¡Noche histórica!

La noche del martes 10 de septiembre del 2024, en el viejo edificio de Xicoténcatl, en la Ciudad de México, lugar alterno donde sesionó el Senado mexicano, sucedió lo esperado por la mayoría del pueblo de México. Fue un hecho histórico que, sin duda, cambiará para siempre el rumbo del México contemporáneo. En ese sitio se aprobó una de las iniciativas de ley más importantes del presidente de la república que, desde que se presentó, buscaba reformar al actual poder judicial.

Según esta iniciativa, y ante las constantes muestras de corrupción y actos antinacionales de este poder, los nuevos funcionarios judiciales deberán de ser electos por el pueblo. Lo sucedido el 10 de septiembre será una noche gloriosa para recordarse por muchos años. Se platicará de ese triunfo del pueblo frente a los poderes fácticos que lo habían oprimido por años.

Habría que puntualizar que, durante esa sesión inolvidable, los oradores de la oposición, con un rictus desesperado y una mirada llena de entre espanto y de ira no contenida, invocaron su amor al pueblo y tacharon de traidores a la patria a todos aquellos que habían manifestado su intención de votar a favor de la reforma, incluidos los senadores de la coalición de la 4T. En todo momento, su desesperación llena de crispación fue evidente. Bastaba ver sus caras deformadas para saber lo que sentían y lo que pensaban. Dijeron estar del lado de la historia y se atrevieron a decir que a los hijos, nietos y demás descendientes de los senadores que apoyaban la reforma, incluido Yunes Márquez, panista veracruzano, la historia los iba a juzgar como consumados traidores y que, ellos y sus descendientes, ya no iban a poder vivir en paz mientras sus pies pisaran estas tierras. Casi dijeron que tampoco lo harían cuando ya no estuvieran en este mundo terrenal. Algo así como que iban a condenarse y a condenar a toda su prole a las llamas eternas.

Todo eso y más dijeron los representantes de los conservadores mientras usaban el micrófono. Yo creo que su estado de ánimo se debía a que, desde el 2 de junio pasado, se dieron cuenta que a sus negocios inmundos que habían venido haciendo a costa de los mexicanos, les empezaron a salir alas. Esa era la verdadera causa de su cara de espanto.

En medio del manoteo opositor, se hicieron visibles los disparos de éstos, lanzados con palabrejas ofensivas, en contra del senador panista por Veracruz, Yunes Márquez. La metralla se disparó mucho antes de que el senador panista manifestara su intención de votar a favor de la reforma. De judas y traidor no lo bajaron. Los voceros de la derecha estaban verdaderamente desquiciados mientras que los de Morena y sus aliados, comiéndose las uñas, simulaban disfrutar el momento. Yo creo que los senadores llamados oficialistas disfrazaban sus nervios pues no estaban seguros que el senador veracruzano les cumpliera sus acuerdos.

En medio de los corajes derechistas, llenos de histeria y de vapores biliares, la inmensa mayoría del pueblo de México celebró esta victoria cuando cayó el ultimo voto, pues era el último clavo en el ataúd político de Norma Piña, Claudio X., y otros indeseables. Con el voto de Noroña, se alcanzaba la mayoría calificada, suficiente para aprobar esta reforma constitucional.

Se ha comprobado que el pueblo de México no quiere ni siente que sean sus representantes todos aquellos personajes de apellidos impronunciables que, desde hace años, se refugiaron en el PRI o en el PAN y que, desde ahí, alcanzaron una curul gracias al esquema de representación proporcional. Eran impostores los que en esa noche invocaban su nombre del pueblo mexicano para querer encubrir sus verdaderos intereses. Eran sombras siniestras que ocultaban su verdadero rostro pues sabían bien que su voto sería a favor de los intereses de esas élites que por décadas han saqueado a este país.

