A Claudia no le va a alcanzar ni con la radicalización de su discurso

“Pero ve

Que al engañarme te engañas a tú mismo

Por tu altivez

Por esas cosas que tú haces conmigo

Quiero evitar que Dios te dé un castigo

Me iré

Pues así lo has querido

Pues, mira tú

Cómo te ríes, cómo juegas, tú

Con la esperanza que yo he puesto en ti

Con todo lo que yo en ti creí”

ROCÍO DURCAL

“Descartes escribe que una vez en la vida tenemos que recrear toda nuestra idea de la realidad. Eso es insuficiente. Cada instante debemos recrear nuestra imagen de la realidad.”

HORST MATTHAI QUELLE

Claudia Sheinbaum no es López Obrador, puede seguir su línea y hasta remarcarla con plumón; puede querer sonar como él o darle su impronta femenina; puede rodearse del equipo de él, aunque lo disfrace de ‘cambio con continuidad’; puede retomar los mismos pleitos que él o, bien, inventarse unos nuevos; puede radicalizar el discurso de él y hacerse aún más recalcitrante y necia, pero ni así será él. En muchos aspectos será mucho peor, de eso ya no hay duda. Mas no por ello le alcanzará.

El lunes, Raymundo Riva Palacio escribió sobre “La radicalización de Claudia”. Habría que leerlo y entender lo que viene… en el corto plazo. Tomo su primer párrafo:

“En los últimos días se ha radicalizado el discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum, y su tono belicoso y burlón es una copia de la narrativa de su antecesor López Obrador. Sheinbaum abandonó el estilo conciliador y moderado que tuvo en la campaña presidencial, y se alejó de las certidumbres que dio a diferentes sectores durante la etapa de la transición de que su gobierno, a diferencia del anterior, los escucharía y tomaría en cuenta. Nunca dijo que cambiaría el modelo instaurado por López Obrador, pero les dejó claro que las formas serían diferentes. Hoy ya no lo son.”

Si bien el periodista señala las razones y el porqué de la radicalización del discurso de la presidenta, yo quiero ir hoy un paso más allá. Hablar del mediano y largo plazos: esa radicalización no le va a alcanzar; ni con esta, Claudia Sheinbaum podrá asegurar su presidencia.

Y ello por el simple hecho de que la radicalización tenía utilidad cuando había una contraparte llamada “oposición”, y cuando había cargos y dinero presupuestal que arrebatarle a la misma. Hoy, esa contraparte es inexiste o casi inexistente. Ha sido prácticamente aniquilada durante los seis años del régimen de López Obrador.

A partir de junio de este año, las contrapartes están dentro del propio Morena y Cuarta Transformación, y a uno y otro bando le interesa sacar a Sheinbaum del camino. A unos por radical o los otros por no serlo lo suficiente. Vaya, en breve ni siquiera los “duros” o “puros” de Morena la van a querer.

Se pueden inventar “sparrings” ‘allá afuera’ para pelear, así como el rey Felipe VI de España o el T-MEC y Estados Unidos, pero después de un rato —un corto rato— la primer mandataria se desinfla. Y lo que es peor, actuar de “buffer” entre las distintas corrientes de Regeneración Nacional —lo que tendrá que hacer más pronto que tarde— la va a desgastar completamente. Eso sin contar que al mismo tiempo tendrá que lidiar con: sistemas de salud y educación colapsados, el crimen organizado actuando a tope, una economía que no tarde en irse a pique, un sistema de procuración de justicia que también. Etcétera.

Claudia cae en el error de radicalizarse cuando ya no tiene a nadie ni nada externo con quien pelear. AMLO se encargó de aniquilarlos.

Al revés; hoy es cuando la presidenta requería a la oposición para contender y también para contener a las diversas fracciones que se presentarán cada vez más marcadamente al interior de la 4t. Porque es de ahí de donde vendrá la contraparte.

Y es en ese sentido que en mi columna de ayer señalaba que, si yo fuera ella, entendería que había que seguirle la pista a figuras del movimiento como Adán Augusto, Nacho Mier, Fernández Noroña y Monreal… Monitorear su comportamiento nos va a decir mucho sobre cuál bando de la 4t es el que va a ganar y dónde están buscando monopolizar el poder. Si lo logran pondrán contra las cuerdas a gobernadores y a la misma presidenta.

Por cierto, ¿ya se dieron cuenta que quienes llevan las riendas del ejercicio de la política son puros varones? Claudia está sola en más de un aspecto y sus colegas de la 4t están afilando los cuchillos legislativos (y de poder) para, si trastabilla, ir tras ella. No en balde cuentan con la revocación de mandato.

Ninguno de los que contendieron contra Sheinbaum en la elección interna de Morena han guardado las formas ni el prudente silencio; ni siquiera Manuel Velasco (el infame verde a quien Claudia besó la mano el otro día), pues fue el primero en presumir que ya contaban con los votos para la reforma judicial

Marcelo Ebrard guarda silencio y aguarda que el resto acechen y hagan lo que tengan que hacer… para luego saltar a escena.

‘Morena contra Morena”; quien controlaba a unos y a otros era López Obrador; Sheinbaum ni lo controla ni está al frente del partido. Para eso está Andrés López Beltrán…

La forma en que el régimen actúa en la destrucción de las instituciones sorprende mismo a muchos morenistas; cuando ello comience a ocurrir hacia adentro serán todos unos caníbales. ¿Mi apuesta? Buscarán devorarse a Claudia.

No importará cuánto ella se radicalice, siembre habrá más radicalizados.

Por autoritaria y por soberbia, no se da cuenta de que este era el momento de pactar y desactivar el poder que están tomando sus compinches morenistas.

A Claudia no le alcanzará ni con la radicalización de su discurso y, como siempre pasa, quien pagará los platos rotos de los pleitos políticos —en este caso morenistas— será la población.

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