¿Continuará el reino de la impunidad?
Para dar viabilidad, certeza y confianza al país, la presidenta electa Claudia Sheinbaum tiene el enorme reto de terminar con el reino de la impunidad del viejo priismo derivado del caudillismo que obtuvo un segundo aire con López Obrador.
¿Hay esperanza?
En este espacio mencioné que una de las fortalezas de las que se hablaba en la campaña de Claudia era la posibilidad de que tomara distancia de AMLO y del viejo, caduco y corrupto orden de priistas y sus herederos al que cobijó y otorgó todo el poder y facultades para que hicieran y deshicieran a su antojo y sin repercusiones.
Lamentablemente, la incógnita sigue siendo si el segundo piso que propone Sheinbaum no se convertirá en el tercer piso de impunidad para estos personajes.
El reino de la impunidad
Es importante saber si la FGR seguirá comportándose como una fiscalía al servicio del inquilino de Palacio y actuando como tapadera como lo ha sido con Alejandro Gertz a cargo, o si verdaderamente irán en contra de los personajes corruptos que violan la ley a su antojo.
Por ejemplo, Ignacio Ovalle, un político que en 1968 vendió al movimiento estudiantil y como premio Luis Echeverría lo nombró su secretario particular. Después con López Portillo, uno de los presidentes más corruptos de la historia, pasó a ocupar un alto cargo en IMSS Coplamar donde conoció y trabajó con AMLO. Luego, de la mano de Raúl Salinas se convirtió en director de Conasupo, donde robaron hasta que se hartaron, traficaron con leche radioactiva, maíz contaminado y frijol fuera de norma. Su amigo AMLO lo sacó de la sombra para nombrarlo director de Segalmex donde protagonizó uno de los mayores fraudes de la historia, superando la estafa maestra del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Otro de estos personajes es Manuel Bartlett. Hijo de un exgobernador de Tabasco defenestrado que tuvo que salir huyendo del edén. Bartlett tuvo una carrera vertiginosa en la Secretaría de Gobernación y en la Dirección Federal de Seguridad, donde fue señalado como responsable de los asesinatos del periodista Manuel Buendía y del agente de la DEA, Kike Camarena; también de ejecutar el más lamentable fraude electoral con la caída del sistema que puso a Salinas de Gortari en la presidencia. Al llegar al poder AMLO lo puso al frente de la CFE. A Bartlett se le descubrieron entre otras cosas, más de 25 mansiones con un valor que supera los 800 millones de pesos y a través de un reportaje del semanario Proceso, nos hemos enterado que adquirió grandes propiedades a costos subvaluados en puntos estratégicos de Cancún, Playa del Carmen y Tulum, y que casualmente son favorecidos por su cercanía con las mega obras del gobierno federal en la zona. Esto sin contar los contratos de sus hijos en el IMSS y otras dependencias incluyendo las transas con respiradores adquiridos a sobrecosto durante la pandemia.
Con Bartlett llegaron a CFE otros impresentables, como Ignacio Mier y su concubina, de quien se dice hace todas las transas en CFE con Miguel Reyes, director de CFEnergía y CFE International.
Están los gobernadores de la 4T, de Tamaulipas, Américo Villarreal, hijo del exgobernador salinista del mismo nombre, acusado de fuertes vínculos con el crimen organizado y con el huachicol que dirigía el asesinado Sergio Carmona y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, hija de uno de los mayores caciques del priismo Carlos ‘El Negro’ Sansores, que fue gobernador campechano y presidente nacional del PRI.
Otros más han sido acusados de nexos con el crimen organizado, como el de Nayarit, Miguel Ángel Navarro.
Destaca también el sonorense Alejandro Esquer, una figura hecha en el PRI que ha sido secretario particular de AMLO en tres ocasiones, cuando sustituyó al hombre de las ligas, René Bejarano, cuando AMLO fue presidente del PRD y ahora, que lo acompaña en la presidencia de la república. Esquer ha sido acusado de participar en un carrusel de financiamiento ilegal a Morena, contratación de empresas fantasmas y nepotismo. Su hija funge como directora de compras internacionales de Pemex con residencia en Houston, ciudad donde vivía el hijo mayor de AMLO y su esposa, gestora de empresas de hidrocarburos que le vendía a Pemex. Un negocio redondo.
Si la presidenta electa no da un golpe de timón real en contra de la impunidad, las cosas en el país se pondrán color de hormiga. Ya se avizora una crisis a nivel mundial, donde se buscarán sitios para la inversión, México bien puede aprovechar y convertirse en el principal polo de atracción, pero, de mantenerse la estructura de poder e impunidad creada por AMLO, la destrucción del poder judicial para seguir siendo intocables y contando con la complicidad de un fiscal carnal, el segundo piso de Claudia servirá para que estos impresentables -y ahora sus hijos- sigan lucrando con el país, si así sucede esperemos lo peor: fuga de capitales, estancamiento, más violencia y pobreza generalizada.
X: @diaz_manuel