100 días y 100 noches de continuidad crítica
Los gobiernos de nuestro tiempo se enfrentan como nunca a la complejidad de las sociedades modernas y posmodernas.
Masivas y multinacionales; plurales y diversas, desiguales, divisivas y polarizadas; hiper e hipo tecnológicas; inciertas, líquidas y mediáticas; globales y locales, liberales e identitarias, frágiles, riesgosas, criminalizadas y anómicas, llenas de esperanza en su capacidad humanitaria y de diálogo y respeto intercultural, las sociedades de hoy son lo que hemos hecho y hacemos de ellas, y no pueden gobernarse solas. Mas aún, se gobiernan de día y de noche.
Los 100 días de gobierno de Claudia Sheinbaum representan un claro ejemplo de ello.
El primer rasgo positivo de su proyecto de gobierno es la continuidad.
Esto es, las estrategias y políticas públicas del primer sexenio de gobierno de la 4T han sido respaldadas por el voto popular mayoritario en 2024, entonces los resultados deben venir pronto y bien.
El segundo punto a destacar es que si a esas estrategias y políticas se les aplica una racionalidad y sensibilidad crítica, entonces pueden mejorar y servirle más al pueblo.
Las cinco esquinas de la estrategia del proyecto de la Dra. Sheinbaum, que se infieren de su informe de 100 días de gobierno de este domingo 12 de enero, se orientan en la dirección correcta.
La esquina de la política social se dirige a modular humanamente las desigualdades, reducir la pobreza y rehilvanar el tejido social intercultural dañado por prácticas inveteradas, recurrentes e indignantes de exclusión y discriminación en contra de los más débiles, pueblos originarios y afromexicanos, y de las mujeres, en particular.
La esquina de la política económica que genera las condiciones para sustentar la soberanía y la prosperidad compartida hacia adentro del país, entre clases, sectores y grupos, y hacia afuera en el marco de Norteamérica y las Américas.
La esquina de la seguridad reconstruyendo sus bases sociales y fortaleciendo capacidades estratégicas junto con las variables de contención, inteligencia y coordinación.
La esquina de la democracia, no solo como formas jurídicas y elecciones legítimas, sino con participación constante para democratizar las decisiones públicas y garantizar mediante el buen gobierno la igualdad sustantiva.
La esquina de la cooperación internacional, en particular con los Estados Unidos, las poblaciones propias y los migrantes para entender que el siglo XXI puede ser el siglo de la América intercontinental, fuerte, próspera, equitativa y sostenible, de países soberanos y respetuosos del derecho internacional.
De qué sirve todo ello si no es para la felicidad y el bienestar, para el goce de la vida cotidiana en común. Para eso es el gobierno –y desde luego que no es fácil– como lo hace nuestra popular presidenta, de lunes a domingo, de día y de noche.
Honor y respeto a la primera presidenta de la historia de México.