La zalamería de Trump y el liderazgo de China en el comercio mundial y en la nueva era tecnológica

“Déjate de zalamerías, y dime que se te ofrece”

Pedro Antonio de Alarcón

Con cierta zalamería Donald Trump ha declarado: “China y Estados Unidos pueden resolver juntos todos los problemas del mundo. Xi Jinping es un tipo increíble. La prensa odia que diga eso, pero es una persona increíble”. ¿Cómo entender estas palabras? Sólo como un reconocimiento de que la economía global depende en sumo grado del crecimiento y desarrollo de China y de que será difícil contener sus alcances y logros.

Todo parecía suponer que la estrategia proteccionista de Donald Trump tenía que ver con la idea de mantener a toda costa la supremacía de Estados Unidos en la economía global. El poner barreras arancelarias se quería ver como una estrategia contra China; pudiera ser que no, que en realidad lo que interesa es recibir los beneficios directamente de China, eliminando puentes comerciales y relegando a un segundo término a sus socios tradicionales: los países de la Unión Europea, Japón y otros países asiáticos; sin dejar de incluir, desde luego, a México y a Canadá.

China es el gran proveedor del mundo y sin su aportación comercial las cadenas de suministros se verían claramente afectadas. Participa con alrededor de 20% del PIB mundial y es la potencia comercial más importante del orbe, al contribuir con alrededor de 17% del comercio global. Se ha convertido en el principal socio comercial de un número importante de países y ocupa un papel preponderante en el intercambio con las principales potencias económicas, por lo que cualquier retraimiento de la economía china provoca colapsos a nivel global. Quien intenta desacoplarse sufre problemas de escasez y desabasto; pero además pierde la oportunidad de penetrar y participar en el mercado interno de mayor tamaño del planeta.

No se debe tener un concepto vago de lo que es China y de lo que representa para el mundo. La idea de que los productos chinos eran baratos por su mala calidad ahora parece un mito, al ver sus notables avances en la ramas electrónicas, digitales y automotrices. Las armadoras chinas de vehículos extienden sus ventas en todo las regiones del planeta, trayendo consigo alternativas competitivas en calidad y precio. No sólo eso, la transformación productiva asombrosa de sus empresas le permite liderar ahora los procesos de electro movilidad y autonomía.

China ha avanzado significativamente en el comercio mundial de autos. En 2000 sólo abarcaba 1% del comercio global, para luego situarse en 30% en 2020 y en 39% por ciento en 2023 (Simón Levy, China al volante de la industria automotriz…) La preponderancia de China se reafirma cuando se observa la estructura de la producción mundial en 2023, en donde según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos, se ensamblaron 93 millones 547 mil vehículos automotores.

China es el primer mercado automotor del mundo y en 2023 se convirtió en el primer exportador, desplazando a Japón. Empresas como BYD y Chery expandieron su presencia en varias regiones, incluyendo a Latinoamérica; lo que le permitió la exportación de alrededor de 5.5 millones de unidades, contra los 4 millones aproximadas de Japón. También la empresa BYD se ha configurado como el gran competidor de Tesla de vehículos eléctricos, superándolo en ventas desde el cuarto trimestre de 2023. El dato relevante en 2023 es que China produjo 58% de vehículos eléctricos, convirtiéndose en el principal protagonista del futuro del transporte y de la acción climática.

Cuando uno se pregunta cómo le hizo China para ser la primera potencia mundial de automóviles, generalmente se habla de incuantificables subsidios del gobierno a sus empresas. De hecho, eso es lo que ha provocado agresivas políticas arancelarias de los países de la Unión Europea; en donde, por cierto, no existe consenso. El gran perdedor ha sido Alemania, quien bajo una perspectiva distinta ha ido en contra de estos acuerdos proteccionistas: reconoce la importancia que tiene China en la ampliación de sus exportaciones y el efecto positivo de las inversiones de las empresas chinas, acorde con su visión de obtener los máximos beneficios en materia de transferencia tecnológica.

