Trump nos engaña con la verdad
En política, lo que parece, es. “¡No exageres!”, me decían cada vez que mencionaba, escribía o alertaba sobre el riesgo que implicaba el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
“No va a pasar nada”, decían, una cosa son las promesas de campaña dirigidas a la América profunda y otra el ejercicio de gobierno. Andrés Manuel López Obrador repetía que deberíamos entender las declaraciones de Trump como parte de su campaña, y ahora, la presidenta Sheinbaum ha dicho, en más de una ocasión, que no debemos preocuparnos.
Todo eso está muy bien, pero Trump ya ha nombrado a una terna de personajes claramente en contra de la inmigración en puestos clave: Stephen Miller, jefe adjunto de gabinete de la Casa Blanca; Tom Homan, como “zar de la frontera”; y Kristi Noem, como secretaria de seguridad nacional. Juntos estarán a cargo de hacer realidad sus políticas migratorias más radicales. Tres verdaderas fichitas, tres halcones con licencia para hacer lo que mejor les convenga.
Además, ya como presidente electo, Trump no se anda por las ramas. Ha declarado que, para evitar las molestas intervenciones del Congreso, declarará Estado de emergencia y movilizará a la Guardia Nacional y a los militares para deportar inmigrantes ilegales y cerrar la frontera.
Hay quienes todavía dicen que no es verdad, que son solo desplantes de Trump, que no pasará nada. Que los estadounidenses dependen tanto de nosotros como nosotros de ellos. Quiero creerles. Ojalá y así sea. Como dice el dicho, es bueno confiar, pero es mejor no confiar.
Mientras son peras o manzanas, varios sectores de la sociedad estadounidense se preparan. En el plano legislativo, los representantes latinos se están reuniendo y organizando para definir las acciones legales que podrían emprender para detener a Trump y sus “sherifes”. Mientras tanto, los gobernadores y alcaldes demócratas y progresistas analizan los mecanismos y alcances de declararse ciudades y estados santuario para evitar deportaciones masivas.
Las organizaciones civiles y asociaciones de migrantes han pasado de alerta amarilla a roja. Aceleran los preparativos para enfrentar las acciones racistas y clasistas del nuevo gobierno de Trump. Mientras tanto, en las caravanas de migrantes, algunas orgánicas y otras alentadas por redes de trata de personas que operan desde Centroamérica hasta el norte de Estados Unidos, se acelera la salida en una carrera desesperada para llegar a territorio estadounidense antes del 20 de enero del próximo año.
Mientras todo esto sucede, ¿qué debe hacer México? Marcelo Ebrard tiene razón cuando dice que se debe reaccionar con inteligencia y cabeza fría. Más que preocuparnos, hay que ocuparnos. ¿Vamos a dejar todo en manos del secretario de economía y del canciller Juan Ramón de la Fuente? ¿Participarán el Congreso, los gobernadores y la sociedad civil? Esperamos que sí, y no con simples palabras. Trump nos engaña con la verdad. Mientras sabemos si son bravuconadas o el nuevo presidente acata el mandato del pueblo bueno estadounidense, debemos prepararnos para situaciones inéditas; solo así podrá evitarse una posible crisis social y humanitaria sin precedentes. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
X: @onelortiz