Nuevo orden internacional: ¿para dónde vamos?

¿Qué quiere la gente? ¿Qué necesita la humanidad? ¿Qué espera de sus gobernantes? ¿Quién y cómo se deben de tomar las decisiones? ¿Qué papel deben jugar los empresarios, los financieros y los comerciantes? Es claro que la globalización que vino luego de la caída del Muro de Berlín ya se agotó y abre un espacio a la necesidad de un nuevo arreglo institucional.

Estas son, hoy por hoy, las preguntas que surgen en casi todas las naciones.

Más allá de filias y fobias, de que si nos conviene o no, o de si es amigo o no de la 4T, el triunfo de Donald Trump marca el inicio de lo que será un nuevo orden internacional. El grave problema es saber hacia dónde vamos, cómo serán las relaciones entre las naciones, qué estructuras de gobierno y económicas se establecerán y cómo afectarán la relación entre las sociedades.

¿La realidad no alcanza?

Las cosas empiezan a ser poco comprensibles, de lo factual a la relatividad o al mero sentimiento. Gran parte de la sociedad norteamericana que votó en favor de Trump lo hizo entre otras cosas por una percepción de que la economía marcha muy mal, aun cuando los datos fríos y comprobables de las principales agencias económicas, FMI, Banco Mundial, FED y el Departamento del Tesoro muestran que la economía estadounidense está más sólida que nunca, fuerte frente al mundo y los embates de China y Rusia, y con indicadores de ingresos, PIB, distribución del ingreso, moneda y bursátiles muy positivos, que muestran resultados excepcionales a pesar de la pandemia. Sin embargo, el sentimiento de la sociedad es que todo está muy mal.

Pero ¿qué pasa cuando los mercados y valores están siendo impredecibles respecto a los resultados electorales?, vemos subir criptomonedas pero bajar el oro, las bolsas en Estados Unidos suben y en Europa bajan, el dólar se fortalece y la volatilidad incrementa, razón por la que los inversionistas se mantendrán cautos, por lo difícil que resulta predecir el rumbo de las economías.

Mujeres y política

Cuando parece que la modernidad está en que las mujeres asuman un papel protagónico en el mundo y en las decisiones, todo indica que las sociedades aún no están preparadas y si el país más poderoso del mundo aún no lo está, qué esperar del resto. En 2016 Trump le ganó Hillary Clinton, una mujer altamente preparada, pero en 2020 fue derrotado por un político al borde de la senilidad y ahora, en 2024 los demócratas insistieron con otra mujer, igualmente preparada, capaz e inteligente como Kamala Harris, que no consiguió a obtener el voto de confianza de los estadounidenses.

Algo que llama la atención, es que jóvenes, latinos, mujeres y personas de la tercera edad se decantaron por Trump, cuando en la lógica y en estudios sociológicos se esperaba que los jóvenes que aspiran a una modernidad y a un cambio del que ya son protagonistas, se inclinaran mucho más por los demócratas.

Hoy vemos la confrontación de la producción de maquilas, cadenas productivas frente a la robótica, inteligencia artificial, el mundo de las apps y la saturación de un mercado de bienes y servicios tradicionales, y en lo energético, la guerra entre las energías fósiles y las renovables.

A principios del siglo XX el petróleo generó una crisis mundial que dejó dos guerras mundiales, transformó la forma de gobierno y se crearon dos bloques, “capitalismo” vs “comunismo”, que se mantuvieron por muchas décadas en un periodo que se conoció como la Guerra fría, hasta que cayó el Muro de Berlín.

Actualmente vivimos algo similar, como cuando el petróleo sustituyó al carbón y la leña y el mundo se electrificó, cuando se creó la gran industria automotriz, aeronáutica, ferrocarriles de carga y de pasajeros de gran velocidad, entre la movilidad tradicional del mundo de los coches de combustión interna, contra coches eléctricos., y próximamente, en unos 30 años serán impulsados por hidrogeno.

Cada vez más, vemos que los centros de trabajo no requieren la presencia de los empleados, que igual o más eficientemente, pueden trabajar desde su casa o el fenómeno de los nómadas digitales, que lo hacen desde cualquier lugar del mundo.

Las nuevas reglas

Liébano Sáenz en su columna del pasado sábado “La Nueva Realidad” aborda temas clave sobre la política actual, y mi intención al recuperarlo es extrapolar su comentario al nivel general que tiene qué ver con lo que he expuesto: “La nueva realidad es el colapso de aquel régimen democrático que fue visualizado por la entonces oposición desde la elección presidencial de 1988, un proceso que estaba materializándose a través de diversas reformas que ahora se revierten. La clave para preservar lo mejor está en reconocer el nuevo entorno y adaptarse, como una forma de resistir”.

Estamos ante el colapso de la democracia, pero también ante la oportunidad de un nuevo orden que pueda alcanzar los arreglos institucionales y de gobernanza que permitan un desenvolvimiento mucho más armónico y no entrar en una fase de oscurantismo como en la Edad Media o en el debate entre fascistas, comunistas, dictadores, populistas y capitalistas que nos llevaron a las guerras mundiales y a la peor crisis económica internacional como en 1929.

X: @diaz_manuel

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