Las cuentas de la austeridad

La Secretaría de Hacienda presentó el proyecto de presupuesto para el próximo año. Los supuestos sobre los que se realiza son discutibles, como el crecimiento estimado de 3% o el tipo de cambio inferior al prevaleciente en noviembre. Existe inédita incertidumbre en el entorno. Por lo pronto, el gobierno ha cumplido razonablemente en las cuentas para bajar el déficit fiscal, suben los ingresos en 2% y disminuye el gasto total en 2%, lo que significa menos recursos para la inversión y para el conjunto del gobierno y mano dura discrecional con los grandes contribuyentes.

Seguramente habrá ajustes; el mismo día tuvieron que modificarse los recursos para el sistema educativo superior, Hacienda señaló que se debía a un error, pero el ajuste lo hará la Cámara. Los cambios se harían en los márgenes, sin que signifique que será un año de grandes realizaciones por la carencia de dinero público, en todo caso el crecimiento será a cuenta de la inversión privada. Las pensiones contributivas y no contributivas representan casi la cuarta parte del gasto; además, se dará un incremento a los programas prioritarios de gobierno para dar cumplimiento a lo ofrecido por la presidenta Sheinbaum. El gasto previsto para el programa de vivienda de la SEDATU crecerá 575% y también se prevén recursos para los programas Beca Universal de Educación Básica Rita Cetina, Apoyo a mujeres de 60 a 64 años y Bienestar Casa por Casa programa asociado a la salud.

Llega el tiempo del realismo para el gobierno y el país. Las cuentas no avalan la retórica triunfalista o grandilocuente. Los recortes mayores vienen para la Sedena y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. ¿Qué significa para la estrategia de seguridad? También hay una diminución importante para Salud y la SEMARNAT. Viene un año difícil y complicado. Ya habrá ocasión para que la Cámara de Diputados, los empresarios, interesados y la opinión pública puedan analizar y deliberar sobre lo proyectado para el próximo año. El proyecto de presupuesto representa un equilibrio crítico para recomponer las finanzas públicas después del exceso de 2024.

El INE se anticipó al plantear un presupuesto de más de 40 mil millones de pesos para realizar la primera parte de la elección popular prevista en la reforma judicial. Los números del órgano electoral resultan del estudio y análisis que significa una elección nacional compleja e inédita, se trata de elegir personas sin mediación de partidos políticos, que entraña un gasto mayor al de este año electoral si se instalaran las casillas de manera convencional. En Morena se llenan la boca respecto a que el pueblo elija los juzgadores, pero no advierten el costo de su necedad.

Las dependencias federales, en su mayoría, han padecido un recorte importante. La austeridad no remite a la disminución del derroche o del gasto suntuario en la alta burocracia, sino a la desatención de las responsabilidades básicas del Estado mexicano como salud y educación. Las acciones para reducir el gasto en buena parte han sido contraproducentes. Disminuyeron la inversión pública el mantenimiento de la infraestructura.

Los gobiernos, siempre, cuadran las cifras a partir de hipótesis optimistas, práctica que a nadie engaña. Quizás la más relevante de todas ha sido la del incremento de los ingresos fiscales y los que resultan de las exportaciones petroleras, cada día menos relevantes. Ricardo Monreal, líder de los diputados anticipó la necesidad de una reforma fiscal, tema que se ha vuelto tabú a grado tal que la misma presidenta Sheinbaum tuvo que aclarar que no había propuesta en tal sentido y que las modificaciones que se harían remitían a la eficacia en la recaudación y no en el cambio de reglas o incremento de impuestos. La realidad es que las cuentas no cuadran y por el incremento de las pensiones obliga a una reconsideración de los ingresos, no ahora por consideraciones políticas, pero pronto habrá una reforma fiscal, en forma o encubierta.

Una primera aproximación al gasto propuesto revela un ajuste en las prioridades del gobierno respecto al pasado. No es un cambio de estrategia, sino responder a la necesidad impostergable de reducir el déficit. Se gastó lo que no se tenía y ahora en los números llega la necesidad de cuadrar cuentas. Relevante es la reducción del gasto para la Sedena y Marina y el incremento para vivienda, así como el fondeo para los nuevos programas propuestos por la presidenta Sheinbaum. La realidad es que la cobija (los ingresos) no alcanza.

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