Estoy seguro que muchos de esos pillos de apellidos repudiados por el pueblo, de haber sido candidatos de mayoría, ninguno de ellos hubiese ganado una posición. No obstante, en esa noche y en esa sesión, ahí estaban para querer rescatar su botín o el botín de otros. Esos son los verdaderos traidores a la patria pues estaban ahí para defender sus intereses y los intereses de los extranjeros en el saqueo a la nación. ¿Acaso no fueron ellos o su grupo quienes, incluso, en la legislatura pasada, fueron capaces de introducir a cabilderos extranjeros en el legislativo? Esos cabilderos, para satisfacer sus intereses, lograron impedir reformas como la energética. Es evidente que quienes permitieron eso, sin duda, eran y son los auténticos traidores a la patria. Son los mismos que ahora en el Senado dijeron amar al pueblo y que, por amor a ese pueblo bueno, iban a votar en contra de la reforma al poder judicial. Ah, pero para encubrir sus verdaderos intereses, señalaban de traición o ser descendientes de Santa Ana a los legítimos representantes del pueblo. ¡Vaya cachaza de estos personajes, como diría el senador Noroña!

Pero no es todo. La maraña de intereses es terrible y repugnante cuando se descubre. Ya sabíamos que los priistas y panistas han sido buenos negociantes con los bienes públicos. Pero con los de MC, ingenuamente, yo tenía mis dudas. Pero en este debate, los anaranjados mostraron su verdadera careta. Me di cuenta que yo estaba equivocado cuando, hace meses, llegué a suponer que su papel de ellos podría ser más imparcial. Algo así como una tercera ruta. Me acuerdo cuando Claudio X González, jefe del triunvirato PRI, PAN Y PRD, invitó a los anaranjados a sumarse al bloque opositor. Esto sucedió antes de la campaña presidencial y ellos, los dirigentes de MC, supuestamente, muy indignados rechazaron esa invitación. Llegué a suponer que su enojo y distanciamiento de la derecha saqueadora era genuino. Tarde comprendí que era solo una estrategia perversa para engañar al pueblo. En la sesión del martes 10, en el Senado, los senadores anaranjados mostraron su verdadero rostro; enseñaron lo que son. Se encontraban rabiosos en contra de los legítimos representantes del pueblo y, con sus actos y palabras, pusieron su escasa dignidad a los pies de la derecha.

En algún momento, antes de la sesión, llegué a suponer que figuras como Amalia García, nombre conocido dentro de la izquierda mexicana, ex gobernadora de Zacatecas y ex compañera de lucha de Andrés Manuel, ahora emecista, podía ser congruente con su pasado dentro de un movimiento justo. Pensé, ingenuamente, que podía votar a favor de la reforma. ¡Qué pena me dio cuando la vi alzando la mano junto a los demás representantes de las elites! Estaba ahí mostrando su cara llena de incongruencia para que la viéramos todos. No le dio vergüenza hacer lo que hizo. Estaba ella y los demás naranjas, junto al PRIAN, unidos todos en contra del pueblo cuando tomaron la tribuna de la Cámara de Senadores. Comprendí en ese momento que, Amalia y su jefe Dante, desde hace tiempo ya habían sucumbido a las mieles que se disfrutan desde los entramados de la derecha.

A Amalia le sucedió lo mismo que le ocurrió a aquel otro que se transfiguró mientras llevaba a la debacle al PRD. Ese otro coterráneo de Amalia presumió, alguna vez, que fue guerrillero y que una bala le deformó el rostro. Quizás, supongo ahora, que la misma bala también le deformó sus ideales, si es que alguna vez los tuvo. De qué les sirve a ambos ese pasado, supuestamente glorioso, si el presente los muestra como unos vulgares ambiciosos. No han entendido que un solo acto del presente puede destruir todo un trayecto histórico. La presencia de Amalia en la tribuna del Senado, apoyando a la derecha, acabó con su imagen dentro de la lucha social, si es que la tuvo alguna vez. ¡Qué pena dieron esos anaranjados! Pero no fueron sólo los senadores de MC quienes votaron en contra del pueblo de México, también lo hicieron los diputados locales de este partido cuando la reforma pasó a las legislaturas de los estados. Ahí también los naranjas se mostraron rabiosos en contra del voto positivo.

De aquí en adelante, el pueblo ya sabrá, sin duda, cuál es la catadura del partido Movimiento Ciudadano y, el mismo pueblo, ya sabrá que no volverá a dejarse sorprender por estos personajes, traidores todos ellos, a la patria. Pero mientras déjenme decir: ¡viva la noche histórica del 10 de septiembre!

Mtro. Juan Durán Martínez, docente poblano de escuela pública | Correo: escribidoretica@gmail.com

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