Altagracia, ¿la nueva super star de la 4T?
Y yo diría: Altagracia Gómez Sierra es y será la nueva super star no solo de la 4T, sino de la política mexicana. Créanme.
Hablo por mi: En mi caso en todos los sexenios, los empresarios que se reúnen con el presidente en turno han pasado “de noche” por mi mente.
Es decir, nunca reparé en conocerlos y mucho menos me interesó tratar de comprenderlos. Los sentía pues, lejanos a mí. Como yo no soy una mujer “pudiente” ni mucho menos millonaria ni empresaria, para mí los empresarios son personas que no trascienden en mi vida ni mi vida en la de ellos. Muy lejanos y distantes.
Ellos son los empresarios y los millonarios. No una.
Y no, tampoco me deslumbra que tengan cantidades industriales de dinero. Si algo tengo, no sé si para bien o para mal, es mi desapego con el dinero o con las personas que tienen dinero. Es decir, para mí un millonario no vale más por serlo.
Pero Altagracia ha hecho que dirija mi mirada, no solo en los empresarios que rodean a Claudia Sheinbaum sino en particular a ella.
Me parece sumamente hermosa y me gusta su particular forma de vestir. Esos colores rojos y rosas que usa en su vestimenta, su enorme diadema de algún color brillante, su termo decorado con brillantitos y también lleno de color hace que lo “empresarial” deje de ser aburrido. Bueno, insisto, a mí me aburre… y no lo entiendo tampoco.
Pero Altagracia ha cambiado la visión empresarial que se tiene acerca de el tema.
No peca de soberbia ni de ignorante. A sus 30 años sabe lo que hace y dice.
Tengo que decir, sin que se me ofendan que esa generación, la llamada generación “Y” a la que pertenece Altagracia es una generación muy compleja. Es decir, que tratar con ellos es un reto porque todo lo saben, porque todo lo han leído, conocen todo, son expertos en todo y finalmente consideran que alguien de la generación “X ” que va de los nacidos en 1961 a 1980, nos tengamos que enfrentar a esta generación en donde sí, muchos sí saben más que uno pero pecan de soberbios.
Altagracia no es soberbia. No la conozco en persona, pero con verla dos o tres veces hablando uno se da cuenta que no es soberbia. Se para y habla con una fluidez increíble.
He leído su historia. Desde su niñez la palabra “trabajo” estuvo tatuada en su piel. Viene de familia de empresarios y su padre antes de morir le hizo saber que ella era brillante, que tenía visión para los negocios y que podría lograr todo lo que quisiera.
Altagracia desde entonces no ha dudado de ella misma ni de quienes la rodean.
Por supuesto que en un mundo absolutamente machista abrirse camino no habrá sido fácil para Altagracia. Pero ella sabía que para llegar había que ser persistentes y derribar una y otra vez los muros que se levantaran contra ella.
En un mundo y en un país machista también en donde algunos empresarios, por el solo hecho de tener dinero y poder creen tener el poder y el derecho de “ligarse” a las mujeres.
Seguramente Altagracia ha pasado por esta situaciones o en su defecto habrá sabido lo que es el rechazo.
Me imagino que los hombres poderosos la ven con cierto sigilo y desconfianza.
Pero en mi opinión van dos decisiones acertadísimas que ha tomado Claudia Sheinbaum: Tener cerca de ella a Omar García Harfuch y a Altagracia Gómez Sierra.
Se dice que la presidenta se ha apoyado mucho en Altagracia por su inteligencia, su honradez pero además tiene esta visión de cómo perciben el mundo los jóvenes. Me imagino que Claudia la escucha más a ella, que al mismísimo Marcelo Ebrard. Y hace bien.
Recuerdo que cuando Hugo López-Gatell se hizo presente en la pandemia en el 2020, mucha gente le dio la connotación de rockstar. Era el salvador y el héroe. Hoy sabemos que verlo así fue un gravísimo error.
No obstante, si Altagracia es vista así será un gran acierto.
Al menos, particularmente me encantaría conocerla algún día. La admiro mucho.
Y me recuerda que cuando tú sueñas y crees en algo, y te preparas y te informas, y crees en ti sobre todas las cosas, puedes pasar por encima de todos aquellos que te atacan y señalan primero por ser mujer y en segundo lugar por saber tanto o más que otros reconocidísimos empresarios.
Es cuanto.