Último debate: Tibieza, Movimiento Ciudadano y el capital de perfilarse a ser “partido engrane”

El último debate presidencial celebrado este domingo ha puesto de manifiesto las profundas divisiones y prioridades que definen la carrera hacia las elecciones generales del 2 de junio en México. Con la participación de Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, los candidatos presentaron sus visiones contrastantes sobre cómo enfrentar los desafíos más apremiantes del país, particularmente la inseguridad, un tema que inquieta a la mayoría de los votantes.

Claudia Sheinbaum, representante de Morena y sus aliados, se ha enfrentado a duras críticas de la candidata Xóchitl Gálvez, quien no perdió oportunidad para señalar lo que considera los fracasos del gobierno actual en materia de seguridad. Prácticamente, su discurso basado en ataques y ausente de propuestas guarda una estrategia del no-compromiso para el no-cumplir en la total tibieza: Mientras que se posiciona en contra de la prisión preventiva, los panistas de su equipo la defienden y promueven; mientras que tímidamente asegura los programas sociales, sus aliados aseguran que los va a quitar.  Aunque la seguridad es, sin duda, el talón de Aquiles de la administración en curso y el eje central de las preocupaciones ciudadanas, la candidata ha hecho del miedo una estrategia de disuasión hacia Morena. El anti obradorismo, prácticamente, es la única vasija de un vacío en el que se agrupan las contradicciones.

Por otro lado, Jorge Álvarez Máynez, del partido Movimiento Ciudadano, optó por desmarcarse de los temas de confrontación directa entre Sheinbaum y Gálvez, y se centró en cuestiones que a menudo se relegan al margen del debate político convencional. Álvarez Máynez defendió con firmeza el derecho al aborto y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, una postura valiente en un contexto donde estos temas son altamente polémicos. Aunque no sea uno de los principales contendientes para ganar una elección, ni siquiera como posible segundo lugar, su crecimiento será un examen que determinará si Movimiento Ciudadano podrá desempeñar un papel crucial en el equilibrio y funcionamiento del sistema político. Este tipo de partido puede influir de manera significativa en la formación de coaliciones, en la aprobación de leyes y en la gobernabilidad del país, al actuar como un intermediario o un facilitador entre partidos mayores. Mientras tanto, sus contrincantes discutían fervientemente sobre la Virgen de Guadalupe y las narco acusaciones sobre libros no leídos, reflejando la persistencia de un estereotipo en el que al menos Xóchitl Gálvez, imagina una sociedad del siglo XIX a la que podría importarle esto.

La estrategia de Movimiento Ciudadano parece clara: posicionarse como la opción que aborda los temas que otros prefieren evitar. La legalización de la marihuana, la reducción del militarismo y un enfoque menos punitivo son banderas que Máynez ha levantado, buscando atraer a un electorado cansado de las soluciones tradicionales y los discursos trillados. Este partido, aunque pequeño en comparación con sus rivales, aspira a ser un engranaje crucial en la próxima administración, capaz de influir en las decisiones trascendentales del próximo sexenio.

El debate reveló no solo las diferencias programáticas entre los candidatos, sino también la diversidad de las prioridades y preocupaciones de los mexicanos. La inseguridad sigue siendo la sombra que oscurece cualquier progreso, y aunque las propuestas varían, la urgencia de encontrar soluciones eficaces es compartida por todos. La apuesta de Álvarez Máynez por temas progresistas y liberales podría resonar con un sector de la población que busca cambios profundos y sustanciales. Principalmente en las juventudes. Su apuesta: Ser el satélite más cotizado. Aquél con el que todos tendrían que negociar en caso de que el famoso “Plan C” no alcance los votos suficientes para que Morena tenga mayorías aplastantes. Máynez es el “Plan D”. En un contexto electoral, un “partido engrane” puede ser decisivo para alcanzar mayorías parlamentarias. Su apoyo puede inclinar la balanza en situaciones donde ningún partido mayoritario tiene suficiente poder para gobernar por sí solo. Así, aunque no siempre sea el protagonista principal en las elecciones, su capacidad de negociación y su posición estratégica lo convierten en un actor fundamental en la política.

México se encuentra en una encrucijada. La elección que se avecina no solo determinará quién ocupará la presidencia, sino también qué tipo de país quieren construir los mexicanos. En un contexto de inseguridad y desigualdad, el próximo gobierno deberá enfrentarse a la monumental tarea de restaurar la confianza y garantizar la seguridad y el bienestar de todos sus ciudadanos. Los votantes tienen en sus manos la decisión de qué rumbo tomar, y el debate del domingo ha dejado claro que las opciones son diversas y complejas, pero también, que los ciudadanos tienen definido a quien apoyan y estos ejercicios tan sólo brinda elementos de confirmación. Ningún asistente a la marcha se atreverá a votar por Claudia Sheinbaum.

Una triste memoria es que Álvarez Máynez se atrevió a defender el aborto y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres mientras las dos mujeres aspirantes a la presidencia debatían sobre la Virgen de Guadalupe, las iglesias y la corrupción. No tengo dudas de la convicción personal de Claudia Sheinbaum, quien seguramente será nuestra primera mujer presidenta, pero me parece sorprendente que en pleno 2024, las mujeres aún no puedan atreverse a hacer públicas sus posturas en favor de las mujeres por el posible rechazo o castigo que aquello podría causar. Es sintomático: ¿Cómo combatir el feminicidio y la violencia machista en las sociedades de un país en que se oculta un soldado inquisidor en cada hijo? En el cálculo de Sheinbaum y su equipo ¿Cuántas personas en el país están en contra de los derechos de las mujeres, como para recurrir a la auto censura para no perderles?

POR CIERTO. Aunque los gobiernos del partido que Máynez representa están lejos de guardar los mismos valores que él, la apuesta de Movimiento Ciudadano es ambiciosa: convertirse en el negociante natural para ambos bandos. Su función correctiva de algunos vicios de las mayorías, como la deficiencia en el proceso legislativo, la intención de no respetar la constitución o la apatía en acatar resoluciones judiciales y la función tanto para la oposición como para el oficialismo podrá permitirle incrementar apuestas en la negociación. El efecto digno de ser analizado: Jalisco y el voto diferenciado de Alfaro.

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