2025, gran año de la 4T, ensuciado por lo que, si no se corrige, será su mayor fracaso
¿China ha democratizado el caviar? Me pregunté después de leer, este 23 de diciembre, un artículo de Eleanor Olcott, experta en tecnología china de Financial Times, “¿Caviar y foie gras? China se está convirtiendo en una potencia de comida de lujo”.
Hace ya bastantes meses, el pasado abril, Bloomberg difundió un texto parecido, “El caviar, el pollo asado de Costco de la alta cocina en EEUU”. La razón: “El precio del caviar ha bajado considerablemente en los últimos años debido a la producción de China”. Eso sí, apunta la periodista de Bloomberg, Madison Darbyshire, tal situación “podría cambiar pronto por los aranceles” en Estados Unidos.
El foie gras me gusta. Sobre el caviar no tengo una opinión contundente ya que, por caro, lo consumo muy poco…, casi nunca. A pesar de esto, me ocuparé brevemente del caviar, no solo por ser más lujoso y exclusivo, sino también porque me desagrada la adaptación al castellano, que ha hecho la RAE, de la palabra foie gras: fuagrás.
China es, desde hace tiempo, entiendo que desde 2010, la más importante nación productora e importadora de caviar; su marca más conocida, Kaluga Queen, se vende en todo el mundo. Su calidad, con un precio mucho más accesible, compite con el prestigiado Beluga, del Mar Caspio.
En 2011, leí en otro texto que de internet, “Lufthansa realizó catas a ciegas con distintos caviares de todo el mundo donde se probó Kaluga Queen entre otros, y Kaluga fue elegido el favorito en al menos una de esas pruebas, razón por la cual ahora la aerolínea lo utiliza en primera clase”.
En 2012, Marcelo Ebrard, cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México, permitió que el Estado de Azerbaiyán pagara por ubicar una estatua de Heydar Aliyev, dictador de ese país durante mucho tiempo. La presión de la opinión pública obligó a Ebrard a retirar la escultura. Siempre pensé que Marcelo había decidido quedar bien con Azerbaiyán —nación productora de caviar— para que le regalaran las dosis de Beluga que su refinamiento exigía. Era la única explicación lógica para tan enorme metida de pata.
Me pregunto si Ebrard habrá incluido al caviar chino entre las mercancías del gigante asiático que serán afectadas por muy altos aranceles. Ojalá no. La medida no se justifica porque, ni hablar, no hay producción mexicana de caviar, así que no se estaría protegiendo a la industria nacional. Además, valdría la pena que tal alimento gourmet se abaratara en los restaurantes, de tal manera que las clases medias tuvieran acceso al mismo. Como en Nueva York, donde un restaurante, no de los más caros, ofrece a precios razonables un platillo curioso, hot dog con salchichas cubiertas con cuatro gramos de caviar chino.
La verdad de las cosas es que democratizar el lujo es un oxímoron. Porque lujo, en el comercio, implica exclusividad que solo unas cuantas personas pueden pagar, mientras que las mercancías democráticas lo son solo si amplios grupos sociales tienen acceso a las mismas.
La elegancia es otra cosa. La gente verdaderamente elegante no necesita de vestimenta y accesorios carísimos. Con ropa nada costosa —y sin pulseras Tiffany ni relojes suizos— la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue incluida entre las 67 personas más elegantes del mundo.
Pedí a ChatGPT comparar las vestimentas de las últimas personas que han gobernado México. Hizo una clasificación de mayor a menor ostentación.
Presidente campeón en ostentación: Enrique Peña Nieto: vestía evidentemente a la moda.Segundo lugar, Carlos Salinas de Gortari: sus trajes eran de ejecutivo empresarial de élite. Compensaba su vulgaridad natural disfrazado de magnate.Tercer presidente más ostentoso, Vicente Fox: destacaba por sus botas vaqueras prémium y por usar trajes a la medida.Cuarto lugar en ostentación, Felipe Calderón: cualquier artículo de lujo colgado en su físico, nada agraciado porque la divinidad no lo favoreció, pasaba inadvertido por su propia falta de estilo.Quinto lugar, Ernesto Zedillo: nunca la dio por la ropa exclusiva.Empatados en el sexto lugar, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, personas austeras desde siempre. La presidenta, cito al New York Times, sin lujos logró algo importantísimo: atraer “los reflectores sobre la moda de la comunidad indígena del país vistiendo prendas bordadas y tomando medidas enérgicas contra las grandes marcas de moda que imitan el trabajo de los artesanos locales”.
El problema, para la 4T, es que un exceso de hombres y mujeres, supuestamente de izquierda y con cargos de cierta relevancia, son tan amantes de los lujos como los peores ejemplos de derroche de priistas y panistas del pasado.
2025 fue un año muy importante para la izquierda mexicana, de logros y reconocimientos dentro y fuera de México. El gran problema estuvo en que no hubo manera de combatir la desmesura de gente de la 4T evidentemente fanática de los lujos que no pueden pagar con sus ingresos declarados al SAT. Si esto no se corrige, la 4T en el mediano plazo fracasará.