Muy pronto el destino económico ha alcanzado a la autoproclamada 4T
El Proyecto de presupuesto de Egresos de la Federación es hoy motivo de debate y discusión, principalmente en torno a las reducciones presentadas a la mayoría de las dependencias de gobierno, desde en materia de salud hasta en seguridad.
Es una pena que en México, hoy profundamente lacerado por el crimen organizado, opte por reducir los recursos públicos dirigidos a robustecer a la Guardia Nacional y al resto del aparato de seguridad del Estado mexicano.
De acuerdo a los datos, la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana sufriría, si fuese aprobado el proyecto tal como ha sido propuesto por Hacienda, una reducción de alrededor del 36 por ciento.
También es lamentable el golpe asestado al sector salud. De aprobarse sin cambios el proyecto, la Secretaria de Salud vería reducido su presupuesto en alrededor del 34 por ciento.
Sí, como he señalado, dos de los más acuciantes problemas del país, léase, seguridad y salud, no verían solución posible como resultado de las reducciones aplicadas al ramo.
Algunos analistas han señalado, con razón, a mi juicio, que el proyecto presentado por el secretario Rogelio Ramírez de la O es responsable que mira hacia evitar mayores huecos fiscales, y así evitar un mayor nivel de endeudamiento.
Sin embargo, el problema que subyace rebasa a cualquier sentido de responsabilidad ante grave problemática. Por el contrario, los recortes a las dependencias, y por tanto, la merma a las funciones del Estado, responden a la apuesta de la 4T a los programas sociales y al gasto dirigido a “resolver” temporalmente la pobreza.
En adición, y como agravante ante las omisiones de la autoproclamada 4T, se han rehusado a promover una reforma fiscal progresiva que haga posible los niveles de recaudación necesarios para sostener el peso de los programas sociales sobre la hacienda pública.
El primer año del gobierno de Claudia Sheinbaum estará marcado por serias limitaciones presupuestarias como consecuencia del gasto desmedido de su antecesor; un gasto, vale señalar, no dirigido a la solución de los problemas estructurales, sino a su alivio temporal y, efectivamente, cargado de un pesado ingrediente electorero para ganarse las voluntades de los beneficiarios de los programas sociales.