Claudia Sheinbaum: enderezando el rumbo en menos de ochenta días

A pocos días de terminar el año unos están en los preparativos de la cena y los regalos, otros gastando el aguinaldo, a otros las fiestas decembrinas les da lo mismo (soy de esas) y otros más están de plano destilando veneno.

Y es que en el ámbito social, económico y político siguen pasando cosas, aunque hay quien diga que no pasa nada.

Con el inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum estamos entrando al séptimo año del gobierno de la Cuarta Transformación, que inició en 2018 con el expresidente López Obrador, y la transformación en verdad sigue.

No sé si sean ilusos, ignorantes, necios o chingaquedito los que siguen despotricando que Claudia es lo mismo que AMLO, se vuelan muy feo quienes también aseguran que con la presidenta no hay nada nuevo e incluso hay otros (no sé si peores o del mismo calibre) que dicen que ya están aburridos (as) o desesperados porque nada cambia, porque no hay empatía, porque todo está mal.

Voy a decir que me parece histórico y hasta asombroso que no hemos llegado a los ochenta días de este sexenio y ya tenemos avances en varios rubros: reformas a favor de los pueblos originarios, de los animales, en educación, en derechos de las mujeres, ya se trabaja en leyes más justas contra la violencia de género, en mejoras salariales, en fin. Vea tantito la mañanera o procure revisar las noticias para que logre ver que se está construyendo un país mejor para todos y todas.

¿Apenas esas reformas están en papel, con una firma, en un decreto, o en el Diario Oficial de la Federación? Sí, pero si no pones el primer ladrillo no construyes un rascacielos. Ya se dio el primer paso y debemos estar atentos a los meses y años próximos. Roma no se hizo en un día.

¿Usted ha sufrido el tiradero cuando está pintando o remodelando su casa y pasan los días y las semanas y siente que no va a acabar jamás y que todo está mal?

Pero qué tal cuando termina y siente que todo valió la pena.

Eso pasa con nuestro país: los niños de hoy, en un futuro tendrán mejor educación y si todos contribuimos como sociedad, no serán los feminicidas del mañana, ni los defraudadores, ni los violentos, ni estarán enfermos por comer tanta chatarra, ni pasarán horas frente a la pantalla embrutecidos viendo telebasura porque el gobierno actual ha puesto énfasis en la cultura y lo vimos el pasado viernes 13, cuando la secretaria de cultura federal, Claudia Curiel de Icaza, anunció que la inscripción a instituciones que imparten actividades artísticas no tendrán costo y que además se invertirá en éstas para que las y los jóvenes puedan estudiar danza, música, pintura, teatro y otras actividades artísticas y culturales en escuelas dignas y reconocidas. Gran avance para evitar las fugas de talento, pues antes ni esperanzas que en México se le diera la importancia debida a la educación artística. Falta ver que existan suficientes fuentes de empleo para los egresados. Espero que sí.

En días pasados leía y escuchaba la queja de algunos que consideraban que prohibir los vapeadores era una atrocidad, pero pocos celebraron que tendremos mejores condiciones laborales, incluso no faltó quien se quejó del aumento al salario mínimo o de que hombres y mujeres tenemos el derecho a ganar igual. Así de tóxicos somos.

Ah, y el tema de los migrantes en el vecino país los tiene sin dormir. No niego que es preocupante que Trump cumpla sus amenazas y haga deportaciones masivas, pero el gobierno de México está alerta, en diálogo con los gobernadores de ciudades fronterizas y buscando acciones. El tema de los aranceles también podría sacarnos un susto, pero la presidenta Sheinbaum tiene un plan y lo pondrá en marcha, en caso de ser necesario. De esas acciones, nadie habla, ni está atento. Les saca ronchas, comezón, angustia que la presidenta viva en Palacio Nacional, ¿por qué no habría de hacerlo? Es nuestro Palacio, de todos los mexicanos, alegan. Sí, por supuesto, pero la doctora Sheinbaum es mexicana, ¿no es también de ella?

¿Quién se quejó de los expresidentes que vivieron con toda su familia en Los Pinos a cuerpo de rey? Peña Nieto habitó en ese lugar con sus hijos y los de su esposa, Angélica Rivera. Y no era poquita la descendencia. Y Fox con el famoso toallagate, lujos pagados de nuestros impuestos. Ahí, todo bien, todos callados y felices.

Y bueno, qué les digo de la boda en el MUNAL, ¡que todos acaben en la hoguera! Y aunque sí, estuvo mal, no se los niego, también recordé aquel concierto de Elton John en el Castillo de Chapultepec, pocos meses después de haber llegado a la presidencia Fox y en plena luna de miel con su amada Martita. Las malas lenguas siempre dijeron que aunque el concierto fue para recabar fondos y ayudar a la niñez y a los más pobres, la verdadera razón por la que Sir Elton John visitó estas tierras, fue por un capricho de la señora Sahagún: quería tomarse la foto con la realeza como regalo de su boda. Faltaba más. Y ya entrados en este tema, de pasadita le cuento que se recaudaron más de 273 millones de pesos, que fueron a parar a las arcas de la fundación Vamos México, perteneciente a la familia Fox y liderada por doña Martita. Qué bonito es lo bonito.

Pero claro, nadie dijo nada. Mucho menos los que hoy se azotan y exigen justicia.

La podredumbre y descomposición que hoy vivimos en México no viene de un año o de dos, ni siquiera de un sexenio. Los niños y niñas que nacieron, por ejemplo en el sexenio de Fox o de su antecesor, Ernesto Zedillo, tienen actualmente entre 22 y 30 años de edad y han sobrevivido a grandes crisis económicas, y por supuesto culturales. Para que se dé una idea: de 2016 a 2023 el hábito de la lectura entre la población descendió en forma alarmante. Según datos del INEGI, en el 2023, una persona leía en promedio 3.4 libros al año, casi nada.

Los niños y niñas de los sexenios neoliberales crecieron rodeados de corrupción y desigualdad, donde el humanismo dentro y fuera de la escuela prácticamente brillaba por su ausencia. Ni hablar del respeto hacia la mujer, pues la palabra feminicidio en esos años no figuraba en ningún lado. Estos llamados hijos del neoliberalismo fueron creciendo con una violencia social que escaló a niveles alarmantes y por ello golpear, asesinar o agredir era algo “normal”. Actualmente, muchos de esa generación han cometido crímenes o tienen un nivel de frustración escalofriante. Dos ejemplos se me vienen a la mente: Marlon Botas, asesino de Montserrat Bendimes, y Christian de Jesús, agresor de Melanie Barragán.

No generalizo, claro que no, pero es innegable que nuestros hijos e hijas crecieron en un ambiente distinto, que ahora se pretende corregir. No veo el caso que estemos preocupados, mortificados, con ansiedad, porque en menos de ochenta días estamos “rete mal” o porque las cosas no salen de inmediato y a nuestro modo.

El segundo piso de la Cuarta Transformación traerá beneficios para todos, más de los que ya tenemos y los cimientos se construyen de manera firme.

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