Claudia y Trump dialogaron, esto es, rechazaron la agresión
El título de esta columna prácticamente lo tomé de una frase atribuida al psicoanalista Jacques Lacan: “El diálogo en sí mismo es un rechazo a la agresión”.
Se equivocó otra vez la comentocracia. Los y las analistas deberán aceptarlo: subestiman las capacidades de Claudia Sheinbaum para solucionar problemas. De esto hablaré hoy jueves en El Heraldo Radio, en el noticiero de Sergio Sarmiento y Guadalupe Juárez, quienes me permiten —y lo agradezco— analizar las estadísticas del tracking diario ClaudiaMetrics.
Es altísima la aprobación de Sheinbaum en la encuesta de seguimiento realizada por la empresa MetricsMx para SDPNoticias. La gente no se equivoca. Está conforme con el trabajo de la presidenta porque ella ha demostrado habilidad para salir de apuros.
Acaba de superar, mediante el diálogo, lo que parecía el inicio de una crisis grave: las amenazas de Donald Trump. Lo hizo actuando con dignidad, esto es, contra la lógica de tantas personas especialistas en diplomacia que recomendaban sumisión a la presidenta de México.
Un exsecretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, dijo en un artículo de El Universal que “cualquier persona con experiencia en estos asuntos le hubiera dicho a la presidenta Sheinbaum que no convenía contestarle a Trump por escrito, menos aún haciendo público el contenido de su misiva”.
Otras personas que también conocen de diplomacia comentaron que la reacción correcta ante las amenazas de Donald Trump fue la del canadiense Justin Trudeau, quien no envió una carta al presidente electo de Estados Unidos, sino que prefirió una llamada telefónica en la que el canadiense, de plano, se puso de tapete para que lo pisoteara el estadounidense.
Afortunadamente se equivocaron tanto Castañeda, quien encabezó a la cancillería mexicana durante el gobierno de Vicente Fox, como el resto de la gente considerada experta en estos temas.
Claudia hizo las dos cosas: escribió la carta y llamó a Trump. Primero por escrito, enseguida por teléfono, la presidenta mexicana dialogó con el presidente electo de Estados Unidos. Y el diálogo siguió después de la llamada cuando ella y él dieron a conocer versiones distintas acerca de lo que hablaron. Trump dijo que Sheinbaum estuvo de acuerdo con “detener” la migración “cerrando efectivamente” la frontera entre ambos países. Claudia aclaró que su posición es otra: que “México no cierra fronteras”, sino que “tiende puentes”. La maravilla del diálogo es que encuentra la verdad y genera acuerdos sobre todo cuando las personas que conversan defienden con energía e inteligencia puntos de vista diferentes. Así lo hizo Sócrates, por cierto.
En efecto, ayer Claudia Sheinbaum, quien había puesto por delante la dignidad de México en una carta bien escrita, amable pero dura, tuvo una llamada telefónica con el presidente electo Donald Trump. Hablaron, es lo importante, comienzan a entenderse. Trump dijo lo que le convenía. Claudia le corrigió. El diálogo continúa y enriquecerá a la presidenta de México y al presidente electo estadounidense.
En resumidas cuentas, fue una llamada positiva y amistosa entre quienes gobiernan dos grandes naciones vecinas condenadas a entenderse. Fue la segunda llamada de Sheinbaum con Trump en menos de un mes, lo que no es poca cosa. Habrá otras y llegarán los acuerdos.
Claudia, ni duda cabe, dio una lección de integridad, y también ofreció una lección de negociación diplomática frente al político estadounidense más temido en todas partes.
En este debate entre quienes gobiernan México y Estados Unidos no ha habido perdedores, sino solamente ganadores. Donald Trump, admitámoslo, ganó porque dio a conocer con claridad lo que le inquieta y su público le aplaudió. Por su parte, ganó Claudia Sheinbaum, es justo reconocerlo, porque, poniendo por delante la soberanía mexicana, ha dado inicio a una nueva etapa de cooperación con Estados Unidos… por supuesto, ovacionada por la gente que gobierna.
Claudia tuvo a su lado, en la llamada con Trump, al canciller Juan Ramón de la Fuente. Excelente noticia ya que él es, en el gabinete de la presidenta, una de las dos personas mejor calificadas para negociar con el equipo de Trump. La otra es, en mi opinión, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.
El hecho es que la presidenta de México ha superado con calificación sobresaliente su primera gran prueba. No era fácil torear a Donald Trump, y Claudia mediante el diálogo lo ha hecho.