arrinconaba sino que deseaban convertirse en el opresor.

Fue así que la mínima tentación por aliarse con los extraños desencadenó la caída del imperio más importante de aquellos tiempos. El pueblo de los Tlaxcaltecas se sentían igual de conquistadores qué los españoles y se sabían satisfechos con algunos privilegios cuando triunfaron. Todo quedó grabado en el Lienzo de Tlaxcala. El lienzo retrata en poco más de 80 escenas la llegada de los españoles, la alianza bélica para la derrota de los mexicas, la etapas de la conquista, la matanza de Cholula y el asesinato de Cuauhtémoc. Fue realizado a petición del Cabildo de Tlaxcala y del virrey Luis de Velasco en 1552 pues aun orgullosos, querían comunicar a la corona española la colaboración de los tlaxcaltecas en la conquista. Supuestamente, la intención pictórica podría probar la lealtad de los Tlaxcaltecas a los conquistadores y lograr una opresión más privilegiada, no como la de sus adversarios qué recién habían caido.

Ese es el lugar que ahora buscan desde la inconsciencia y la ignorancia los nuevos tlaxcaltecas agrupados en las derechas. Creen que su marcada sumisión les hará merecedores de algún tipo de confianza por parte de Estados Unidos. Alzan la mano para ser los abanderados de alguna estrategia intervencionista, confiando en que la voluntad del vecino del norte pueda doblegar a las millones de voluntades qué les repudia en su propio país. Desean jugar al conquistador, al aliado del interventor. No solo anhelan que se impongan aranceles sino que llaman a que supuestamente, aun cuando ellos fueron parte del problema con narcogobiernos sentenciados, declarados y probados, intervengan las fuerzas militares norteamericanas.

En su mundo fantasioso o probablemente, perverso, su oportunidad de retomar el poder es posicionándose en contra del gobierno actual, a favor de las medidas invasivas, ofensivas y flagrantemente violatorias a los acuerdos comerciales qué durante años enarbolaron como un logro globalizador exclusivo de sus gobiernos de elite, conducidos por egresados de universidades también norteamericanas.

Anhelan ser el nuevo Tlaxcala, con perdón del Tlaxcala hermoso que hoy integra México. Con todo y su minoritaria presencia, desearían ser capaces de intervenir en la caída del gobierno porque no saben distinguirlo de una fracción partidista y esperan que caiga el México que conocemos con tal de que con ello caigan sus archiadversarios de urnas. No son apatridas, son simple y sencillamente, obtusos. Tan mareados y tan perdidos qué resultaron molestos porque se logró aplazar un mes la absurda medida arancelaria. Tan mareados y perdidos qué están a nada de exigir a Estados Unidos que haya tropas, bombardeos, militares desfilando en nuestras calles cual película de Hollywood. Tan perdidos qué no pueden reconocer el extraordinario liderazgo que, desde la calma y la prudencia, tiene Claudia Sheinbaum. Tan mareados que verdaderamente esperan el caos y les decepciona un mes más de diálogo pacífico.

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