Ningún apoyo gubernamental sería suficiente, si no hubiera cambio e innovación tecnológica. El gobierno chino ha impulsado la tecnología “New Energy Vehicle” o NEV. Esto lo hizo en plena crisis pandémica, por lo que empresas como NIO, Xiaopeng y Huawei han realizado cuantiosas inversiones en desarrollar trenes de potencia eléctricos y procesos de conducción autónoma. China, así, está revolucionando la electromovilidad sobre las siguientes bases:

El desarrollo más potente del vehículo eléctrico y autónomo, lo que ha llevado a la producción cada vez más barata de chips y baterías.
La fabricación intensiva de semiconductores que demanda la producción cada vez más masiva de autos eléctricos y de otros procesos productivos autónomos.

La gran hazaña de China consiste no sólo en producir, sino en crear un gran mercado interno, el mayor del mundo. En las últimas dos décadas el número de vehículos automotores producidos y vendidos ha crecido exponencialmente, multiplicándose por diez. El poderío en China se ha multiplicado porque durante las dos últimas décadas se han creado millones de empleos, cada vez mejor remunerados; registrándose una inusual urbanización con una sociedad cada vez más demandante de viviendas y de productos con mayor valor agregado tecnológico.

No es casual que el sector inmobiliario y la industria del automóvil sean las giros económicos más importantes en China. Durante un breve periodo han salido de la pobreza 800 millones de personas y se ha consolidado una clase media de alrededor de 700 millones de personas. En términos de demanda – particularmente de automóviles – el mundo necesita más de China, que China del mundo.

El tono meloso de Trump – seguramente aconsejado por Elon Musk – sólo es entendible si se conoce, por ejemplo, la importancia que tiene China para Tesla. Sólo algunos datos:

Las importantes inversiones de Tesla en Shangai. Se estima que la fábrica de Tesla produjo casi un millón de vehículos en 2023; de los cuales 60% se vendieron en China y 40% se exportaron a Asia y Europa.
Las ventas en el mercado chino son crecientes, se estima que más de 1.6 millones de automóviles de la marca Tesla circulan por las calles de las ciudades chinas.

No hay loco que coma lumbre, Trump parece entender que no le conviene una guerra comercial con China; menos le convendría a Musk. Su transición y avance tecnológico en menos de dos años, más su imponente mercado interno, pone contra las cuerdas a los intereses comerciales de todos los países, incluyendo a Estados Unidos. La solución no es el proteccionismo, no sólo porque no se frenaría el impulso comercial de China, sino porque se perdería el más imponente mercado del mundo. Hay que ser muy cuidadoso, de ahí la adulación de Trump hacia Xi Jinping.

Si pensamos en México, resulta claro que no podemos dejar de ser una economía de libre mercado, sin miedo debemos adecuarnos a nuevas condiciones. De una u otra forma, con los vasos comunicantes que sean (e incluso con la interferencia negativa de Trump), se tendrá acceso a los nuevos avances tecnológicos y más que antes necesitamos asimilarlos para continuar con nuestra consolidación industrial.

Esta nueva era tecnológica caracterizada por la electro movilidad y la autonomía requerirá cada vez más de investigación y desarrollo (I+D) y de mano de obra calificada; desde hace ya varias décadas la idea de mantener una mano de obra barata ha pasado a un segundo término, convirtiéndose en una idea rupestre. Ese es el error que mantuvo México hasta 2018.

Nuestra universidades y tecnológicos deben crecer no sólo en número sino en calidad; trayendo consigo la consolidación de un mercado interno cada más demandante de productos líderes en tecnología. Ese es el gran reto: generar un círculo virtuoso con un amplio consumo e inversión; llevando el efecto multiplicador a los mejores estándares internacionales. Bajo esta perspectiva, se entiende mejor el proyecto de que México tenga su propio auto eléctrico.

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