El descarrilamiento

Concluye el año de 2025 en medio de una de las más intensas polémicas que se haya tenido lugar en los últimos decenios, especialmente notable para una gestión de gobierno que, en su momento, mereciera amplio respaldo popular para su conformación, y cuyo poderoso apoyo lo canalizó a una empeñosa tarea para hacerse del control de los otros poderes del Estado, al tiempo de ocuparse en derruir a los organismos autónomos que les significaban algún contrapeso.

El arropamiento edificado en torno al gobierno sólo puede encontrar parangón en la etapa más autoritaria del dominio priista, pero con la diferencia que el proceso de entonces escenificó un traslado que fue del autoritarismo a la democracia, mientras el de ahora corre en sentido inverso, pues se dirige por un rumbo que va de la democracia al autoritarismo, y en el que cobraron visibilidad métodos más que cuestionables para que el oficialismo alcanzara una mayoría ampliada que no le dieron los votos obtenidos; ciertamente una mayoría calificada con dudosa legalidad y con clara ilegitimidad.

Con base en el desmedro de las minorías legislativas, se proyectó la sobrerrepresentación de la primera fuerza, vulnerando de esa manera la pluralidad política, a favor de construir una super mayoría gobernante como heraldo que anunció el retorno al viejo hiperpresidencialismo. La lógica del sistema de representación electoral se invirtió, en vez de proteger a las minorías se potenció a la mayoría.

La colonización que han experimentado los distintos espacios de poder se traduce en un respaldo automático a las decisiones e iniciativas del gobierno en el Congreso, y en un amplio sometimiento del aparato de justicia hacia los intereses oficiales. Así, la agenda de gobierno camina sobre rieles sin obstáculos y cuya limitación sólo se topa con la falta de destreza para instrumentar, debidamente, los programas y acciones inherentes, lo que es un problema que pudiera considerarse menor debido a su naturaleza meramente instrumental. Pero han sido exhibidas la incompetencia, corrupción, carencias directivas y administrativas, de control y de ejecución del aparato público, lo que ha obstaculizado la vía libre que tiene para una gestión encaminada a cumplir los propósitos que le han sido asignados.

Como correlato del amplio respaldo que tienen las decisiones del gobierno a través del control que éste ejerce sobre las instituciones, se encuentra una garantía de impunidad respecto de las acciones asociadas a sus intereses y que cubren a la actual administración y la precedente, como protagonistas del primero y segundo piso, respectivamente, del proyecto de transformación en curso. Eso explica que independientemente de abusos, de evidentes complicidades de funcionarios, de claros vínculos de servidores públicos con actividades del crimen organizado, sean inexistentes acciones disciplinarias y de procesos judiciales hacia autoridades involucradas de la actual y de la anterior administración.

Los problemas que se han tenido para el debido abasto de medicamentos y para el adecuado equipamiento de hospitales, que ya reporta un periodo que ha persistido en los últimos 7 años, muestra que las dificultades que se enfrentan son autoinfringidas, pues no están relacionadas con la capacidad decisoria del gobierno, pero sí con la falta de aptitud operativa, de diseño de las políticas públicas y coordinación de las instancias involucradas.

Resulta claro que el gobierno privilegia su programa de transferencias monetarias a grupos específicos de la población, al tiempo que desestima y coloca en situación de insolvencia a las instituciones de salud, educativas, medioambientales y culturales, lo que ha abierto una amplia brecha de privatización de servicios esenciales en el marco de una orientación de corte neoliberal; tal y como lo sugería Milton Friedman cuando señalaba preferir otorgar dinero en efectivo a las familias en vez de brindarles los servicios correspondientes. El ejemplo de la multiplicación de consultorios médicos privados asociados a las farmacias es contundente

Se inscribe, además, la gravísima tardanza en la realización de las obras a cargo del gobierno, así como un incremento desproporcionado de sus costos, como se demuestra en los casos de los proyectos emblemáticos del Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas, que de paso manifiestan una evidente visión voluntarista sobre el desarrollo del país. En todas ellas luce un tracto autoritario y opaco para llevar a cabo su realización, con graves pistas de prácticas corruptas; la carencia de estudios previos de viabilidad, de impacto ambiental y de retorno financiero de las inversiones, las han colocado en la impronta autoritaria de las administraciones que las impulsaron.

El muy lamentable suceso de descarrilamiento del Tren Interoceánico del Istmo de Tehuantepec ocurrido en la localidad de Nizanda, municipio de Asunción Ixcaltepec, el pasado domingo 28 de diciembre, representa un muy duro cierre del año 2025, en especial para quienes perdieron la vida en ese lamentable suceso, así como para los múltiples heridos y para los familiares de ambos; estará por verse el reporte que arrojen los peritajes de rigor, pero es inevitable relacionarlo con otros eventos como lo fue el desplome del Metro en la Línea 12 de la CDMX, así como la salida de carril de vía que experimentó hace unos meses el Tren Maya.

Por desgracia, la desgracia que ocurrió en la operación del Tren Interoceánico está inscrito en un descarrilamiento mayor; un descarrilamiento que tiene lugar en un gobierno neo populista, centralizador, reacio a la transparencia y la rendición de cuentas, autoritario en su desempeño, sin crecimiento económico, adicto al endeudamiento desproporcionado, exuberante en los excesos de su clase política y en donde los escándalos de corrupción pretenden encapsularse para no afectar a los servidores públicos que han nombrado; intentan mostrar que la delincuencia organizada les es ajena y que en ella no participan como aparato público, cuando las evidencias contradicen tal hipótesis.

Escaso un año de la actual administración y el gobierno ya muestra graves incompetencias, fracturas internas que serán desatadas si se limpia y transparenta la gestión pública. Apenas en su primera fase y el gobierno evidencia gran vulnerabilidad frente a su principal socio comercial ante las limitaciones que tiene para desterrar la delincuencia, el narcotráfico, el dominio de los cárteles y combatir efectivamente al crimen; para liberar a los negocios del pago de cuotas y de la intimidación de las que son objeto. En ese escenario, los duros señalamientos de nuestro vecino del norte hacia nuestro país, carecen de respuestas contundentes pues la debilidad de la política interior lastima la solvencia que debía tener la política exterior.

El descarrilamiento del gobierno es una desgracia dentro de la desgracia del descarrilamiento del tren interoceánico; ambos están conectados.

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