Grito desesperado
A menos de dos semanas de que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregue la banda presidencial, sus detractores lanzaron un ataque desesperado, en un intento más por manchar su legado. Esta vez, la herramienta utilizada es una carta de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, condenado en Estados Unidos por narcotráfico.
La misiva tiene la intención de enlodar una gestión de logros tangibles y que se encamina a la continuidad con la presidenta electa, la doctora Claudia Sheinbaum, al frente del segundo piso de la Cuarta Transformación.
No es la primera vez que los opositores recurren a campañas de desprestigio. Desde el inicio del sexenio, ese tipo de tácticas fueron tan constantes como ineficaces. Por ello, resulta casi lógico que, al ver que el tiempo se agota y la administración concluye con éxito, intenten lanzar un último dardo, para desestabilizar una presidencia que dejará una profunda huella en México.
El ataque surge en un contexto de grandes avances, como la recién aprobada y promulgada reforma al Poder Judicial. Sin embargo, a ciertos sectores que representan los intereses de la élite conservadora les preocupan este tipo de cambios, porque desafían las estructuras de poder que durante décadas beneficiaron a unos pocos en detrimento del pueblo.
Durante el sexenio que concluye, México ha visto mejoras importantes en materia de reducción de la pobreza, gracias a programas como Jóvenes Construyendo el Futuro o la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. Además, obras emblemáticas como el Tren Maya, la refinería en Dos Bocas o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles representan el presente y el futuro de un país que busca fortalecer su economía y su capacidad productiva.
La carta de García Luna es un grito desesperado de quienes, durante años, operaron en las sombras del poder, coludidos con la corrupción, y que ahora intentan desacreditar a un gobierno emanado de las filas del pueblo. Resulta irónico, por decir lo menos, que un personaje condenado por sus delitos intente acusar a un Presidente que ha luchado contra la corrupción.
El inicio del segundo piso de la 4T es inminente. De ahí que los ataques de última hora no sean una sorpresa. El presidente AMLO ha sabido mantener la calma en todo momento y resistir los embates. Esa misma serenidad guió su liderazgo no solo durante su sexenio, sino durante décadas de lucha social.
La 4T no se detendrá. Los intentos de difamación no apagarán los logros ni el camino hacia un mejor país. Mientras el pueblo de México siga siendo parte importante y sustento de la transformación, habrá certeza de que el proyecto para construir una nación más justa y equitativa tiene continuidad y está listo para escribir su próximo capítulo.
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