Morena. La bronca es interna

QUEBRADERO

En la elección de Morena del fin de semana para seleccionar consejeros nacionales, aparecieron las formas que durante mucho tiempo han criticado de sus adversarios.

Es mucho lo que se juega, porque desde este mecanismo se empiezan a decidir candidaturas futuras, sin pasar por alto que siempre existe quien termine por decir la última palabra.

En muchos casos la gente fue llevada a un proceso que no entendía, no sabía ni por quién votar ni de qué se trataba. El presidente de Morena aseguró que no había acarreados que lo que pasó es que mucha gente no tenía cómo llegar y que por ello pusieron los transportes para llevarlos.

El problema también está en que aparece algo así como una permisibilidad de hacer las cosas fuera del área democrática, porque al fin y al cabo lo hacen por el bien del país y de los pobres. Algunos de sus dirigentes se asumen como la encarnación de la patria y se permiten este tipo de actos, los cuales al interior del partido fueron severamente fustigados por más de uno de los militantes.

La desbocada pasión que se presentó se debe a que se sabe lo que se está jugando, es la posibilidad de una candidatura y de mantener privilegios o acceder a ellos. Esa “pasión” va aparejada de la certeza de que en un buen número de casos quien resulte elegido al interior del partido tiene enormes posibilidades de triunfo.

Sin embargo, las formas pueden llevar a Morena a problemas mayores, como ya se vio ayer. Dos destacados influyentes militantes del partido tuvieron una confrontación en Twitter que en el fondo tenía que ver con el rumbo de Morena bajo la actual dirección.

Mucho de lo que vimos el fin de semana pasa por viejas formas de hacer política. Sin dejar de reconocer que una parte del proceso se llevó a cabo de manera democrática y participativa, la otra cara resultó ser propia de usar la política para amenazar, para lanzar falsas promesas, para aprovecharse de la desinformación que tiene la gente, para asegurar que si no participaban les quitaban su pensión; para el fórmense y ahorita les pagamos y, sobre todo, de actos violentos que evidencian la existencia de grupos que están dispuestos a lo que sea con tal de conseguir sus objetivos.

A Morena le apareció ayer un espíritu rijoso que inquieta profundamente para el futuro inmediato del país. Las confrontaciones mostraron cómo algunos grupos están dispuestos a lo que sea con tal de defender sus posiciones.

En las próximas elecciones sería brutal que ante ciertas derrotas se extendiera un comportamiento similar. Morena sigue siendo un movimiento, pero es un partido político con un peso real en los procesos electorales. Es una organización cada vez más fuerte, aunque cada vez se ve más confusa en su dinámica interna.

Recordemos que hace cosa de dos años el fundador del partido y hoy Presidente del país dejó claramente establecido que se arregla en Morena o “ahí se ven”. La reacción que tenga López Obrador estos días será clave para saber y entender qué puede pasar con el partido. No necesariamente pudiera existir una actitud autocrítica, quizá terminen optando por explicar y justificar el fin de semana como parte de la pasión de la política como sinónimo del muy socorrido “no pasa nada”.

El Presidente debe saber que algo no cuadra en su partido y que las consecuencias pueden ser un boomerang que le pegue a Morena en los procesos electorales.

No cabe responsabilizar a “personas ajenas al partido” o reventadores, la bronca es interna, porque detrás de la elección del fin de semana se sabe que está la posibilidad de acceder al poder y usarlo.

A Ricardo Monreal le va a costar cada vez más trabajo su vida política en Morena. Se le está acabando la capacidad de maniobra, a lo que se suma que todo indica que el Presidente ya no lo tiene en su radar. Podrá decir el zacatecano que no quiere dejar el partido, pero lo que habrá que ver es si todavía cabe en él; le está llegando el reto de su vida.

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